miércoles, 10 de febrero de 2021

INFIDELIDAD

 


Tras preparar aquella escapada de fin de semana de manera casi milimétrica, para no levantar las sospechas de su mujer, todo se fue al traste. Su cita había cancelado el viaje citando textualmente, "motivos de trabajo" de los cuales no le explicó mucho, salvo que era muy importante. Así que, tras pasar una noche en el hotel solo decidió volver, la mañana del sábado, temprano a casa. Estaba seguro de que su mujer se pondría muy contenta al verlo, además ya tenía una excusa para justificar su regreso a casa antes de lo previsto. Pero las cosas casi nunca suceden como uno espera. Lo había escuchado muchas veces, pero aquel día lo viviría en primera persona.

 Al llegar a su casa, vio un coche en el camino de acceso, lo reconoció de inmediato, era el de su amante. La gran pregunta era ¿Qué demonios hacía allí? Y otra igual de importante ¿por qué estaba allí? Se sintió furioso y asustado. La primera idea que se le cruzó por la cabeza fui la de irse de allí, lo más lejos posible. Pero él no era la clase de persona que huye, él siempre afrontaba sus miedos y sus problemas, aunque aquello sobrepasaba todo lo que había tenido que vivir hasta ahora. Su peor pesadilla se estaba haciendo realidad. Despacio se encaminó hacia la puerta, esperando que en cualquier momento salieran cosas volando en su dirección o su mujer enfurecida abalanzándose sobre él con un cuchillo en la mano, llamándole infiel y cosas peores. No sucedió nada de eso.

Entró en casa, había abierto la puerta con sus propias llaves. Escuchó voces en el salón, reconoció dos de ellas, la de su mujer y la de su amante, pero la tercera no. Escuchaba risas mientras se acercaba. Aquello no tenía ningún sentido, ¿por qué se reían? Llegó hasta el salón, que era de donde provenían las voces, tres cabezas se giraron para mirarle, eran dos mujeres y un hombre. No entendía nada. Se levantaron, no mostraban signos de enfado hacia él. Ella iba tomada de la mano de la otra mujer. Su amante se acercó y lo besó en los labios. Había champán sobre la mesa y cuatro copas. Y una gran tarta de chocolate, su preferida. Lo abrazaban y felicitaban, se había olvidado de que era su cumpleaños. Lo habían dispuesto todo a sus espaldas. No sabía si enfadarse o seguirles la corriente. Optó por lo segundo. Tras unas copas de champán lo hablaron. Él era el único que no había visto lo que pasaba, tal vez porque pensó que ella no lo entendería. Pero ahora, se dio cuenta de que su mujer había pasado por lo mismo que él. Y no tuvieron la fuerza suficiente para hablarlo por no hacerse daño. Se rieron, lloraron y fue la mejor fiesta de cumpleaños de toda su vida. Al final, si los astros te acompañan, incluso las historias de infidelidad, pueden tener un final feliz.


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