viernes, 29 de enero de 2021

EXTINCIÓN

 




“Una extinción inminente pone en marcha un plan global para salvar solo a las personas que son importantes, relevantes y saludables para asegurar la continuidad de la especie humana. Tú, no eres una de ellas”.

Lívido se quedó al escuchar aquella voz hueca, al otro lado del teléfono, parecía salida del averno, portando un mensaje profético y poco esperanzador. El lapicero que tenía en la mano, en ese momento, se rompió por la presión que ejerció sobre él.

Estaba solo en la comisaria. Aquella llamada lo había dejado desconcertado, confuso, y su mirada se perdió en sus propios pensamientos. Sonó el teléfono que tenía sobre la mesa, le pareció que lo hacía de manera insistente, sacudió la cabeza como queriendo ahuyentar malos pensamientos y contestó al segundo tono. Al otro lado un compañero le pedía ayuda, necesitaban otro alcoholímetro, el último que lo usó lo había estampado contra la carretera haciéndolo añicos.

En esos momentos lo que más deseaba, por encima de todas las cosas, era irse a casa. Aquella llamada lo había dejado tocado. En su casa le esperaba su tablero de ajedrez, era su mayor afición, la única que le hacía no deschavarse, sobre todo en los días más duros de su trabajo. A veces se sorprendía de su propia resiliencia, la rapidez de su recuperación, como si sus sentimientos le abandonaran y su corazón se hubiera vuelto frio como el hielo. Alguna que otra vez se vio inmerso en alguna situación berlanguiana, meras anécdotas de su trabajo.

Pero ahora tenía que salir a la carretera. Se puso la chaqueta, cogió su arma y se encaminó hacia el aparcamiento. Estaba anocheciendo. Una vez en el coche patrulla su mente, que pocas veces se olvidaba de las cosas, volvió a recordar aquella llamada y se preguntó cuánta gente la había recibido también o si por lo contrario él había sido el único. Pero entonces un pensamiento empezó a tomar forma en su cabeza ¿y si aquello había sido una broma macabra fruto de una mente enfermiza de algún sinvergüenza que quería asustarlo? “Me cago en la p***” gritó mientras daba repetidos golpes al volante del coche, haciendo que éste se desviara peligrosamente hacia la derecha. Pensó que si descubría que estaba en lo cierto golpearía a aquel personaje hasta matarlo.

Siguió conduciendo hasta que a lo lejos vislumbró unas luces azules en la carretera, sus compañeros lo estaban esperando. La oscuridad y las sombras se cernían sobre ellos a pasos agigantados, la luna llena los observaba impasible, como una mera espectadora en una representación teatral, desde un lugar privilegiado.

Paró el coche a escasos metros de los otros y se disponía a bajarse cuando vio en el cielo unas luces, contó unas seis, que se acercaban hacia ellos a una gran velocidad. No supo ver qué era, esas luces le cegaron durante unos instantes. Se bajó del coche, en un intento de averiguar de qué se trataba. Lo que vio lo dejó sin palabras y su mente se quedó en blanco. Aquello era un coroto, no podía ser real. Unas grandes bolas de fuego iban a impactar contra la tierra, destruyendo y asolando toda vida a su paso, irremediablemente.

El hombre se despertó, estaba aturdido, confuso y desorientado. Se incorporó del suelo, poco a poco, hasta quedarse sentado. Un panorama desolador y apocalíptico lo recibió como una puñalada en el corazón. Una sombra se proyectó ante él. Y aquella voz gutural, que le había hablado por teléfono, sonó a sus espaldas, ¿café?

 

 


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