Pletórico estaba aquel hombre. Había conseguido aquella tierra por un precio módico. Iba incluida una casita donde podría al fin vivir tranquilo lejos del bullicio de la ciudad. Aquella noche su descanso fue apacible, sin sueños y sin aquellas pesadillas recurrentes que venia teniendo desde tiempo atrás.. En ella la tierra era invadida por unos alienígenas con ideas un tanto perturbadoras.
Al despertarse aquella mañana, deseoso de empezar a disfrutar de su nueva vida, lo que vio desde la ventana de su habitación, lo dejó sin palabras. En su tierra, intacta el día anterior, se podía ver un gran hoyo de unos cinco metros de largo. Alarmado y temeroso al mismo tiempo, salió a contemplar tal atrocidad, la profundidad de aquel hoyo era de unos dos metros.
Se asomó para contemplarlo de cerca y descubrió que dentro había unos seres viscosos de color gris de unos cinco centímetros de longitud, moviéndose entre ellos. Algunos, en su desesperación por salir de allí, se estaban acercando a los bordes de manera alarmante.
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