jueves, 24 de junio de 2021

EL JUEGO DEL AMOR

 

Botellas de vino sobre la enorme mesa de madera, que ocupaba casi todo el salón. Junto a ellas, habían servido un verdadero festín. Los comensales comenzaron a comer con voraz apetito. Habían sido invitados por el conde, señor del castillo, para festejar su regreso que, por motivos reales, lo había tenido ausente muchos meses. Aún lejos del castillo, era conocedor de todo acontecía allí.  Supo de la infidelidad de su esposa y el nombre del amante. Uno de sus hombres de confianza y un gran erudito. Aquella fiesta formaba parte de un plan que había ideado y que sólo una mente perversa y malvada, como la suya, podría urdir. Cuando sus invitados hubieron calmado su apetito y saciado su sed, les propuso un juego. Haría una serie de preguntas que versarían sobre temas variados, entre ellos religión, arte, música, literatura. El que mayor número de respuestas acertara sería proclamado rey hasta el amanecer. Coronándolo con tal y sentándose en su trono. Todos aplaudieron la idea con entusiasmo y el juego sin más preámbulos, comenzó. A pocos minutos de la media noche quedaban dos ganadores. El amante de su esposa era uno de ellos. Hizo una última pregunta. Pidió que tradujeran un texto al latín. Sólo uno supo hacerlo, el abad. Como ganador se sentó en el trono, entre aplausos y vítores de los presentes. El rey, fiel a su palabra, le colocó en la cabeza una corona de hierro al rojo vivo acabando con su vida. 

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