Vio un pájaro revoloteando entre
los barrotes de su celda. Lo miró emocionado. Tal vez fuera una señal de que
las cosas podrían cambiar. Lo acusaban de la muerte de su hija pequeña. Era
inocente. Su pesadilla comenzó el día del entierro de su padre, hacía cinco
años. Llevaba a su niña cogida de la mano. Se había congregado mucha gente en
el cementerio. Su padre era un hombre muy querido por todos. La gente se
agolpaba a su alrededor, para saludarle y darle el pésame por tan triste
pérdida. La niña se soltó de su mano. Él se dio cuenta de ello e intentó
buscarla, pero no podía dar más de dos pasos sin que viniera alguien a
abrazarle o estrecharle la mano. Cuando la cosa pareció tranquilizarse, la
buscó por el cementerio y alrededores. Pero la niña no aparecía. La policía
consideró su comportamiento muy sospechoso. Y estaba el agravante de la inminente
separación de la pareja y su fuerte vínculo con la niña. Un guardia le dijo que
su abogado había ido a verle. Su madre
había muerto y habían encontrado a la niña. Al parecer la curiosidad de la
pequeña, la había llevado a la tumba, cayéndose dentro, muriendo de un golpe en
la cabeza. Nadie lo vio y el ataúd se colocó encima. Habían encontrado sus
restos al enterrar allí a su madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario