martes, 16 de marzo de 2021

ESCALOFRIANTE

 




Escalofriante lo que me contó una amiga la otra noche. Marta vive sola en un apartamento más bien pequeño, tiene un perro llamado Roco. El perro duerme a los pies de su cama. Por las mañanas, en cuando un rayo de sol se filtra por la persiana, le lame la cara para despertarla. Lo viene haciendo cada mañana, de cada día, desde muy cachorro. Tiene comprobado que Roco es el mejor despertador del mundo. Una mañana nota el lametazo habitual. Somnolienta entreabre los ojos. En el cuarto hay una oscuridad total. Se da cuenta de que no fue Roco quien le lamió, es más, siente una presencia muy cerca de ella, en su cama. Se queda paralizada a causa del miedo que siente. Nota un aliento cerca de su oreja derecha. Luego un susurro: "los monstruos también sabemos lamer". Me cuenta, que no sabe de dónde sacó las fuerzas para levantarse de la cama de un brinco. Va a mirar si Roco sigue en su sitio, el perro está gimiendo, inquieto, la está mirando y puede ver miedo y angustia en sus pequeños ojos, está claro que él también sintió algo. Abre la puerta de su cuarto y sale, seguida del perro que no se separa de ella, pisándole los talones. Enciende las luces de la casa, todas y cada una de ellas, menos las de su habitación, no se atreve a volver allí. Bebe un vaso de agua, la mano que lo sujeta le tiembla y el agua se derrama por su pijama. Me llama. Mientras no le contesto, se pone a buscar el tabaco, tal vez pensando que un cigarro la tranquilizaría un poco, sin darse cuenta de que había dejado de fumar hacía más de dos años. Le respondo al tercer tono, no entiendo lo que me dice, habla atropelladamente, mientras llora. Oigo ladrar a Roco. Por fin puedo entender algo, “ven, por favor, tengo miedo”. Su tono es suplicante, llora desconsoladamente, sus llantos y sus gritos se mezclan con los ladridos del perro. Le pregunto qué le pasa, me dice algo de un monstruo que la lamió. No entiendo nada, trato de calmarla, pero es en vano. Está muy alterada. Salto de la cama, cojo las llaves del coche y salgo en su busca, con el corazón encogido y rezando para que estuviera bien. Cuando llego, la encuentro fuera de su apartamento, sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta y Roco a su lado. Los llevo hasta el coche. Se sube, seguida por su fiel compañero, parece un poco más tranquila. Entonces me lo cuenta, con todo tipo de detalles. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. De camino a mi casa, me sorprendo mirando varias veces por el retrovisor, temerosa de que aquel monstruo nos estuviera siguiendo. No hay nada, salvo oscuridad.  Nunca más volvió allí.


2 comentarios:

  1. He leído dos de sus narraciones, estoy sola en casa por eso no sigo leyendo más. Son cortos sus relatos pero logran su propósito, presentar lo misterioso, lo inexplicable y dejar en el aire ese sentimiento del „qué sería“.
    Enhorabuena por ese talento, creo que es muy difícil en pocas palabras causar esa sensación, además despertar la curiosidad para seguir leyendo.
    Saludos cariñosos, Maria Mercedes

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    1. Muchas gracias por tu comentario, de verdad, un saludo y un beso muy grande.

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