Había escuchado rumores y especulaciones sobre el tema
desde hacía mucho tiempo en boca de sus más allegados, aquellos en los que
podía confiar plenamente. Aquello que contaban, si era cierto, podía significar
un gran avance para los suyos, significaría expandirse y conquistar otros
lugares donde asentarse y hacerse más fuertes. Esa noche decidió aventurarse a
averiguar si todo aquello que contaban era verdad. Al anochecer cogió una
barca, una de las muchas que había ancladas en el muelle, y se hizo a la mar.
Conocía el sitio exacto donde tenía que situarse y esperar. La espera fue
corta. Una nave, de enormes dimensiones, se posicionó encima de él. Un haz de
luz se proyectó sobre la barca. Dentro de la cual vislumbró una rampa en
movimiento continuo. En un abrir y cerrar de ojos, estaba dentro. Los seres que
lo esperaban tenía una forma humana. Él también la tenía. Había optado por
ella, para no levantar sospechas. Tal vez si hubiese adquirido una forma
animal, no habría conseguido subir a aquella nave. Miró a su alrededor y supo
que el plan que había trazado se estaba llevando a cabo. De momento todo iba
bien. Lo llevaron a una gran sala donde había cientos de pantallas encendidas
ofreciendo distintos datos en cada una de ellas. Le explicaron de dónde venían.
Un planeta similar a la tierra y también le informaron de que había muchos más
como el suyo que estaban habitados. Ellos tenían una tecnología superior a la
que había en el planeta Tierra en esos momentos. Y tenían como única misión
observarlos. Él les preguntó sobre temas variados, entre los cuales se interesó
por el concepto que tenían ellos del bien y el mal. Para su sorpresa no era
creyentes. Se regían por unas normas y leyes, pero no tenían un dios creador,
ni un cielo ni un infierno. No había cárceles, ni iglesias, ni jueces. No les
hacía falta. Tampoco existía en su vocabulario la palabra, crimen, ira, celos,
racismo, violencia, guerra….. No existía el mal en el planeta del que venían.
Aquello era una buena noticia, mejor que eso, una noticia excepcional. Hizo un
ademán con la mano. La señal que los suyos esperaban, los demonios que habían
entrado con él en aquella nave. Aquellos seres no podían ver nada que no
tuviera una forma corpórea. Así que fue fácil poseerlos. Conquistar aquel
planeta e implantar el mal en ella, era su misión. Satán volvió a la lancha,
desde la cual contempló como desaparecía aquella nave en la inmensidad de la
cúpula celestial.
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