jueves, 18 de septiembre de 2025

DESESPERANZA

 La alegría de haber conocido a Sara, de casualidad, en la biblioteca donde él trabajaba en su último poemario y ella era la bibliotecaria. Dispuesta a ayudarlo en todo lo que pudiera, dándole, según lo veía él, esperanzas de algo más que una amistad. 

Había hablado con ella lo justo y necesario. 

Él era un chaval tímido y el miedo al rechazo por parte de aquella joven tan guapa y jovial lo volvía loco. 

La tristeza invadió su alma al ver que ella ya tenía novio y esa tristeza dio paso al odio y la rabia por ser como era, un mindundi incapaz de conquistar a la mujer que amaba. 

Había conseguido una foto suya de un periodico local y que siempre llevaba en la cartera. 

Aquel día lo sacó y lo contempló. La odiaba y la amaba a la vez, eran unos sentimientos encontrados que lo llevaban a la locura y entonces ocurrió…

Había seguido sus pasos al cerrar la biblioteca. Lo hacía cuando salía sola.

Conocía su rutina, las calles por las que caminaba para ir a trabajar y luego para ir a su casa. 

Su risa cuando estaba con su novio le atormentaba, y hacía que la ira se volviera cada vez más y más grande obviando el resto de sus sentimientos.

Hasta que no logró aplacar aquella ira que lo atormentaba y la mató en un callejón cuando Sara iba a su casa.

Se sintió bien. Ya no sufriría más por verla con otro. Ya no sufriría más al verla en la biblioteca y saber que nunca sería suya.

Ahora se sentía aliviado. No era de él ni de nadie. Estaba muerta.

Pero aquel alivio, aquella euforia del momento dio paso a la desesperación.

El joven poeta se sumergió en la desesperanza. 

Nunca la volvería a ver.


jueves, 11 de septiembre de 2025

EL ASTEIRODE

 Desde el sótano de su casa Rubén García confirmó lo que se temía: un asteroide iba a caer sobre la tierra en las próximas horas.

Pero no sería uno cualquiera, éste tenía algo diferente: una luz intensa en el núcleo que lo hacía pasar por una gran estrella fugaz.

Era algo único en la historia, por lo menos que él tuviera conocimiento de ello. Aquello, fuera lo que fuese, no destruiría el mundo tal como lo conocemos, destruiría los cerebros de la gente.

Descubrió el asteroide que destruirá el mundo.

A las doce de la noche cayó en el mar en una ciudad al noroeste de España: Coruña

Marco tenía a su mujer en brazos, la balanceaba como si fuera un bebé, suplicándole que se despertara. Su camiseta favorita, la nueva del deportivo estaba empapada en sangre, una idea fugaz cruzó por su mente en aquellos momentos de dolor: ¿saldría la sangre? 

Laura tenía un corte profundo en su garganta de la que emanaba mucha sangre y aunque los intentos de su marido en parar la hemorragia ésta seguía saliendo a borbotones.

Rubén se dio cuenta de que tenía un cuchillo en las manos cubierto de sangre. Lo soltó presa del pánico.
Seguramente había luchado contra el asesino de su mujer. Pero no lograba acordarse de lo que había sucedido. ¿Seguiría el asesino en la casa?

Aquel pensamiento hizo que se levantara y recorriera la casa en silencio. Nadie. Llegó a la puerta de entrada. No parecía forzada. Todas las ventanas estaban cerradas. Entonces, ¿qué pasó? ¿Por dónde había entrado?

En la entrada de su casa había un gran espejo, se contempló en él. La imagen allí reflejada le mostraba un hombre, a él. No había sangre en sus ropas y el cuchillo que blandía estaba limpio.

Pero había algo diferente. Sus ojos, eran negros como una noche sin luna y sin estrellas. Se acercó más. Al hacerlo notó un dolor muy fuerte en su abdomen. El hombre del espejo, su reflejo le había clavado el cuchillo.

Todo esto pasaba en la ciudad y en el resto del país, la gente se mataba la una a la otra sin razón, Y luego delante de un espejo se suicidaban.


LA NO HISTORIA. PARTE PRIMERA. SAN

  Santiago Pemán, San para sus amigos y allegados se levantó aquella mañana del 12 de junio con ganas de coger el coche e ir a la ciudad. ¿C...