¡Nacho! Se mor铆a por uno. Conoc铆a un sitio d贸nde los preparan
muy bien. Se levant贸 del sof谩 y se encamin贸 hacia la puerta. En el momento en
que la estaba abriendo son贸 el timbre. Del susto dej贸 caer las llaves. Mascull贸
una maldici贸n. All铆 no hab铆a nadie. Mir贸 a ambos lados pensando que, tal vez,
fuera una broma de alg煤n chaval, pero no vio a nadie. En el momento en que
cerraba la puerta not贸 una presi贸n sobre su hombro derecho. Retrocedi贸 asustado.
Un escalofr铆o le recorri贸 todo el cuerpo. Las ganas de comer aquel nacho, se esfumaron.
Se qued贸 en casa y opt贸 por pedir que se lo llevaran. Mientras esperaba puso la
televisi贸n, en un intento de no pensar en lo que le hab铆a pasado hac铆a unos
minutos. Sinti贸 un cosquilleo en su oreja derecha. Escuch贸 claramente, como le
dec铆an: “gracias por dejarme entrar”. Se levant贸 de un salgo, aterrorizado.
Escuch贸 fuertes ruidos en la cocina, como si hubiera pasado un hurac谩n
arrasando todo a su paso. Su instinto le dec铆a que huyera de la casa, pero en
vez de eso fue hasta el ba帽o. Se lav贸 la cara y trat贸 de relajarse, las manos
le temblaban. Cuando levant贸 la mirada el espejo le mostr贸 un reflejo de s铆
mismo que no correspond铆a con la realidad. De 茅l solo quedaba una parte. Un
monstruo hab铆a tomado la otra mitad. Sali贸 aterrorizado y gritando del ba帽o y
se encerr贸 en su habitaci贸n. Se sent贸 en la cama y se mir贸 ambas manos. Eran
iguales, no hab铆a nada diferente, el brazo tampoco hab铆a cambiado. Se relaj贸 un
poco pensando que tal vez hab铆a sufrido una alucinaci贸n. Escuch贸 el timbre de la
puerta. Se acord贸 de que hab铆a pedido la comida. Abri贸 la puerta. El
repartidor, se la entreg贸 en una bolsa. 脡l le dijo que esperara un segundo
mientras iba a por el dinero. Lo estaba cogiendo de su cartera cuando escuch贸
un grito procedente de la puerta. Corri贸 a ver qu茅 ocurr铆a, el repartidor ya no
estaba, vio c贸mo su moto se alejaba a toda velocidad calle abajo. Incr茅dulo
cerr贸 la puerta, pero cuando se dio la vuelta se dio cuenta de que no estaba
solo en casa. En lo alto de las escaleras un ser envuelto en una neblina bajaba
lentamente las escaleras. Quiso gritar, pero su garganta no emiti贸 ning煤n sonido,
quiso moverse, pero sus piernas no reaccionaban, como si estuvieran pegadas
al suelo. Aquel ser sigui贸 bajando las escaleras acerc谩ndose a 茅l cada vez m谩s.
Aquella neblina lo envolvi贸 completamente, sinti贸 una punzada de dolor cuando entr贸 en su cuerpo. Luego
nada, s贸lo oscuridad.
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