René es un famoso pintor. Su infancia no fue fácil. Sus
padres eran muy estrictos, su vida estuvo marcada por normas y restricciones.
Pasaba mucho tiempo solo, sin la compañía de otros niños. René tenía un secreto.
Desde bebé, tumbado en su cuna, veía cosas. Más tarde supo lo que eran, pero no
le daban miedo, siempre habían estado con él y supo convivir con ellos. A
medida que fue creciendo, aquellos espectros le fueron hablando. Le contaban su
historia. Él les escuchaba atentamente e incluso las iba anotando en una
libreta que había comprado para tal fin. Un día, aquellos entes le pidieron algo.
No querían ser olvidados, y él podría hacer aquello posible. Ahí comenzó su
éxito. Viajó a lugares donde la tragedia había hecho mella. Los espectros
estaban por todas partes, ansiosos de posar para él. Al finalizar el cuadro
ponía el nombre completo del retratado. Sus obras eran tan reales que causaban
horror y malestar a quienes las contemplaban. Plasmaba en los rostros, de cada
uno de ellos, el dolor, el sufrimiento e incluso el miedo que habían sufrido
antes de morir. Había una condición. Nada de fotos. La persona que hiciera una
foto a alguno de esos cuadros, moriría de igual manera que el allí retratado.
Algún incauto, saltándose las normas, sufrió en sus propias carnes, las
consecuencias de sus actos.
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