jueves, 28 de noviembre de 2024

HERENCIA

 Estaban en la inmensa biblioteca de la casa de su padre a la espera de que el Señor Martínez leyera el testamento.

Laura y Lorenzo eran los legítimos herederos. Heredaron tanto la mansión como las tierras que la rodeaban y el dinero que había en el banco. Tenían que repartirlo entre los dos y su difunto padre esperaba que no hubiera ningún altercado en el proceso de dividir los bienes.

Lorenzo había llegado acompañado de Virginia, su esposa. Laura llegó sola.

La idea era pasar una semana allí para dejar todo aquel asunto arreglado.

Vivirían los tres en la mansión familiar.

Todo parecía ir bien entre su hermano y ella. Habían cerrado ya casi el acuerdo en la división de los bienes. Todo indicaba que en un par de días llamarían al Señor Martínez para que  pusiera todo en regla.

Una noche Laura bajó a la cocina a por un vaso de agua. Escuchó voces abajo, en el salón. Eran su hermano y su mujer conversando.

—Necesitamos todo el dinero que tenga mi padre en el banco. El prestamista no aguantó más, me amenazó con matarme si no le entregaba el dinero en una semana.

—Lorenzo, mi amor, estamos en una situación desesperada por culpa de tu adicción al juego y a las apuestas. ¿Cómo pretendes salir de ésta?

—Muy fácil, tenemos que conseguir la parte de mi hermana.

—¿Y cómo piensas hacerlo?

—Muy fácil. matándola,

Laura había escuchado toda la conversación. Estaba en peligro. Su propio hermano pensaba sacarla de enmedio por la herencia.

Al día siguiente tenía previsto pasarse por la mansión el señor Martínez para arreglar el tema, según un mensaje que le había mandado Laura.

Un abuso la convirtió en demonio para vengarse.

Esa noche Laura drogó a su cuñada y a su hermano.


Los metió en su coche, al cual había manipulado los frenos. No pudieron evitar la muerte. 

El señor Martínez le dio el pésame a Laura el día del funeral de su hermano y su cuñada.

Tenía que reunirse con él en su despacho al día siguiente.  


jueves, 21 de noviembre de 2024

REBELIÓN

 


Era una agradable noche de primavera, el duende Nils, más conocido como el Susurrador de Animales, estaba sentado sobre una gran piedra observando la cúpula del cielo cargada de estrellas. Viajaba por todo el mundo. Cuando el susurro de los animales llegaba a sus oídos iba hacia aquel lugar. Los animales no estaban contentos fuera dónde fuera, tenían un enemigo muy superior a ellos, lo sabían, y también sabían que lo tenían que vencer para estar a salvo. Pero, ¿cómo?

No hacían falta palabras, los susurros del duende Nils eran transportados por todos los lugares del mundo a través del aire, de una ráfaga de viento, de una ligera brisa… 

El duende Nils contaba historias de terror a los animales para alentar más su odio hacia aquel enemigo. Historias que se afianzaban con fuerza en el corazón y hacían crecer la esperanza en cada animal de que un día serían libres. 

Durante un tiempo el duende Nils dejó que ese odio creciera en cada corazón de cada animal con más fuerza, con más rencor y más aversión hacia el enemigo, hasta que estuvieron listos para la mayor rebelión jamás conocida. 

Solo bastó una frase del Susurrador y éstos entraron en batalla con el hombre, su mayor enemigo.


viernes, 15 de noviembre de 2024

BESTIA

 Hace unos meses que, desde su interior brota la bestia que le enseñó a matar.  Sólo mataba mujeres.  Mujeres que aun sabiendo que estaba casado con Laura y esperaban un hijo…. Un momento, había sido a partir de ahí. A partir del momento que supieron que un bebé estaba en camino. Fue entonces cuando lo notó, esa fuerza interior, esa bestia…

Se acercaban a él. Intentaban seducirlo. Algunas eran amigas de Laura o compañeras de trabajo, otras eran desconocidas.

Al principio las rechazaba y se iba a casa. Pero nunca dejaban de insistir, así que tomó una decisión.

Las llevaba a un callejón oscuro o iba a casa de alguna de ellas y cuando la excitación llegaba a su grado máximo les arrancaba la lengua con sus propios dientes y luego les quitaba los ojos. 


AMOR INMORTAL

  Por la mañana a la hora del desayuno Elisa estaba ausente. Con una taza de café en la mano tenía la mirada perdida. Su marido la besó en l...