viernes, 23 de abril de 2021

UN DEMONIO EN MI CASA

 

 

 

 

¡Nacho! Se moría por uno. Conocía un sitio dónde los preparan muy bien. Se levantó del sofá y se encaminó hacia la puerta. En el momento en que la estaba abriendo sonó el timbre. Del susto dejó caer las llaves. Masculló una maldición. Allí no había nadie. Miró a ambos lados pensando que, tal vez, fuera una broma de algún chaval, pero no vio a nadie. En el momento en que cerraba la puerta notó una presión sobre su hombro derecho. Retrocedió asustado. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Las ganas de comer aquel nacho, se esfumaron. Se quedó en casa y optó por pedir que se lo llevaran. Mientras esperaba puso la televisión, en un intento de no pensar en lo que le había pasado hacía unos minutos. Sintió un cosquilleo en su oreja derecha. Escuchó claramente, como le decían: “gracias por dejarme entrar”. Se levantó de un salgo, aterrorizado. Escuchó fuertes ruidos en la cocina, como si hubiera pasado un huracán arrasando todo a su paso. Su instinto le decía que huyera de la casa, pero en vez de eso fue hasta el baño. Se lavó la cara y trató de relajarse, las manos le temblaban. Cuando levantó la mirada el espejo le mostró un reflejo de sí mismo que no correspondía con la realidad. De él solo quedaba una parte. Un monstruo había tomado la otra mitad. Salió aterrorizado y gritando del baño y se encerró en su habitación. Se sentó en la cama y se miró ambas manos. Eran iguales, no había nada diferente, el brazo tampoco había cambiado. Se relajó un poco pensando que tal vez había sufrido una alucinación. Escuchó el timbre de la puerta. Se acordó de que había pedido la comida. Abrió la puerta. El repartidor, se la entregó en una bolsa. Él le dijo que esperara un segundo mientras iba a por el dinero. Lo estaba cogiendo de su cartera cuando escuchó un grito procedente de la puerta. Corrió a ver qué ocurría, el repartidor ya no estaba, vio cómo su moto se alejaba a toda velocidad calle abajo. Incrédulo cerró la puerta, pero cuando se dio la vuelta se dio cuenta de que no estaba solo en casa. En lo alto de las escaleras un ser envuelto en una neblina bajaba lentamente las escaleras. Quiso gritar, pero su garganta no emitió ningún sonido, quiso moverse, pero sus piernas no reaccionaban, como si estuvieran pegadas al suelo. Aquel ser siguió bajando las escaleras acercándose a él cada vez más. Aquella neblina lo envolvió completamente, sintió una punzada de dolor cuando entró en su cuerpo.  Luego nada, sólo oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

AMOR INMORTAL

  Por la mañana a la hora del desayuno Elisa estaba ausente. Con una taza de café en la mano tenía la mirada perdida. Su marido la besó en l...