viernes, 12 de febrero de 2021

LOCURA

 



Me duele el estómago y la cabeza me va a estallar, los excesos con el turrón y los barriles de cerveza que trajo mi cuñado, me están pasando factura. No logro dormirme, y necesito hacerlo, aunque sea un par de horas, o me volveré loca. Mi marido no está, tiene turno de noche en el hospital y mi hija se fue de fiesta con una amiga. Tumbada en la cama me doy cuenta del silencio que hay en la casa, escucho mis propios pensamientos y como me zumba la cabeza, es de locos. Sería un buen tema para una historietista. Creo que el sueño ya llega, bienvenido sea. Escucho algo, creo que están llamando a la puerta, quién puede ser a estas horas, ¡dios santo, espero que no sea la policía! Existe un gran porcentaje de que eso ocurra. No son ellos. ¡Menos mal! Vuelven a aporrear la puerta. Algunas personas deberían invertir su tiempo libre en algo productivo, y no en molestar a la gente. Por la mirilla no veo a nadie, tal vez debería llevar algo para defenderme, nunca se sabe. Pero ¿qué?, el bate de béisbol de mi marido, está metido en el paragüero, no sé qué hace ahí, pero eso no importa ahora. Lo cojo y abro la puerta con cautela. No hay nadie, salgo y tropiezo con algo. Una caja de cartón. ¿Qué demonios es esto? Está claro que tengo un don para toparme con cosas que no son mías. La abro y…¡¡ sorpresa, un bebé!!, parece muy pequeño, casi como si acabara de nacer. Y viene con una nota que dice: “el padre es tu marido”. Ante este hallazgo, por un momento me cuesta hilvanar las ideas en mi cabeza.

Saco al bebe de la caja y lo llevo dentro. Por la ropita azul parece que se trata de un niño, esta dormidito y la verdad es que es muy guapo. Intento llamar a mi marido, pero me dicen que está operando en ese momento. La noche de Navidad suele ser dura en su trabajo. No sé de quién puede ser ese bebe, pero tengo claro de que de mi marido no es. Se hizo la vasectomía cuando tuvimos a la niña, de eso hace ya 15 años. Alguien quiere acabar con este matrimonio, pero ¿quién? Tengo que llevar al bebe al hospital para saber si está bien, y de paso avisar a la policía. Me visto mientras el niño sigue durmiendo plácidamente.  Lo envuelvo en una mantita y salgo a la calle. Un coche se acerca y se para a escasos metros de mí. Oigo unos gritos en el asiento y reconozco la voz de mi hija que me llama. El corazón me da un vuelco y corro hacia el coche. Entonces baja una mujer, la reconocí de inmediato, es una ex compañera de mi marido, trabajaba como pediatra en el hospital. Pero hacía casi un año que se había ido de la ciudad, por una depresión creo recordar. La llamaban la aragonesa. Abre la puerta trasera del coche y arrastra a mi hija por los pelos fuera. Mi hija grita y yo quiero ir a su encuentro, el bebé se pone a llorar en mis brazos y el miedo se apodera de mí. Esa mujer tiene algo entre las manos, ¡Dios mío es un cuchillo! Lo pone en el cuello de mi hija. Oigo un teléfono sonar en la casa, es mi móvil, con las prisas no lo cogí. Seguro que es mi marido, él sabe que nunca me separo de él y que si no lo cojo sospechará que pasa algo. Trato de acercarme a aquella mujer, está fuera de sí. Dice que nos va a matar a las dos. Me acerco a ella para tratar de calmarla, el resultado es un pequeño corte en el cuello de mi hija, puedo ver la sangre, no sigo avanzando y le pregunto qué demonios quiere. En mi cabeza suena el teclado de un piano con una melodía siniestra sacada de una macabra partitura. La respuesta es obvia quiere a mi marido y librarse de nosotras dos. Quiere formar una familia con él y con el hijo que dice que es de ambos. Yo le digo que no es de él que no puede ser, ahí queda un poco confusa, veo que no lo sabía. Las sirenas de la policía se oyen acercándose, dos coches patrullas se sitúan delante de la casa, detrás otro coche, lo reconocí, era el de mi marido. Tratan de calmar a la mujer, pero ésta se enfurece más, la vida de mi hija corre grave peligro. Mi marido baja del coche y se acerca corriendo. Ella lo ve y le dice que nos tiene que matar para comenzar una nueva vida juntos, con el bebé. Él se queda atónito no entiende nada, ¿de qué bebé le estaban hablando? Un par de policías se sitúan detrás de ella esperando el momento adecuado para reducirla. Le hacen señas a mi marido para que siga hablando con ella. Él trata de calmarla diciendo que baje el cuchillo y que lo solucionarán que se harán cargo del pequeño y que todo saldrá bien. Ella baja la guardia y en eso los policías entran en acción, la reducen y salvan a mi hija.

Días después nos enteramos por la policía, que la mujer había robado el bebé del hospital, y que sufría el síndrome de Clerambault o erotomanía. Estaba enamorada de mi marido y en su cabeza se formó la idea de que era correspondida e incluso que iban a tener un hijo juntos, como ella no podía tenerlos, lo robó de la maternidad. Este síntoma no es muy corriente suele suceder en mujeres más bien tímidas, aquejadas de depresión y baja autoestima. El objeto del engaño suele ser un hombre inalcanzable bien por su status financiero, social, matrimonio o desinterés.


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