martes, 1 de junio de 2021

DESLIZAR

 

 

Deslizar aquellas ideas por mi mente, como pequeñas gotas de agua que se van escurriendo por el cristal de la ventana en un día de lluvia, me resultaba placentero y me atrevería a decir que estimulante. La sola idea de que estaban allí, dentro de mí, hacían crecer mi ego de manera exorbitante. Seguramente Dios se sentiría de aquella manera, era fascinante. Aquellas ideas, una vez depositadas en algún rincón de mi cerebro, empezaron a tomar forma. Se hacían cada vez más nítidas, más reales, a medida que se iban juntando y entrelazando entre ellas. Una mañana al despertarme supe que estaba listo. Me dediqué a planificar hasta el último detalle. No podía dejar ningún cabo suelto, ni fiarme del arma de doble filo, que es el azar. La parte que menos me gustaba era la de esperar, a veces durante horas. Quería entrar en acción, sentir el chute de adrenalina corriendo por mis venas, que me producía juguetear con mi presa, cuchillo en mano y luego arrancarle la vida con él. Al principio la torpeza, ralentizaba mi tarea. Pero, como en cualquier trabajo rutinario, con el tiempo, adquieres destreza y rapidez. Este es el cuerpo número cincuenta que tiro por esta cascada.

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