Agendar aquella cita era de máxima
urgencia, su cordura y su vida estaban en juego. Llevaba días encontrándose
mal, concretamente y si mal no recordaba, desde que había regresado de aquel
viaje a Yucatán. Allí estaban realizando unas excavaciones. Encontraron
diversos objetos de gran valor, tanto histórico como cultural, que nos acercaría
más a comprender más de cerca la vida y costumbres de aquella civilización de más
de cuatro mil años. Entre aquellas adquisiciones se encontraba un cuchillo de
grandes dimensiones, en el mango, entre la madera tallada, estaban incrustadas
varias gemas de color verde. Creían que lo utilizaban para los sacrificios humanos
que realizaban para los dioses.
Entonces tuvo una idea, que
en esos momentos le pareció la más brillante del mundo, se la llevaría a casa
para hacerle un estudio exhaustivo, del cual se encargaría personalmente, porque
aquel hallazgo lo había dejado fascinado. Así que lo metió en la maleta y lo
llevó hasta su casa con la intención de analizarlo cuanto antes.
Las noches siguientes empezó a tener un sueño
recurrente, donde se veía en lo alto de una colina, con un niño o una mujer,
cada noche era uno distinto, clavándoles aquel cuchillo y provocándoles la
muerte.
Por las mañanas se despertaba
cansado, como si no hubiera dormido, y lo peor, lo que más le asustaba es que había
sangre en sus ropas, sus manos, en la cara….
Estaba desesperado y
necesitaba respuestas, por eso aquella llamada era tan crucial para él, sabía
que aquel hombre podría ayudarlo, era un eminente experto en parapsicología y fenómenos
extraños, se temía que tal vez estaba bajo los efectos de un hechizo, de una
maldición.
Decidió poner unas cámaras de
vigilancia por su piso, sobre todo en su dormitorio, tal vez al ver las imágenes
pudiera recordar algo y le daría una idea el porqué de la sangre encontrada por
todo su cuerpo.
Las imágenes de las cámaras le mostraron
cómo se levantaba por las noches de la cama, cómo cogía aquel cuchillo y salía
a la calle, volviendo al cabo de unas horas ensangrentado, entonces dejaba el
cuchillo sobre la mesa de la cocina y se volvía a meter en la cama. Estaba
claro que estaba bajo los efectos de una maldición maya.
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