Fulguraba como no se había visto antes. Allí sentado
contemplando el so, veía llamas cubriendo, consumiendo todo el astro rey. Eran
gigantescas. Había seres oscuros a su alrededor avivándolas, mientras sus
carcajadas llegaban a sus oídos, terroríficas, malvadas, cargadas de odio e ira
hacia la humanidad al completo. Lo había vaticinado, nadie le creyó, estaba en
aquel psiquiátrico porque lo tildaban de loco, sólo porque a ellos le estaba
vetado ver más allá de lo cotidiano. Pero sabía que lo que veía era real y que
el sol explotaría de un momento a otro, tan cierto, como que estaba sentado
sobre la hierba en aquellos momentos. ¿O no lo estaba? tal vez estuviera en su
habitación soñando, le costaba distinguir si lo que veía era lo
"correcto" o no. Casi no podía seguir mirando aquella aberración y a
aquellos monstruos siniestros con colmillos afilados, amarillentos, podridos y
aquellas garras acabadas en uñas largas y sucias. Le dolían los ojos. Pero no
se movió. El calor, minuto a minuto, se hacía cada vez más insoportable, las
aves caían del cielo, al llegar al suelo su carne estaba carbonizada. El sol se
resquebrajaba, pequeños trozos caían sobre la tierra. Le daba igual morir.
Estaba en paz. Había sufrido mucho, su vida estuvo regida por la discriminación
y el acaso. Siempre había sido invisible para todos. Ahora sería distinto.
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