Tomas era un reconocido cirujano en uno de los más prestigiosos hospitales del país. Era un hombre exitoso, afable, con una vida aparentemente perfecta junto a su esposa Amanda.
Por eso a Ricardo le pareció extraño cuando recibió una llamada de su mejor amigo a altas horas de la madrugada, pidiéndole, casi suplicándole que se vieran al día siguiente en una cafetería del centro.
Ricardo y Tomas eran amigos desde el instituto. Inseparables desde entonces. Aunque sus caminos se separaron en varias ocasiones a lo largo de sus vidas, el destino los volvió a unir hacía un par de años.
El médico presentaba un aspecto desmejorado, con grandes ojeras y una barba de varios días. Le enseñó un montón de mensajes que había visto en el móvil de su mujer y las pruebas de que le era infiel obtenidas mediante un detective privado que había contratado hacía algunas semanas. Pero eso no era todo…. Había claros indicios de que Amanda, su esposa, quería librarse de él.
Una semana más tarde Ricardo recibió una llamada a su móvil que cambiaría toda su vida. Amanda lo había llamado para comunicarle la muerte de su amigo Tomas.
Determinaron que la causa del fallecimiento había sido por causas naturales. Un infarto había acabado con su vida. Habían encontrado unas pastillas para el corazón de las cuales su mujer no tenía ni idea de que las estaba tomando.
Comenzaron a hacer los preparativos para el funeral. Se decidió por parte de su mujer, que el ataúd estuviera cerrado.
Estaba anocheciendo y el tanatorio iba a cerrar las puertas esa noche. Ricardo habló con el dueño para que esperara unos minutos más antes de cerrar ya que tenía que hablar con la mujer del difunto. Cuando entró escuchó como Amanda hablaba por teléfono con una persona que según pudo escuchar Ricardo se trataba de un hombre. Le estaba dando instrucciones de que entrara en su casa y fingiera un robo de sus joyas. El seguro las pagaría. Le estaba diciendo dónde estaban y lo que tenía que hacer paso a paso. Era evidente que la mujer no esperaba compañía y creía estar sola.
Ella se sorprendió mucho al ver al amigo de su difunto marido y cortó la llamada al instante. Visiblemente nerviosa se acercó a él llorando.
Ricardo trató de consolarla y la abrazó.
Luego se acercó al ataúd, lo abrió y comprobó que el efecto de la inyección paralizante que Tomas se había inyectado estaba dejando de hacer efecto. Tenía los ojos abiertos aunque estaba un poco aturdido. Ricardo lo ayudó a salir bajo la mirada atónita de Amanda que no se podía creer lo que estaba viendo.
Antes de que pudiera gritar Tomas le cubrió la boca con su mano y le administró una dosis letal de un medicamento que la mató casi al instante.
El libertador se levantó de su tumba para acabar con su mujer.
Metieron a Amanda dentro y cerraron la caja.
A continuación Ricardo le dio una nueva identificación para comenzar una nueva vida.
Le dijeron al dueño de la funeraria que ya se iban y que ya podía cerrar.
Ricardo dejó a su amigo en el aeropuerto deseándole lo mejor.
Los planes de Amanda de cobrar el seguro de vida de su marido e irse a vivir con su nuevo novio se habían visto truncados de una manera aplastante.