martes, 1 de junio de 2021

VOLAR

 

 

 

 

 

Muelle, lugar de reunión para amigos, amantes. También lugar de encuentro con uno mismo. El mar, en toda su magnitud, a sus pies. Lugar de reflexión, de paz, de ensimismamiento. Lugar donde poder expiar tus pecados, llorar tus penas, añorar tiempos mejores y evocar sueños no cumplidos. Un bonito lugar para empezar algo nuevo. Dejar atrás penas, dolores, miedos, fobias. Lanzar al mar el ancla que te sujeta a la vida. Dejarte llevar. Volar. Soltar amarras. Buscar la felicidad que un día te fue vetada. Un lugar en el cual, si cierras los ojos, todo parece posible. Hasta ser feliz. Una mujer, sentada ante una mesa, contemplaba aquellas vistas impresionantes, tomando su última taza de café. Sus ojos ojerosos, rojos de tanto llorar y sufrir, cubiertos por unas gafas de sol, se deleitaba ante tal belleza. Pero aquello no era suficiente para reactivar su corazón, que yacía muerto hacía mucho tiempo. Muerto en vida. Maltratado una y otra vez. Tan roto, que cada vez era más difícil unir los miles de trozos que lo formaban y que tantas veces había tratado de pegar. Se levantó. Dejó unas monedas sobre la mesa. Se acercó a la barandilla, la subió, estiró los brazos como un pájaro dispuesto a alzar el vuelo y se dejó caer, mientras el sol se escondía tras el horizonte.

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