lunes, 21 de noviembre de 2022

HABITACIÓN 232

 

Habitación 232. Una enfermera situada en el umbral de la puerta observaba a los dos pacientes estaban en ella. Su cara reflejaba desconcierto, pena y resignación.

Le preocupaba la joven que se debatía entre la vida y la muerte, enchufada a una máquina que la mantenía con vida. Un joven no se separaba de su lado. Ahora se había quedado dormido con la cabeza sobre la cama sin dejar de agarrar la mano de la muchacha. En el otro lado de la habitación, separados tan solo por una cortina blanca, un hombre mayor dormía plácidamente.

Se disponía a entrar en la habitación, cuando un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La temperatura había bajado considerablemente. Sabía lo que significaba aquello: la muerte estaba cerca.

-Hola Gladys –le saludó cordialmente una figura embozada en una túnica negra que apenas dejaba ver su rostro.

-Hola –le respondió la enfermera- me imagino que no estás aquí por casualidad

La figura soltó una carcajada.

-Mi querida enfermera, parece mentira que a estas alturas no sepas que yo no hago nada por casualidad.

Ella esbozó una triste sonrisa.

- ¿Cuánto tiempo hace que nos conocemos?

-Más de diez años -le respondió Gladys- Me da pena que ella…. Ya sabes…

La muerte hizo un ademán rápido con su huesuda mano, en señal de que ya sabía a lo que se refería.

-Lo sé. Pero ya sabes que la vida es un regalo y que yo apareceré cuando menos se espera.

- ¿Por qué no te llevas a ese hombre? - le preguntó señalando la cama donde descansaba el anciano

-Ese hombre, vivirá unos años más –le respondió- a ella vine a liberarla de su sufrimiento.

-No es justo –le espetó ella, en un tono que distaba mucho de ser cordial.

-Lo sé, querida.

-Parece que no te importa –le reprochó la enfermera.

-Importe, o no, tengo que hacer mi trabajo –le dijo un poco enfadada la muerte por el atrevimiento de Gladys en juzgarla- así que es mejor que te apartes.

--¿Y, sino que? –le dijo ella desafiándola.

La muerte lanzó una sonora carcajada. Tenía agallas aquella mujer, pensó.

-No puedes morir dos veces querida, si no te apartas entraré de todos modos, sólo quería ser amable, nada más

La enfermera lo dejó pasar.

-Míralos – dijo la muerte- Ese hombre ha vivido una vida plena, ha tenido una bonita historia de amor, sin embargo, saldrá de esta y todavía le quedan unos cuantos años de vida.

Guardó silencio.

-Ella –continuó hablando mientras sus cuencas ausentes de ojos se posaban sobre la joven. - Ella ha tenido un accidente de coche junto al chico con el que había comenzado una historia de amor.  Hay finales que cuentan historias y principios que tal y como empiezan se borran para siempre.

La máquina que le proporcionaba la vida a la joven comenzó a pitar. El joven que estaba a su lado se despertó y comenzó a gritar pidiendo ayuda. En minutos la habitación se llenó de gente.

La enfermera se alejó por el pasillo cabizbaja y triste, desvaneciéndose a cada paso que daba.

 

 

 

 

 

 

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