viernes, 28 de marzo de 2025

AMOR INMORTAL

 Por la mañana a la hora del desayuno Elisa estaba ausente. Con una taza de café en la mano tenía la mirada perdida. Su marido la besó en la mejilla antes de irse a trabajar mientras le decía que estaría ausente un par de días por motivos de trabajo. Ella no le respondió. Antes de irse Tom le comentó que había tenido una pesadilla esa noche y que no paraba de repetir “con sangre escribí la carta a mi amante inmortal” y algo molesto le comentó que a la vuelta tendrían que tener una conversación los dos, ya no por las pesadillas que los ultimos dias la venían despertando empapada en sudor a mitad de la noche sino también por aquellas palabras que había dicho en sueños.

Ella siguió con la mirada perdida, sin responder. Él se dio por vencido ante el silencio de su mujer y se fue.

La mujer se levantó y fue hasta la habitación que compartía desde hacía más de veinte años con Tom. Se acurrucó bajo el edredón y comenzó a llorar.

Desde aquel día vivía con el temor de que la policía llamara a su puerta. Ella lo había matado. A él, a su amante, a su amor eterno, inmortal. Pero ya no podía más. Cada vez le exigía más cosas, cosas que ella no podía, o no quería darle. Y un día decidió acabar con su vida.

Tenía llave de su apartamento y una noche entró a hurtadillas esperando no despertarle. Sabía que era casi imposible hacerlo por las pastillas que se tomaba para dormir y que lo dejaban fuera de combate.

Lo observó mientras dormía. Observó  sus ojos cuya mirada la hipnotizaba, los labios que tantas veces había besado con una pasión desmesurada y decidió que tenía que dar por finalizada aquella relación. Quería a su marido y el amor que su amante le procesaba se había vuelto demasiado posesivo por su parte. Ella buscaba el placer del cuerpo sin más, él quería mucho más. Sus abusos eran enfermizos. La atosigaba continuamente. No podía perder lo que tenía por unos encuentros esporádicos.


Le cortó el cuello. Y con la sangre que manaba a borbotones escribió con el dedo en la pared de su habitación una carta de despedida. 

“Te quiero y siempre te querré pero nuestro amor no puede ser de este mundo en la muerte podremos volver a encontrarnos y dar rienda suelta a nuestra pasión.”


jueves, 13 de marzo de 2025

LA MELODÍA

 En todo el mundo, todo aparato que reproducía música en cualquiera de sus formatos dejó de funcionar.

Un silencio sepulcral rellenó el espacio dejado por cada melodía, balada, canto, tonadilla, aria, copla, canción, tonada… que dejó de oírse, de repente. como si decidieran que era tiempo de tomarse un descanso. 

Al principio el ser humano pensó que algún problema tecnológico estaba detrás de aquella ausencia de música y no entró en pánico hasta que los minutos fueron corriendo y aquel asunto no se resolvía. La música no regresaba a sus vidas.

Entonces….

Cuando el descontento estaba llegando a su punto más álgido una nota, arrancada de un violín en clave de sol. sonó primero con cierta timidez, con cierto recelo que, poco a poco, acompañada de otras notas dieron paso a una sinfonía conocida mundialmente: My Heart Will Go On (Titanic).

La gente se calmó.
Dejaron de pelearse y escuchaban embelesados aquella melodía que tocada por aquel solista anónimo hacían que por un momento creyeran que todo era posible incluso tocar el cielo y ver el rostro de Dios.

El demonio hipnotiza con su violín.

Mientras tanto sus secuaces, sus aliados estaban tomando posiciones a la espera de una señal… 

Pero los minutos se convirtieron en horas y las horas dieron paso a los días y éstos a semanas y las semanas se juntaban para formar los meses y los que aquellos habían pensado no hacía mucho tiempo que aquella melodía los llevaba al cielo ahora sus pensamientos eran exactamente lo contrario aquella melodía era el infierno en la tierra. 

El solista en ningún momento dejó de tocar como si no tuviera necesidad de tomarse un descanso, de comer, beber, ir al baño… o simplemente estirar los dedos. No. 

El seguía tocando y tocando sin parar.

La desesperación, la frustración, el cansancio llevaron a que los nervios de la gente estuvieran cada vez más a flor de piel. 

Un roce con otra persona en un supermercado, una palabra más alta que otra en una conversación, el llanto de un niño, el ladrido de un perro… sería el detonante hacia lo inevitable… hacia la catástrofe, hacia el dolor y la muerte.

Y así fue. Un mes después de que aquel solista encapuchado empezara a tocar aquella melodía la gente explotó. 

Esa era la señal. Los demonios se hicieron con la voluntad de los hombres. El mal tomaría las riendas del mundo.

Pero había algún que otro mortal que no había sucumbido al demonio  y su melodía. Sólo estaría a salvo  escondido en la luz. Si alguna sombra le rozaba aunque solo fuese un milímetro de su piel su corazón sucumbiría a la maldad llenando de oscuridad su alma.


viernes, 7 de marzo de 2025

EL CAMPESINO

 El campesino estaba trabajando en sus tierras cuando un hombre vestido con traje y corbata se acercó a él. Le saludó cortésmente y le ofreció el maletín que llevaba en su mano derecha. El campesino lo abrió. Estaba repleto de dinero.

El hombre le dijo que con todo ese dinero podía alimentar a su esposa y a sus hijos durante mucho, mucho tiempo.

Pero la codicia ya había tomado posesión en su cabeza y le dijo que aquel dinero lo utilizaría para él solo. Nada de mujer ni de hijos, se divertiría a lo grande.

El dinero corrompió al campesino.

El hombre entonces le dijo que en tal caso podía llevarlo a su castillo durante una semana durante la cual no le faltaría de nada, podía tener todo lo que quisiera aunque aquello tuviera alguna que otra repercusión.

El campesino no preguntó cuál era el precio que tenía que pagar por ver cumplidos todos sus sueños. Lo único que le importaba era pasárselo bien, sin pensar en nada más.

Durante esa semana lo pasó en grande, había algo que le extrañaba no había espejos en el castillo, ninguno. Supuso que sería alguna extravagancia del señor del castillo. Cuando salió de allí y el hombre del traje lo llevó a su casa se sentía muy cansado, le habían salido unas manchas muy raras en las manos y en el cuerpo y por el retrovisor del coche en el que iba pudo ver que su pelo se había vuelto completamente blanco y su cara estaba surcada de arrugas. 

Pararon frente a su casa pero ni su mujer ni sus hijos salieron a recibirlos. El hombre se fue. Él entró, vio su imagen reflejada en el espejo del vestíbulo. Había envejecido un montón de años. Ese había sido el precio a pagar por ser tan codicioso. Cinco años por día pasado en el castillo. Su familia lo había abandonado y se habían ido a vivir con unos parientes. Ahora él estaba solo, sin dinero y sin fuerzas para trabajar sus tierras.


CORONACIÓN DEL ABAD

  Cuenta la leyenda que desde el palacio condal y el monasterio de San Vicente do Pino, en Monforte de Lemos, había un pasadizo. Éste era ut...