Radio despertador, sonando en la mesilla de noche con un tema de Queen que estaban pinchando
en la emisora de los cuarenta principales. Junto a él un libro de autoayuda, que le había regalado una amiga, que según ella
era mano de santo y que tras leerlo te cambiaría la vida. A ella no le había
convencido mucho aquel libro, tras leer las diez primeras páginas, creía que
aquel autor era un timador de tres al cuarto que se quería forrar vendiendo
aquellas tonterías que contaba, pero bueno, tal vez esta noche le diera otra
oportunidad, luego ya vería.
La mujer lo
apagó, en su mirada se veía que no había
pasado una buena noche. Una pesadilla había enturbiado su descanso. En ella se veía
caminando por la calle, distraída mirando el móvil, no vio que faltaba la tapa
que cubría aquella alcantarilla, se dio cuenta de ello cuando notó que bajo sus
pies se había hecho el vacío, se caía y una rápida mirada había abajo, le hizo
comprobar que aquello no tenía un final muy prometedor, en ese momento se despertó,
sobresaltada y bañada en sudor.
Tras una buena
taza de café salió de casa para ir a trabajar. En el metro un violinista madrugador, hacia más amena
la mañana, con temas de Beethoven y Mozart. Tras la desescalada su empresa tuvo que subrogar a gente, entre ellas estaba ella. A partir de ese momento la carga de trabajo
se hizo insufrible. Pero tenía a mano su frasco de pastillas de isoflavona, que le había recetado su médico
de cabecera, y que tras probarlas su vida ya no era la misma si no las tenía.
Al metro le
faltaban diez minutos, se sentó en un banco. Se sentía cansada, sin ánimos, decidió
tomarse dos pastillas más de aquel frasco. Lo estaba sacando del bolso cuando notó
una ola de vapor a sus espaldas,
como si alguien hubiera abierto la puerta de una sauna. Giró la cabeza para
averiguar de dónde provenía aquello. Vio en la pared a sus espaldas un meme sobre el ex presidente de Estados
Unidos, era muy original y sonrió ante tal ocurrencia. Pero, aunque aquello la
hizo olvidar unos segundos para que había girado la cabeza, pronto lo volvió a
recordar y recorrió con la mirada el resto de pared. Aquella ola de vapor se estaba
propagando por todas partes, ya casi era imposible distinguir la pared y lo que
la rodeaba. Una figura oscura emergió de aquel vapor acercándose a ella. Le pareció
distinguir a alguien conocido. A medida que se fue acercando a ella, aquel
rostro se convirtió en el de su padre, fallecido diez años atrás. La sorpresa y
el miedo la paralizaron de tal manera que no podía moverse, y cualquier intento
de gritar fue en vano, ningún sonido salía de su garganta. Lo último que vio
fue a una pareja joven que, a cierta distancia, estaban viendo lo que estaba
pasando, pensando que tal vez se trataba de una broma o una filmación cinematográfica
estaban haciendo un selfi.
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