Suma, resta, multiplica y vuelta a empezar. Así era el
trabajo de aquel hombre, rodeado de números, haciendo transacciones económicas,
balances, registros, día tras día, durante más de 20 años. El salario era bueno
y le daba para vivir bastante bien. Podía permitirse más de un capricho. Vivía
en un ático en el centro, con unas vistas impresionantes de la ciudad. Viajaba
bastante a menudo y no se privaba de casi nada. Pero de un tiempo a esa parte,
su vida empezó a parecerle insulsa, vacía, sin sentido. Le gustaba leer, se
inclinaba por la novela romántica, pero había empezado a leer novela negra y se
había enganchado totalmente a ella. A veces mientras tomaba una copa al
anochecer, contemplando la ciudad desde el ventanal de su salón, se ponía en
los zapatos del protagonista de la historia del libro que estaba leyendo. Le
gustaría ser un agente secreto, un James Bond de la vida, seductor y
conquistador, rodeado de mujeres guapas y peligros constantes. En sus sueños se
veía vigilado y perseguido por organismo de inteligencia, arriesgando su vida
en cada momento, pero con la victoria siempre de su parte.
Pero una noche, sus sueños tomaron otro camino. No era un
agente secreto, era un contable, era él. Y una sombra, una figura a los pies de
su cama, lo observaba. No podía distinguir sus facciones, pero sí un par de
ojos rojos como la sangre. “Cuidado con lo que sueñas”, le dijo antes de
desaparecer de su vista.
Cuando se despertó a la mañana siguiente, se estremeció
al recordar aquel sueño. El sonido del timbre lo devolvió a la realidad. En el
umbral de la puerta había tres hombres trajeados. Sin mediar palabra entraron
en su apartamento empujándolo hacia el salón. Sintió verdadero terror. Lo
primero que pensó es que lo iban a matar sin contemplaciones. Pero, ¿por qué? La
respuesta a la pregunta llegó de inmediato. Le ofrecían un trabajo de espionaje.
Su posición en el banco en que trabajaba era favorable para ese tipo de cosas.
Tenía acceso a las cuentas bancarias de las personas más ricas de la ciudad.
Fue una gran sorpresa para él, cuando se vio aceptando la proposición de
aquella gente.
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