Llevaba un buen rato caminando dando vueltas y más
vueltas sin perder de vista su casa, pero sin atreverse a volver a ella. ¡Qué extraño!
¿no?
Después de un duro dÃa de trabajo te apetece regresar a
tu hogar donde descansar y desconectar. Pero ella no querÃa volver. No querÃa
ir a su casa porque tras la puerta le esperaba el mismÃsimo infierno. No querÃa
regresar a su casa porque las palabras descanso y paz estaban prohibidas,
todavÃa por inventar, una ilusión para necios.
Sonó el móvil en su bolso. No querÃa cogerlo, no querÃa
ver quién la llamaba, porque conocÃa la respuesta. SabÃa perfectamente que
Satán estarÃa al otro lado de la lÃnea instigándola para que volviera a casa,
diciéndole que era tarde, preguntándole dónde estaba, con quién estaba…. Bombardeándole
a preguntas cuyas respuestas no querÃa escuchar de su boca, porque él las
sabÃas todas y cada una de ellas, sin darle el veredicto de la duda, algo que
no se le niega ni al más vil y cruel criminal. Pero a ella le tenÃa vetado su
derecho a hablar, a decir la verdad a contar su versión de los hechos que
diferÃa con creces de los suyos.
Si no respondÃa era peor, porque el demonio tenÃa una
paciencia finita. Era dueño de una rabia descomunal, una maldad sin igual, una
enorme ira y un genio desmedido que siempre descargaba en ella, sólo en ella.
Con el resto del mundo no era el lado oscuro de la luna, era un dÃa soleado, un
prado de flores, una maravillosa puesta de sol. Galante, educado, comedido,
respetuoso.
Le asustaba saber que llevarÃa escondido en su espalda
esta vez para castigarla por su tardanza. ¿unas tijeras? ¿un cuchillo? o cómo
últimamente hacÃa, una toalla mojada con que pegarle en las piernas y no
dejarle marcas visibles de su castigo.
Hay amores que matan lentamente, cual herida que supura constante...
No querÃa saberlo. No querÃa regresar a casa. No querÃa
seguir teniendo miedo. No querÃa….
Pero él en esos momentos tenÃa lo que más querÃa en esta
vida, por lo que darÃa su vida si fuera necesario, su razón de ser, de vivir,
de respirar… su hijo.
Enfiló el camino hacia el infierno. Jurándose que un dÃa
encontrarÃa el valor suficiente para no volver a cruzar aquel umbral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario