sábado, 12 de junio de 2021

VEDOIRO

 



 

Uvas de tamaños variados componían aquel viñedo, de varias hectáreas de extensión. Como cada año, el dueño reclutaba a gente para su recogida a finales de verano. Aquel año Juan, un hombre que iba todos los años, decidió llevar a su hijo, un chaval de quince años, para ayudarle en la tarea. El muchacho, unos días antes, había recabado toda la información que había sobre aquel lugar. Por lo general nadie haría tal cosa, pero él tenía un motivo para hacerlo. Desde pequeño tenía un don. Para él era una maldición con la que tendría que cargar toda su vida. Todo había comenzado el día de su bautismo. El sacerdote lo había ungido con el óleo equivocado, no usó el bautismal, usó el de la extremaunción, dándole con ello el "poder" de ver lo que nadie más podía ver: espíritus. Se había convertido en lo que la gente llamaba Vedoiros. Formaron parte de su vida desde aquel momento, lo vio como algo normal, hasta que fue creciendo y empezó a tener conciencia de todo aquello, no era nada habitual. Después de buscar en internet información sobre aquel lugar, descubrió que allí se había librado una gran batalla. Era un lugar donde habían caído cientos de personas. Un lugar de muerte y sufrimiento. Supo entonces lo que le esperaba. Y no se equivocó. Nada más pisar aquel suelo se vio rodeado de soldados.


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