miércoles, 20 de septiembre de 2023

CONJURO




    Sus ansias de poder  no tenían límites. Andrés Tobarro era un constructor de prestigio, con un gran éxito profesional a sus espaldas, logrado no siempre dentro de los cauces de la ley. Los sobornos y la extorsión eran su pan nuestro de cada día.

      Estaba obsesionado con un pueblo minero en el que tan sólo vivían unas pocas familias que se negaron a abandonar aquel lugar que los vio nacer.

        Andrés Tobarra tenía un proyecto en mente para aquel lugar y que quería llevar a cabo costara lo que le contara: una urbanización de lujo y un gran centro comercial.

         Tras innumerables negociaciones con aquella gente no lograba que abandonaran el lugar. 

            Se convirtió en una obsesión para él aquel proyecto.

           Desesperado acudió a ver a Eloisa una mujer anciana con fama de hacer conjuros vudú.

       Le explicó lo que quería. Ella lo escuchó atentamente. Al terminar de relatar el motivo que le había llevado hasta allí,  ella le dijo que podría ayudarle.

          Andrés se sintió aliviado ante la respuesta de la mujer. Pero su semblante cambió cuando ella le dijo que aquel ritual tenía un alto precio para pagar, y que no se refería al dinero.

           Al día siguiente volvió a la vieja cabaña perdida en el bosque con su primogénito y la guitarra de éste. 

           Ella le dio a beber una sustancia amarga al chaval que se quedó dormido al momento.

        Luego hizo sendos cortes en las palmas derechas de las manos del padre y del hijo y dejó que la sangre que emanaba de ellas cayera sobre la guitarra.

         -Ve con ella a la iglesia a las 12 de la noche. Cuando la gente del pueblo está dentro cierra las puertas y comienza a tocarla en el altar. Te aseguro que al amanecer no quedará nadie en el pueblo.

El conjuro vudú sonó en la guitarra infernal “cogí la guitarra como quien podía haber cogido el revólver de tener más valor o, simplemente, menos sentido del humor”

 una y otra vez hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a arrojar luz sobre las sombras de la iglesia que, al igual que el pueblo, estaba vacía.


miércoles, 6 de septiembre de 2023

UN ASESINATO ANUNCIADO

 

El día que murió mi madre supe que mi vida ya no sería la misma a partir de aquel momento. Soy la mayor de cuatro hermanos. Mi padre pasaba la mayor parte del tiempo en la carretera y cuando volvía no se ocupaba de nosotros. Pegaba a los más pequeños para que estuviesen callados y a mí me trataba como si fuera su criada. Luego se sentaba en el viejo sofá a ver la televisión, bebiendo una cerveza tras otra, toda la noche. Tuve que dejar de ir a la escuela para ocuparme de mis hermanos. Cada día que pasaba el odio que sentía hacia él iba creciendo poco a poco. Me imaginaba mil y una maneras en que moría cada cual más cruel que la anterior. Estaba dispuesta a matarlo si con aquello terminaba la pesadilla que estábamos viviendo. Porque ese hombre no merecía vivir. Incluso una noche en que no podía dormir, una de tantas, me imaginaba nuestra historia en la televisión titulado «cuatro relatos de un asesinato se contaron». Cerré los ojos y pensé en esas posibles cuatro maneras: envenenado, acuchillado, ahorcado, atropellado…

Una noche intentó entrar en mi habitación. Me asusté mucho y logré poner la cómoda delante de la puerta. Me insultó, aporreando la puerta como un loco. Mis hermanos se despertaron y entre todos intentaron disuadirlo. Estaba tan borracho que intentando pegarles se enredó con sus propios pies. Cayó hacia atrás precipitándose por las escaleras. Al escuchar el ruido de la caída salí de mi cuarto. Mis hermanos se abrazaron a mi llorando desconsoladamente. Mi padre yacía inmóvil al pie de las escaleras. Me acerqué. Sangraba mucho por la cabeza. No respiraba. No sentía la euforia que me había imaginado que sentiría cuando se muriera. Tenía miedo. Por mí, por mis hermanos. Tenía que hacer algo.

Lo metí en la camioneta. Conduje hasta un descampado que había tras el cine Riazor y lo dejé allí tirado esperando que cuando alguien lo encontrara por la mañana pensara que la causa de su muerte había sido por una caída estando borracho. No muy lejos de allí estaba la bodega de la que era un habitual.

La policía vino a vernos al día siguiente. Habían encontrado el cuerpo de nuestro parte. Nos dijeron que el forense había llegado a la conclusión de que había sido un asesinato, lo más seguro que por un ajuste de cuentas, debía dinero a mucha gente debido a su afición al juego.

Mis hermanos y yo nos pusimos a llorar. Nos habíamos librado de esa. Nos fuimos a vivir con una hermana de mi madre.

 

EL RESURGIR

  El Olimpo había sido un lugar de copas muy conocido no solo en la ciudad sino en todo el país. Allí bellas jovencitas cantaban ligeritas d...