lunes, 31 de octubre de 2022

HAY AMORES QUE MATAN

 

 

- ¿Te fijas cuanta gente se ha reunido hoy aquí, Mario?

El tal Mario, un adolescente alto y desgarbado, miraba a su alrededor asombrado y sin llegar a entender muy bien que un entierro tuviera un gran parecido con un día de feria. Viejos y no tan viejos rostros pasaban ante él. Casi todos eran conocidos. Los asistentes mostraban semblantes compungidos, enmascarando corazones helados. Caminaban como sonámbulos en busca de un poco de paz para sus ya condenadas almas.

Mario caminaba entre ellos mirando en todas direcciones como si no buscara algo en concreto.  Una conversación entre una joven muy guapa, la cual no conocía, y un chico, el único amigo que había tenido en su vida, salvo Juan, claro está captó su atención. Se detuvo a poca distancia de ellos, quería escuchar lo que hablaban.

Juan se puso a su lado. Mario le dijo entre susurros que no hiciera ruido y que escuchara.

- ¿No te das cuenta de que somos invisibles para todos ellos? –le replicó Juan

-Aun así, no te muevas, por favor –le respondió en todo casi suplicante Mario.

La chica le había pedido a su amigo que le contara lo que había pasado para que aquel nublado y frío del mes de octubre se reunieran en aquel lugar que le producía escalofríos. Nunca le gustaron los cementerios. Había escuchado retazos de ella, pero dudaba que todo lo que se decía por ahí fuese cierto. Ella sabía que él conocía si no todos, por lo menos si la mayoría de los detalles de lo acontecido.

Juan y Mario iban juntos al instituto. Juan llegó el último año y en cuanto la mirada de aquellos dos chicos se cruzó en clase, el flechazo fue total. Mario no tenía muchos amigos. Se apartaban de él como si su homosexualidad fuera una enfermedad contagiosa. Pasaba los días en la biblioteca. Era el primero de su clase. Siempre quiso ser cirujano y lo hubiese conseguido….

A veces, yo acudía también a la biblioteca a estudiar con él. Siempre me ayudaba en los deberes de matemáticas. Gracias a Mario logré graduarme.

El padre de Mario era un hombre muy religioso.  Un día descubrió a los chicos en una “aptitud comprometedora” según sus palabras, al abrir la puerta de la habitación de su hijo y fue a partir de aquel momento cuando sus vidas se convirtieron en un auténtico infierno.

Intentaron separarlos de todas las maneras posibles, pero ellos siempre volvían a reencontrarse.

Hasta que decidieron que lo mejor para ellos eran poner millones de litros de agua por medio. Mandarían a Mario a la otra punta del mundo.

Aquello los volvió locos. No podían ni pensar que no volver a ver. Aquello los estaba enloqueciendo. Entonces tomaron una decisión y lo prepararon todo….

Por las mejillas de la muchacha empezaron a resbalar unas lágrimas. Sabía la difícil decisión que habían tomado y su trágico final.

-Tuvieron que llegar a esto para estar juntos –le dijo a su amigo señalando los dos féretros que esperaban pacientemente descender a la oscuridad de la tierra.

-Pero no fue tan fácil que hoy se vayan a enterrar juntos. Sus familias querían enterrarlos por separado. Pero logramos que nuestra petición fuera escuchada. E incluso que grabaran esa inscripción en su lápida compartida.

“Hay amores mortales por sus temores,

 inmortales por sus deseos

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