Trineo,
deslizándose a una velocidad vertiginosa por la ladera de la montaña. Un guarda
lo observaba, a través de los prismáticos, en la cima de la misma. Temía por la
vida de aquel hombre y no podía entender a que se debía tanta prisa. Echó un vistazo
a su alrededor y entonces lo vio. Una nube de grandes dimensiones y muy oscura,
parecía perseguirlo. Su velocidad iba incrementando en proporción a la
velocidad que iba adquiriendo el trineo. Entonces bajo la atenta mirada del
guarda, sucedió. Era algo insólito,
macabro, impensable. Aquella nube empezó a escupir peces de su interior. Hasta tal punto que el hombre que iba
dirigiendo el trineo, perdió el control, impactando contra un árbol. El guarda
nervioso, por lo que acaba de ver, empezó a deslizarse por la ladera, en un
intento desesperado por salvar la vida aquel hombre. Cuando llegó junto al
trineo, el cuerpo del hombre había sido sepultado, literalmente, por centenares
de peces provistos de grandes aletas y de color plateado. Pidió ayuda por radio,
necesitaba que acudiera, cuando antes, algún sanitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario