—¡Hola papá! ¿Cómo te encuentras hoy?
Silencio al otro lado del teléfono
—¡Papá! ¿estás ahí?
—Sí, sí, estoy aquí —le respondió su padre
—¿Has logrado dormir estos días?
—No, hija. Duermo un par de horas nada más. Me llamarás loco, o estaré senil, pero sigo sintiendo una presencia extraña en mi habitación. Ojalá fuera tu madre, pero sé que no lo es. Siento que este ser, ente o como quieras llamarlo es malo, muy malo. Esta noche me he levantado con arañazos por todo el cuerpo.
Ahora el silencio se hizo al otro lado de la línea.
—Hija, ¿sigues ahí?
—Sí, sí papá, sigo aquí. Pero pienso lo mismo que la otra vez, soy imaginaciones tuyas, No hay nada sobrenatural en tu casa, ya sabes lo que pienso sobre esas cosas, son imaginaciones tuyas.
—No lo sé, hija, lo siento muy real.
—Tienes que ir a ver un médico, papá.
—¿Te refieres a un loquero?
—Llámalo como quieras, pero tienes que pedir ayuda. No puedes seguir así. Me tienes muy preocupada. He pedido unos días para ir a verte.
—Me alegrará verte. Hablamos mañana, hablé con Juan y me tiene preparado el helicóptero, tal vez volar un rato me despejará la mente.
—Vale, papá. Hablamos mañana.
Cuando el aviador llegó al hangar el helicóptero ya estaba preparado.
Saludó a Juan con la mano.
Juan se quedó mirando cómo Tom se dirigía al helicóptero y lo ponía en marcha. Algo le llamó la atención y se lo comentaría a la policía posteriormente. Tom se dirigió solo al aparato pero cuando despegó a su lado había otro hombre. O mejor dicho, la sombra de un hombre.
Al poco de despegar del helicóptero éste comenzó a girar descontroladamente. Tom no lograba hacerse con el control.
Finalmente el aparato cayó al mar.
Cuando lo sacaron vieron que le habían rajado la garganta. Pero ¿quién? si iba solo. No encontraron ningún otro cuerpo en el agua.
¿Acaso el asesino logró escapar?
El brutal asesinato del aviador no fue resuelto.
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