miércoles, 14 de septiembre de 2022

EL PACTO

 

El hombre blanco había llegado dispuesto a implantar sus leyes a los habitantes de la tribu que, durante siglos, el corazón de la selva había sido su hogar.

El jefe de la aldea era una mujer. Tenía una hija cuya fama de gran guerrera, dotada de una fuerza descomunal y de una enorme crueldad con sus enemigos, había traspasado fronteras.

El hombre blanco había escuchado rumores sobre la valentía y destreza a la hora de luchar de aquella mujer, pero lejos de amendentrarse hicieron apuestas de quien la mataría primero.

Les ganaban en número y en armas a los habitantes del poblado. Dieron por sentado que la batalla estaba ganada antes incluso de empezar.

Pensaban atacar al amanecer. Decisión tomada por el general Marlon tras no llegar a un acuerdo con la mujer que gobernaba la tribu. Ellos querían su independencia y no yacer bajo el yugo de opresión que ellos querían imponerles con sus leyes y normas. Eran un pueblo libre y como tal querían seguir siéndolo.

Comieron y bebieron hasta el amanecer convencidos de que aquellos aldeanos tenían las horas contadas. Pero al despuntar el alba cuando el general llamó a sus hombres para preparase para el ataque se encontró que sólo un par de ellos seguían con vida.

El primer habitante de la tribu había hecho, siglos atrás, un pacto con el oscuro. Nadie conquistaría aquellas tierras, los salvaría de extraños e intrusos y vivirían en paz y armonía. A cambio el oscuro era libre de yacer con sus mujeres y engendrar guerreros inmortales que le ayudarían en su tarea de conquistar el mundo.

El general Marlon comenzó a caminar hacia la aldea lleno de ira y rabia. Era un hombre duro que no conocía la palabra miedo. No esperaba encontrar lo que encontró, ni ver lo que vio. Había muchas estacas colocadas hilera frente a la aldea, con las cabezas de sus hombres clavadas en ellas. Llegó la siniestra independencia.

Fue llevado a la aldea donde le tenían preparada otra sorpresa.

Lo hicieron arrodillar ante un ser monstruoso con grandes colmillos y garras afiladas que se asemejaba más a un animal que a una persona. Tenía una calavera entre sus manos. A su lado había una joven muy hermosa. La reconoció. Era la famosa guerrera de la que había oído hablar.

--Ésta es la calavera del último insensato que, como tú, quiso conquistar estas tierras. –le habló aquel ser del averno- quiero que sepas que nadie logrará hacerse nunca con estas tierras. Seremos libres hasta la extinción del mundo tal y como lo conocemos. Éste es mi reino y el que ose tan siquiera pensar en arrebatármelo tendrá el mismo final que tus hombres y los hombres que antes vinieron.

Tras unos minutos de silencio que se le hicieron eternos al general porque sabía que en ese intervalo de tiempo estaba en juego su vida, el ser por fin habló.

-No te mataré. Contarás al mundo lo que aquí ocurrió. Pero tu vida tiene un precio, el de tus seres queridos. En tu tierra nadie te esperará. Vivirás solo el resto de tus días y cuando llegue la muerte a buscarte te estaré esperando.

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