martes, 6 de abril de 2021

EL EXPERIMENTO

 


 

Conspiradores nos llamaban, sólo porque sacábamos a la luz lo que ellos querían ocultar en las sombras. Estábamos convencidos de que el mundo se merecía saber lo que estaba sucediendo en aquellas instalaciones. Algunos nos creyeron, otros, tal vez por miedo, decidieron mirar hacia otro lado, obviando la realidad de los hechos. No nos ocultábamos, sabían quienes éramos y que no temíamos a las represalias. Entonces pasó. Mi hermano desapareció. A las pocas horas recibí un video. En él mostraban la tortura psicológica a la que lo estaban sometiendo. El video duraba una hora, en la cual la rabia y la impotencia, hicieron mella en mí. Tumbado y atado en una camilla, lo estaban obligando a ver, una y otra vez, imágenes sonoras de monstruos siniestros, destripando gente, matando niños y mujeres, practicando el canibalismo. “Experimento de tolerancia visual ante actos terroríficos reales” (ETAR), lo llamaban.  Los gritos aterradores de aquella gente, taladraban el cerebro. La fina línea divisoria entre la cordura y la locura se iba resquebrajando poco a poco en mí. Me desmayé. Al despertar, mi hermano estaba tumbado en la cama. Seguía vivo. Resurgimos más fuertes de las cenizas, como el ave Fénix, dispuestos a llegar hasta el final y que el mundo entero tuviera conocimiento de aquella barbarie.


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