martes, 18 de mayo de 2021

EN LA VIEJA CASA

 

¡Cuscurro!, escuché como me llamaba mi amigo. Odiaba aquel mote que me habían puesto en el colegio y que a día de hoy todavía seguía vigente, es más, estaba seguro que en mi lápida obviarían mi verdadero nombre, para ponerme aquel mote. Mi amigo y yo trabajábamos para una inmobiliaria, él era el jefe y yo su empleado. El dueño de aquella casa antigua, se había puesto en contacto con nosotros para que la vendiéramos. Pero para ello teníamos que hacer las fotos pertinentes y ver el potencial que tenía. Según nos informó, la casa llevaba vacía más de veinte años, el tiempo que sus padres llevaban muertos. Así que era de suponer que no había nadie allí, a pesar de que mi jefe había escuchado unos ruidos en la planta superior, de ahí el apremio en su voz al llamarme. La casa no disponía de electricidad, y a pesar de que era de día, las nubes que copaban el cielo no eran de gran ayuda a la hora de arrojar luz sobre las dependencias de aquel sitio. Fui a por un par de linternas al coche y subimos las escaleras. Una vez arriba, descubrimos que los ruidos provenían de una habitación al final del pasillo. Escuchábamos gemidos y rezos. Caminamos despacio para que no crujiera el suelo de madera bajo nuestros pies. Abrimos la puerta. Vimos un hombre mayor, desnudo, en su muslo derecho llevaba un cilicio, mientras rezaba ante un crucifijo de madera colgado en la pared. Mi amigo se acercó a él despacio, yo me quedé esperando en el umbral de la puerta. No podía moverme, aunque quisiera. Había algo en aquel hombre que hacía que me estremeciera de miedo. Me parecía que aquella imagen que me mostraban mis ojos no era del todo real.  Parecía distorsionarse por momentos, como si fuese movida por una brisa inexistente en aquella habitación sin ventanas. Mi jefe siguió avanzando hasta que su mano alcanzó el hombro de aquel hombre. Lo tocó, pero sus dedos sólo encontraron aire. El hombre se giró, nos miró durante unos segundos y luego se desvaneció. En el suelo, quedaron marcadas las huellas de sus pies descalzos sobre la capa de polvo que cubría aquel viejo suelo de madera.

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