Navideño era el ambiente que se respiraba por las calles. Luces, árboles con adornos, niños cantando villancicos y muñecos de nieve. Estas fiestas mi hermana, por motivos de trabajo, no podría estar con nosotros, así que decidí hacerle un video con lo que iba viendo. Hacia mucho frio. Y nevó. Blancos copos de nieve lo cubrían todo. Pero... se escuchó un ruido, como un trueno y la nieve se tornó negra. Algunos perros que por allí andaban empezaron a olfatearla y lamer y cual fue mi sorpresa y de todos los que estábamos allí al ver que se volvían agresivos con la gente. El caos reinó en pocos minutos. La gente desesperada y asustada corría de un lado a otro huyendo de aquellos canes embravecidos y fuera de control. Envié el video a mi hermana mientras buscaba un sitio para esconderme.
Creo que ese fue la última vez que mi móvil funcionó. Quise llamar a la policía pero no daba señal, la pantalla se había oscurecido, no había manera de que volviera a funcionar.
Logré llegar al centro comercial antes de que se cerraran las puertas, había mucha gente allí congregada, tenían miedo, algunos lloraban, otros rezaban, al fondo una mujer gritaba, que estábamos ante el juicio final y que nadie se salvaría, eso por supuesto alteraba más los ánimos de los allí presentes. Un hombre corpulento y con una gran barba le gritó que se callara.
Pregunté si alguien había llamado a la policía, nadie lo había hecho, los móviles habían dejado de funcionar al unísono.
No sé el tiempo que estuvimos allí encerrados, pero lo que prometía ser una agradable tarde navideña, había dado paso a una noche aterradora. Fuera escuchábamos a los perros ladrando, algunos aullaban como si fueran lobos. Ninguno de los allí presentes pudimos pegar ojo.
Estaba amaneciendo, estábamos medio somnolientos pero el ruido de un helicóptero hizo que todos fuéramos hacia las ventanas para ver lo que estaba pasando fuera. Ya no se escuchaba el ladrido de los perros. Fuera la nieve ya no era de color blanca, ni negra, ahora era roja.
Habían abatido a tiros a todos los canes, un grupo numeroso de soldados se acercaba al centro comercial, venían a rescatarnos. El peligro había pasado, o por lo menos esos creíamos.
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