miércoles, 5 de julio de 2023

VALLE DEL TERROR

 

—Soy el agente Harris –le dijo un joven, alto, delgado, con un corte de pelo caro al igual que su traje y las gafas de sol que le cubrían los ojos, mientras le mostraba al dueño de la gasolinera sus credenciales –me gustaría que indicara como llegar al Río Verde.

El hombre vestido con un mono naranja cubierto, casi en su totalidad, de manchas de aceite lo miró detenidamente de arriba abajo sopesando durante unos minutos si darle o no la información.

—¿No vendrá por los chicos desaparecidos? –le preguntó al fin.

—Es confidencial –le respondió el hombre del gobierno.

—Ya, ya –musitó- Hace ya cinco años que se cerró el caso. ¿Acaso han encontrado alguna pista nueva que seguir?

—Yo solo le puedo decir que vengo a tomar una muestra de agua del río, nada más –le respondió el joven.

Tras darle las indicaciones necesarias para llegar a su destino, el agente Harris emprendió el camino. Pero antes de poner el coche en marcha, el dueño de la gasolinera, le aconsejó que no se internara en el valle sobre todo cuando faltaban pocas horas para el anochecer, que esperara al día siguiente. E incluso le indicó un lugar donde pasar la noche no muy lejos de allí.

—La oscuridad confunde nuestra mente –sentenció.

Haciendo caso omiso de las sugerencias del hombre, Harris tomó el desvío que le llevaría hasta el Río Verde. Para llegar a él tenía que atravesar aquel valle que todos decían que era un lugar maldito, sobre todo tras la desaparición de aquellos dos muchachos. Él no creía en supersticiones baratas, fruto de alguna mente enfermiza que lo único que buscaba era regodearse del miedo de los demás.

Al entrar en el valle de lo primero que se percató fue del silencio total que embargaba aquel lugar. Estaba entrenado para estar alerta en todo momento y captar cualquier movimiento o situación inusual allá donde fuera. Tras unos cinco o seis kilómetros recorridos vislumbró el rio. Respiró hondo. Sería rápido. Tomaría una muestra y se marcharía de allí. Reconocía que aquel lugar, maldito o no, le ponía los pelos de punta. Desde que se había internado en el valle, la oscuridad se había cernido sobre él. La altura y la frondosidad de aquellos árboles inusualmente altos, según su criterio, apenas dejaban pasar los rayos de sol. Las ramas comenzaron a moverse con fuerza a su paso a pesar de que no había viento, como si tuvieran vida propia.

Pisó el acelerador. Pero parecía que a pesar de que iba a gran velocidad el coche no se movía y la distancia al rio era siempre la misma. Decidió parar el coche, pensar en su situación y buscar una solución.

La puerta de atrás de su coche y la del copiloto se abrieron. Dos muchachos entraron. Estaban muy delgados, sucios y demacrados. Eran los muchachos desaparecidos. Había visto muchas fotos de ellos.

—Nunca saldremos de aquí –le dijo uno de ellos- estamos perdidos en el valle del terror.

 

 

 

 

 

 

 


miércoles, 28 de junio de 2023

POSESIÓN

 


 

 

 

Chamán así lo llamaban. Era respetado y temido por su pueblo a partes iguales.

El viento susurraba suavemente en la noche cuando se internó en el bosque. La luna sonreía a las estrellas en el cielo.

El tiempo no espera a nadie. Y él lo sabía. Los espíritus le hablaron. Azazel otorgó la brujería a su hija pequeña y tomó su cuerpo. Desde hacía un tiempo se había fijado en el comportamiento de ella. Tenían razón.

Cogida de la mano le acompañaba una niña. Las lágrimas acariciaban las mejillas de la muchacha. Estaba muerta de miedo, no sabía a dónde la llevaba su padre. Suplicaba piedad a su progenitor.

Llegaron a un claro. El chamán tenía que expulsar a aquel poderoso demonio que habitaba en ella. Había oído hablar de él, conocía su punto débil. Solo tenía unos minutos para pasar de un cuerpo a otro, sino lo hacía regresaría al infierno de dónde había salido.

Solo tendría una oportunidad. Debería actuar con rapidez.

Le habló a Azazel, tenía que tentarlo, ofrecerle algo que deseara, así que le ofreció su cuerpo a cambio del de su hija. Las ansias de poder de aquel demonio no le dejaron ver la trampa, así que aceptó.

Abandonó el cuerpo de la pequeña y en los escasos minutos que tenía el hombre, le gritó a su hija que corriera todo lo rápido que pudiera y que no mirara atrás.

El demonio entró en él y, antes de que pudiera tomar posesión de su nuevo cuerpo, el Chamán se cortó el cuello.

 


domingo, 25 de junio de 2023

ESTOY MUERTO

 

 

ESTOY MUERTO

Me estoy pudriendo, siento como los gusanos recorren mi cuerpo. Esto es una agonía y ellos… ellos no hacen nada, solo me dejan aquí postrado, poniéndome un gotero tras otro que me dejan adormecido y me hacen ver cosas.

Esta noche me desperté, el olor a muerte era insoportable, me quise levantar, sentía nauseas, pero mis piernas podridas no se movían. Agarré una de ellas y un trozo de carne quedó entre mis manos. Entré en pánico. Grité, pero de mi garganta muerta no salió ningún sonido. Me estoy volviendo loco…

Estoy tumbado boca arriba, mi mirada se cruza con la lámpara que cuelga del techo de mi habitación. Tiene seis brazos de bronce con una bombilla en cada uno. Hay un cuervo posado en uno de ellos haciendo que se balanceara peligrosamente. Me observa atentamente, sus intenciones no son buenas, lo sé, espera el momento exacto para abalanzarse sobre mí y picotear mis ojos podridos.

Me desmayé. O volví a morir. No lo sé. Me despierto. Mi mujer está a mi lado. Quiere que coma. No entiende que un cadáver no necesita alimentarse. Tras ella hay un hombre con una bata blanca. Este médico es nuevo. No lo había visto hasta entonces. Le está hablando de un tal Cotard. No sé quién es esa persona y tampoco me interesa saberlo. Lo único que realmente me importa es que me estoy descomponiendo y nadie parece darse cuenta. ¿Soy el único cuerdo en esta historia?

Esto tiene que ser una maldición… ¡Un momento! Claro, es una maldición. La maldición salió de la biblioteca de Babel y la llevo conmigo. Estuve allí hace un par de días, buscando…. No me acuerdo. El cerebro está podrido, por lo menos en parte. No logro recordarlo. ¿Qué día es hoy? Giro la cabeza con verdadero esfuerzo hacia la mesilla de noche. Mi móvil. Si pudiera cogerlo… Intento girarme. Despacio. Consigo ladear mi cuerpo. ¡Oh, no! ¡Un trozo de carne se ha desprendido de mi espalda! Pero lo consigo. Tengo el móvil entre mis manos. Hoy es día 9. Claro, ahora todo encaja. Estuve allí el día 7 del mes 7 a las 7 de la tarde. El libro… ya lo recuerdo… lo saqué de allí. Pero... ¿dónde está? Recuerdo el título… Me duele la cabeza. ¿Cómo era? Si, era el «EL LIBRO DE LA INMORTALIDAD» No tenía que haberlo traído a casa. Tengo que devolverlo. Pero.. ¿cómo?

Mi esposa se acerca a mí. Me mira fijamente. ¿Buscabas esto? Me dice mientras me muestra el libro en cuestión. Intento decirle que lo devuelva para acabar con esta agonía. Se ríe en mi cara. Tiene algo en la mano. ¡No..! quiero gritarle. Es un mechero. Lo va a quemar. Será el fin, mi fin. Lo hace mientras su suelta una siniestra carcajada que retumba en mis oídos. El cuervo se abalanza sobre mí…

 

 

 

miércoles, 21 de junio de 2023

EL PLAN

 

 

EL PLAN

 

Durante tres noches consecutivas había tenido el mismo sueño. Moría a causa del veneno de una cobra real. Conocía a alguien de su total confianza que podía reunir a un buen número de hombres y dar caza a aquellas serpientes y terminar con ellas para siempre. Aquella persona en cuestión se llamaba Tomás, era un joven de su edad que, aunque por sus venas no corriera sangre real, era su compañero de andanzas y juegos desde que eran muy pequeños. Le habló. Le contó su sueño y lo convenció para llevar a cabo aquel plan ofreciéndole una gran fortuna y poder. Tomás a su vez, conocía a una joven de la que se había enamorado desde que eran unos chiquillos. Aquella muchacha vivía en el pueblo y sabía dónde poder encontrarlas. Tomás le habló de la fortuna que su amigo el príncipe le daría. Aquello les ayudaría a empezar una vida acomodada, los dos, lejos de allí. La joven aceptó.

De madrugada junto con un gran número de hombres fue en busca de la joven que los llevó a un lugar donde un hombre sabía dónde encontrarlas. Incluso tenía una metida en una tinaja.

Urdieron un plan. Esperarían a la madrugada para darles caza y matarlas.

El joven comenzó a escuchar una voz. Se despertó. Provenía de la tinaja.

Gadreel, convertido en serpiente, engañó a Tomás durante toda la noche, diciéndole que era el hijo bastardo del rey de ahí que tuviera ese trato tan especial en el castillo. Le habló durante horas hasta que logró convencerlo.

El joven huyó durante la noche con la serpiente. Ahora su propósito era otro.

Al llegar al castillo Tomás estaba más que convencido de que él era el único y verdadero sucesor del rey.

Aquella noche esperó a que todos estuvieran dormidos para llevar a cabo su plan.

Una vez hubo terminado con la vida del príncipe fue hasta los aposentos del rey. Éste dormía plácidamente. La serpiente le pidió que la metiera en la cama junto a él. El joven así lo hizo.

A la mañana siguiente apareció una serpiente muerta y el cuerpo sin vida de Tomás en el lecho del soberano. Todos le echaron la culpa al joven de haber querido acabar con la vida del rey y vanagloriaron a éste por haber acabado con ellos.

Gadreel se había librado del cuerpo de la serpiente donde había estado hasta poder hacerse con el del monarca.

 

 


miércoles, 14 de junio de 2023

ALICIA

 


Todavía podía escuchar a lo lejos, a la reina gritando a sus súbditos: ¡qué le corten la cabeza! mientras corría por aquellos jardines como alma que lleva el diablo. En su alocada carrera vislumbró a lo lejos un caballito de madera apoyado sobre el tronco de un árbol. Aminoró la marcha y cuando estuvo a su altura el caballo le habló, como no, en aquel lugar todo y todos hablaban. Aquello ya no la cogía por sorpresa, porque en los sueños todo es posible.

- ¿A dónde vas con tanta prisa?

-Huyo de la reina –le dijo Alicia.

-Si te subes a mi lomo irás más deprisa –le respondió.

Así lo hizo. Pero para su desconcierto, el caballito de madera no trotaba, se mantenía suspendido a escasos centímetros del suelo. entró en una cueva húmeda y muy oscura. Preguntó a dónde iba. No obtuvo respuesta.

Descendían. De eso estaba segura. Se asustó. Al cabo de un rato, se detuvieron. El lugar donde se encontraba era pasto de las llamas y en el ambiente reinaba un fuerte olor a azufre. Alicia viajó al infierno. El caballo de madera ya no era tal, se había convertido en una bestia. Le dio la bienvenida a su humilde morada. Un lugar del cual no saldría jamás. Ella se asustó y suplicó que la dejaran libre. Intentó huir.  Pero aquello era real, no un cuento de hadas. Al girar la cabeza, ésta cayó rodando por el suelo. Aun así, sus pies siguieron corriendo. La bestia profirió una sonora carcajada mientras agarraba la cabeza de la muchacha y la tiraba a las llamas. Él era la reina. Él era el señor de los sueños. Él era la peor pesadilla de la que no despertaría jamás.

Todavía podía escuchar a la reina gritando: ¡qué le corten la cabeza! mientras corría. En su alocada carrera vislumbró a lo lejos un caballo de madera apoyado sobre el tronco de un árbol. Aminoró la marcha y cuando estuvo a su altura éste le habló, porque en los sueños todo es posible.

- ¿A dónde vas con tanta prisa?

-Huyo de la reina –le dijo Alicia.

-Si subes a mi lomo irás más deprisa…


lunes, 5 de junio de 2023

BRUMA

 


 


¡Bruma! era la único que pude entender en todo aquel batiburrillo de palabras que profería mi amigo por el móvil.

Mientras intentaba calmarlo, me asomé a la ventana. Se escuchaban las sirenas de los coches de la policía. Se dirigían hacia las afueras de la ciudad. La llamada se cortó.

La gente salía de sus casas todavía en pijama, debido a la hora que era, (las tres de la mañana), no era de extrañar. Hombres, mujeres y niños, somnolientos y asustados se agrupaban intercambiando información con los vecinos.

Fui hasta el salón y encendí el televisor. En el canal de noticias, estaban mostrando imágenes insólitas, nunca vistas en toda la historia de la humanidad. Sucedía en todas partes del mundo. Los cementerios, eran literalmente engullidos por la tierra.

Empezaba con un ligero temblor. Se abría un gran socavón en la tierra, tragándose los camposantos por completo para luego quedar envueltos en una espesa bruma.

Llegué en menos de quince minutos al cementerio. Había mucha gente allí congregada movida por la misma curiosidad que tenía yo. Con los primeros rayos de sol, la bruma se iba dispersando poco a poco.

En la última morada de miles de cuerpos, aparecieron flores, de todos los tamaños y colores. Un músico tañía con maestría un violín aplacando los ánimos, bastante alterados, de los que estábamos allí presentes. Pronto el suelo quedó completamente cubierto con una alfombra de flores.

Sonó el móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón. Era mi amigo de nuevo. Esta vez preguntándome dónde estaba. Se lo dije. Él también estaba allí pero no podía verme a causa de la gente que se había ido llegando y se había arremolinado a mi alrededor.

Me mostró unas imágenes. Si aquello que teníamos ante nuestros ojos era raro, extraño, lo que vi en la pantalla de su móvil, iba más allá. En bosques, pozos, paredes, ríos, pantanos, en los lugares más inverosímiles que te puedas imaginar aparecieron cadáveres. La policía, los forenses, estaban desbordados por el trabajo que se les presentaba. Los restos óseos de gente desaparecida, a lo largo de los años y que nunca más se supo de ella, había salido a la luz sin que nadie tuviera una explicación racional o no tan racional para aquello. Sólo los enterrados en tierra sagrada habían desaparecido, quedando en su lugar unas flores como vestigio de que la vida no se acaba, que se transforma en algo tan hermoso como una flor.


lunes, 29 de mayo de 2023

LA CORONA

 


 

 

 

 

Aun estando de viaje, el Duque era conocedor de todo lo que acontecía en su ducado, así como lo que pasaba dentro de los muros de su castillo. Llevaba con él siempre a una anciana, una hechicera, con dotes adivinatorias y una gran conocedora de hierbas con la que preparaba brebajes y pócimas y con las cuales curaba a los hombres y animales que lo necesitaran durante el viaje. El Duque había depositado en ella una gran confianza, no tomaba ninguna decisión sin antes consultárselo. Así fue como tuvo conocimiento de la infidelidad de su esposa y el nombre de su supuesto amante que, para su sorpresa, resultó ser un hombre de su confianza y gran erudito.

Su esposa era una joven muy hermosa, de una familia adinerada y bien posicionada. Aquella boda había supuesto una gran alianza económica, sobre todo para él, adquiriendo con ello un gran status social que le permitía asistir, invitado por el Rey, a eventos que se celebraban en palacio. A pesar de que aquella boda no era fruto del amor, una infidelidad por parte de su esposa manchaba su reputación de una manera que no podía tolerar. Cuando llegó a su castillo su furia era tal, que la sola presencia de su mujer lo enfurecía todavía más. La odiaba y deseaba matarla con sus propias manos. Pero tenía que mantener la calma y la compostura. Estaba embarazada. Se había ausentado unos meses, y el vientre que presentaba había crecido considerablemente. Surgió la duda y la desconfianza de que aquella criatura que estaba creciendo dentro de su mujer fuera de él.

Aquella fiesta formaba parte de un plan que había ideado en su camino de regreso y que sólo una mente perversa y malvada como la suya, podría urdir. Cuando sus invitados hubieron calmado su apetito y saciado su sed, les propuso un juego. Todos aplaudieron la iniciativa del señor del castillo con gran efusividad. Haría una serie de preguntas que versarían sobre temas variados, religión, arte, música y literatura. El que mayor número de respuestas acertara sería proclamado rey hasta el amanecer. Coronándolo con tal y sentándose en su trono. Hubo risas y bromas entre los asistentes y apuestas por sus favoritos. El juego sin más preámbulos, comenzó. A pocos minutos de la media noche quedaban dos ganadores. El amante de su esposa era uno de ellos. Hizo una última pregunta. Pidió que tradujeran un texto del latín. Sólo uno supo hacerlo, el abad. Como ganador se sentó en el trono, entre aplausos y vítores de los presentes. El señor del castillo, fiel a su palabra, lo proclamó Duque. Al coronarle, le colocó en la cabeza una corona de hierro al rojo vivo acabando con su vida. 

 


REBELIÓN

  Era una agradable noche de primavera, el duende Nils, más conocido como el Susurrador de Animales, estaba sentado sobre una gran piedra ob...