Por la mañana a la hora del desayuno Elisa estaba ausente. Con una taza de café en la mano tenía la mirada perdida. Su marido la besó en la mejilla antes de irse a trabajar mientras le decía que estaría ausente un par de días por motivos de trabajo. Ella no le respondió. Antes de irse Tom le comentó que había tenido una pesadilla esa noche y que no paraba de repetir “con sangre escribí la carta a mi amante inmortal” y algo molesto le comentó que a la vuelta tendrían que tener una conversación los dos, ya no por las pesadillas que los ultimos dias la venían despertando empapada en sudor a mitad de la noche sino también por aquellas palabras que había dicho en sueños.
Ella siguió con la mirada perdida, sin responder. Él se dio por vencido ante el silencio de su mujer y se fue.
La mujer se levantó y fue hasta la habitación que compartía desde hacía más de veinte años con Tom. Se acurrucó bajo el edredón y comenzó a llorar.
Desde aquel día vivía con el temor de que la policía llamara a su puerta. Ella lo había matado. A él, a su amante, a su amor eterno, inmortal. Pero ya no podía más. Cada vez le exigía más cosas, cosas que ella no podía, o no quería darle. Y un día decidió acabar con su vida.
Tenía llave de su apartamento y una noche entró a hurtadillas esperando no despertarle. Sabía que era casi imposible hacerlo por las pastillas que se tomaba para dormir y que lo dejaban fuera de combate.
Lo observó mientras dormía. Observó sus ojos cuya mirada la hipnotizaba, los labios que tantas veces había besado con una pasión desmesurada y decidió que tenía que dar por finalizada aquella relación. Quería a su marido y el amor que su amante le procesaba se había vuelto demasiado posesivo por su parte. Ella buscaba el placer del cuerpo sin más, él quería mucho más. Sus abusos eran enfermizos. La atosigaba continuamente. No podía perder lo que tenía por unos encuentros esporádicos.
Le cortó el cuello. Y con la sangre que manaba a borbotones escribió con el dedo en la pared de su habitación una carta de despedida.
“Te quiero y siempre te querré pero nuestro amor no puede ser de este mundo en la muerte podremos volver a encontrarnos y dar rienda suelta a nuestra pasión.”