Cuenta la leyenda que hace muchos años un lobo de gran tamaño y solitario hizo un pacto con el pueblo inuit: ellos no cazaban de noche y él les protegería de cualquier peligro que pudieran acecharles.
Vivieron en paz durante mucho tiempo hasta que un atardecer aparecieron unos hombres, unos cazadores, que buscaban a un ser de grandes dimensiones con forma de lobo para matarlo.
Los habitantes de la aldea les suplicaron que no cazaran de noche que esperaran al alba, sería más seguros para ellos.
Pero tras beber en la taberna hasta que la sobriedad dio paso a la embriaguez. Envalentonados por el estado en el que estaban hicieron caso omiso de las súplicas de la gente del pueblo y salieron al bosque a dar caza a aquel ser llamado Amarok.
El gran lobo los olió y los escuchó caminando por el bosque. Silencioso se fue acercando a ellos. Eran una gran grupo de hombres. Pero aquello no sería un impedimento para darles caza. Al final la presa daría caza al cazador.
Empezó a hacer ruido entre la maleza. El cabecilla de aquel grupo sugirió que se separaran. Le habían facilitado las cosas al gran lobo sin querer. Amarok fue cazando uno a uno, no los mataba, los engullía vivos porque Amarok roba las almas de los cazadores. Aquella energía que habitaba en su interior hacía que fuera más poderoso.
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