Se abrió de golpe la puerta del despacho del doctor Smith. Un enfermero con la cara descompuesta por el miedo le gritaba algo que él no lograba entender. El doctor intentó tranquilizarlo. Y poco a poco fue comprendiendo que algo pasaba con un paciente ingresado en el centro. Martí Salgado.
Un esquizofrénico que había matado, en los últimos años, a diez personas (que se sepa, no se descarta que podían ser más) porque las voces de su cabeza se lo pedían.
El doctor Smith salió disparado del despacho seguido del enfermero. Los gritos provenían de la sala de la televisión.
Cuando Martí vio al doctor se acercó a él visiblemente alterado zarandeándole y gritándole que las voces habían adquirido formas.
-¡¡¡¡ Siento como me siguen!!! ¡¡¡ Los muertos me siguen!!! ¡¡¡Tiene que ayudarme!!!
Martí echó a correr hacia su habitación. El doctor fue tras él. La puerta se cerró de un portazo impidiéndole el paso. Intentó abrirla. Dentro los gritos de Martín cada vez eran más aterradores, siniestros…
El enfermero llegó con la llave.
Encontraron al paciente flotando a la altura del techo.
Se llevaba las manos a la garganta. Se estaba asfixiando. Dejó de resistirse y se cayó al suelo.
La sangre pronto tiñó de rojo el suelo.
Estaba muerto.
La autopsia determinó que la muerte de Martín Salgado fue por estrangulamiento.
Pero…. ¿Quién lo había hecho?
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