lunes, 7 de diciembre de 2020

AGNES

   




          Agnes era un preciosa muñeca de trapo de pelo marrón, vestía un camiseta blanca y azul a rayas y un peto vaquero con unos flores en un lateral, también lucia unos calcetines marrones a juego con su melena.

           Vivía en una juguetería esperando un hogar donde pudiera jugar con algún niño y hacerlo feliz.

           Pero el tiempo pasaba y pasaba y Agnes seguía allí, sola y triste. Nadie la llevaba a casa, nadie la miraba siquiera. Se acercaba la Navidad y la muñeca seguía en aquel rincón cogiendo polvo y ajándose poco a poco. Sería su última Navidad en la tienda, pronto la llevarían al almacén donde nadie la volvería a ver. 

           La tienda cerró, los últimos clientes se habían ido ya y el dueño se fue a casa. A Agnes se le encogió el corazón, nunca haría feliz a ningún niño. Y de sus diminutos ojos, unas lágrimas asomaron esparciéndose por su carita, mojándola por completo.

           De pronto escuchó un ruido de cascabeles. Una gran luz  iluminó la tienda por completo como si el sol hubiera salido de repente. Un hombre vestido de rojo, con una gran barba blanca se plantó delante de ella. Había oído hablar de él, la gente que acudía a la tienda lo mencionaba, sobre todo en estas fechas, era Papá Noel.. El hombre la miró y la sonrió. Las lágrimas de Agnes dieron paso a una sonrisa y su corazón se llenó de esperanza. Papá Noel la tomó entre sus manos y la colocó suavemente en el trineo, a su lado. 

                         -Jovencita -le dijo- nos vamos a dar un paseo

             El trineo tirado por unos renos emprendió el vuelo, cada vez alcanzaban más y más altura, Agnes tuvo miedo, pero aquel hombre la miró con ternura y su miedo se esfumó.

            Llegaron a la Luna, estaba preciosa llena de luces de colores, Papá Noel le señaló con el dedo hacia la tierra, ella miró en aquella dirección haciendo que su corazón se llenara de alegría, la gente cantaba villancicos, se reían, había luces de todos los colores por todas partes, muñecos de nieve, niños jugando con la nieve, papás tomando chocolate caliente, árboles de navidad, de todos los tamaños adornados con bolas y guirnaldas.

             Agnes era tan feliz...... Aquello era maravilloso. Papá Noel le pidió que cerrara los ojos y descansara un poco, no tenia que insistirle mucho, estaba muy muy cansada y pronto se quedó dormida acurrucada junto a aquel hombre en aquel hermoso trineo.

             A la mañana siguiente un grito la despertó. Vio ante ella a una niña pequeña con unas grandes coletas adornadas con unos lazos de color rojo y con unos grandes ojos azules que la sostenía en brazos. La niña la abrazó, la colmó de besos mientras gritaba, ¡¡gracias Papá Noel! y corría por toda la casa. Agnes al fin había encontrado un hogar.



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