El día había amanecido claro y luminoso. Sin embargo, a
media mañana el cielo se cubrió de unas grandes, amenazantes y oscuras nubes.
Las sombras se fueron dispersando por aquel pequeño pueblo costero.
Esas sombras comenzaron a trepar por las paredes,
cubriendo puertas y ventanas, impidiendo así la entrada y salida de la gente, convirtiendo
en prisioneros a todos sus habitantes dentro de sus propias casas.
La silueta de aquellas sombras era similar a la humana. Estaban provistas de brazos y piernas, aunque eran
inusualmente grandes. Tenían una cabeza muy pequeña en comparación con la
longitud del cuerpo de casi dos metros de altura. No tenían cara. Sólo eran
oscuridad.
La ciudad al completo entró en pánico al darse cuenta de
que hicieran lo que hiciesen no podían escapar de aquel encierro que le habían
impuesto.
Los gritos de pánico y terror se dejaban escuchar por
todas partes. Gritos desesperados y aterradores por salir. No sabían cuánto
duraría aquel encierro y el no tener las respuestas a esa y otras muchas
preguntas estaba haciendo mecha en la salud mental de cada uno de ellos. Los
móviles no funcionaban. Tampoco había luz. Todo era un plan urdido por el
mismísimo demonio.
Lo que ocurrió allí, también pasaba en otros lugares del
mundo. Lugares clave mencionados en todos y cada uno de los libros sagrados de
todas las religiones.
Mientras tanto, una mujer joven ataviada con un vestido
blanco, se paseaba por las calles vacías esbozando una sonrisa malvada,
escalofriante.
Comenzó a llover. El sonido de la lluvia amortiguaba los
llantos y lamentos que cada vez se escuchaban con menor intensidad.
La mujer comenzó a bailar bajo la lluvia.
Su danza macabra la llevó hasta la playa.
En el mar, que había estado en calma hasta ese momento,
comenzó a formarse grandes olas.
La joven se lanzó al agua. Habían desaparecido sus piernas,
dejando ver una gran cola de pez. Su rostro ya no era el de una muchacha joven
y hermosa. Se había transformado en la de un ser monstruoso con grandes
colmillos, garras en vez de manos y un par de cuernos a ambos lados de la
frente. Su nombre: Siredil
Una ola de unos cinco metros de altura se acercaba a
pasos agigantados hacia la orilla.
En cuestión de minutos el pueblo quedó destruido.
Dejó de llover.
El agua fue retrocediendo hasta regresar al lugar de
donde provenía, el mar.
La tierra comenzó a temblar. Se formaron varias grietas
en ella. Por allí comenzaron a salir al exterior cientos, miles de seres
oscuros.
Después de la tormenta nunca llegó la calma.
En todos tus relatos tienes la capacidad de ir aumentando la tensión hasta su culminación. Es maravilloso cómo consigues mantener la angustia. Enhorabuena 👏🏻👏🏻
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