—Emergencias ¿dígame?
—He matado a mi mujer y a nuestro hijo no nacido.
—Dígame su nombre.
—Caín. Siempre hay
un Caín por los siglos de los siglos. Y yo soy aquel descendiente del responsable
del primer crimen de la Humanidad. Aquel que no quiso arrodillarse. Aquel que
no quiso nacer y aun así heredó el castigo por el pecado cometido por sus
padres.
—Dígame su dirección.
—Caín regresó del abismo del espacio.
—No le entiendo
—He visto la realidad del tiempo. He viajado hasta el
origen. Aquel no era el árbol del saber, sino de la mentira, prometía el saber
cambio de la muerte y ni siquiera el hombre sabe qué es la muerte.
—La ayuda va de camino.
—Él me lo mostró
—¿Quién se lo mostró?
—Lucifer. Me mostró la verdad. El mundo ha sido destruido
varias veces antes de la creación del hombre.
—Intente calmarse, señor.
—Sólo existe una verdad: la muerte. ¿Por qué nacer si
vamos a morir? A mi hijo no nacido le facilité el camino. Si no nace no muere.
Le hice un favor. Y ahora la muerte está a mi lado. Impaciente.
—¿Qué va a hacer?
—Lo que estamos destinados a hacer cuando nacemos, morir.
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