domingo, 14 de febrero de 2021

DESEO

 


Partituras en su sitio. Me siento al piano y empiezo a tocar. Desde muy pequeño me apasionó la música y el piano se convirtió en mi razón de ser. Esta noche compartiré con el público mi música y sé que me aclamarán, siempre lo han hecho. Hace dos noches tuve un sueño. Una mujer bellísima, se presentó en mi cuarto, llevaba un vestido blanco que le llegaba hasta los pies. Me preguntó cuál era mi mayor deseo, le dije sin titubear, que quería ser el mejor pianista de todos los tiempos. Entonces me entregó unas partituras, prometiéndome que con ellas no habría nadie que me pudiera parar. Al levantarme por la mañana, unos papeles cayeron al suelo desde mi cama. Eran aquellas partituras. Esta noche tendré una sorpresa para mi público, después de leerlas una y otra vez he de decir que es lo mejor que se haya escrito nunca. Empecé con aquella partitura, a los dos minutos, el público había enmudecido, mis dedos se movían solos como si aquella música saliera de dentro de mi. Estaba fascinado. Pero.... algo pasó, la gente se empezó a levantar de sus asientos, se agredían unos a otros, se mordían y arañaban, había sangre por todas partes. Quise dejar de tocar pero mis dedos no me obedecían. No podía dejar de moverlos. Un hombre viene hacia mí. ¿De qué salga vivo, cuál es el porcentaje? Yo diría que más bien nulo. Se acerca cada vez más, no parece humano. Se ven manchas de sangre en su traje negro, también en sus manos y en su cara. Me entra pánico. Intento que mis dedos dejen de tocar aquella música. Sé que es la causante de todo aquel caos. Pero no hay manera. Mi muerte está cerca, lo presiento, no podré escapar de aquel hombre, no mientras mis dedos sigan pegados a las teclas. Entonces tras él aparece la mujer que había visto en mis sueños. El tiempo se para. El hombre que se iba a abalanzar sobre mí, tal vez para arrancarme los ojos o un trozo de sangre, no quiero saber cuál era su intención, queda en una posición un tanto inverosímil, sino fuera por el pavor que me embargaba, creo que me echaría a reír. De puntillas con una pierna, la otra levantada a punto de hacer un salto, la boca abierta de par en par, con unos regueros de saliva corriendo por su barbilla, los ojos desorbitados, y los brazos estirados, parecía un acróbata a punto de realizar un salto mortal. Aquella mujer se acercó a mi mientras me miraba atentamente. Sus ojos azules como el cielo eran hipnotizadores, Y me volvió a realizar la misma pregunta que ya había oído dos noches atrás. ¿Cuál era mi mayor deseo? La respuesta obviamente, no fue la misma. “Salir de aquí con vida” le dije. Ella esbozó una sonrisa y me dijo. “Si mueres hoy, serás reconocido mundialmente por tu música. Si sales con vida, no volverás a tocar el piano jamás, tus dedos sufrirán daños irreversibles” Aquello me hizo recapacitar antes de dar la respuesta definitiva. La música, el piano, aquella vida, lo era todo para mí. Si no podría tocar nunca más, de alguna forma estaría muerto en vida. Mi respuesta hizo que el tiempo siguiera corriendo y que aquel hombre me matara.


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