lunes, 18 de enero de 2021

¡¡HA SIDO TERRIBLE!!

 

             ¡Ha sido terrible! Rezaba la portada del periódico aquella mañana. La ciudad entera estaba conmocionada ante los hechos acaecidos la noche anterior. No había otro tema de conversación entre los vecinos. La policía había acordonado el instituto. Se habían retirado los cuerpos que descansaban en la morgue donde se les haría la autopsia, con la esperanza de obtener los datos necesarios para un total esclarecimiento de los hechos, que todavía estaban confusos.

               Había una testigo, una de las profesoras que se había escondido debajo de una mesa. Pero estaba demasiado asustada y confusa, por lo que el interrogatorio no iba tan bien como se esperaba.

              Las cámaras instaladas en el instituto mostraban a las cuatro profesoras ese día. Actuaban como de costumbre, nada de lo que se veía en las grabaciones hacía sospechar que aquella tragedia se iba a cernir sobre ellas.

              “¿Qué ocurrió aquella noche en el instituto? Intentaremos recrear los hechos, basándonos en el informe realizado por la policía, después de investigar durante horas el lugar de la tragedia, basándose en lo allí encontrado y sobre todo en las grabaciones recuperadas del móvil de la única superviviente, éstas fueron de vital importancia para esclarecer lo que había sucedido esa fatídica noche. No se lo pierdan esta noche a las diez en nuestro canal noticias.”

                Estaba sentado en aquel bar, viendo la tele, en todos los canales no hablaban de otra cosa. Seguramente ellos tendrán una versión de lo que ocurrió allí.

               Pero los que os voy a relatar es exactamente lo que pasó allí, aunque la policía se pueda acercar bastante a la realidad hay detalles que no se mencionarán, porque dichos detalles, los sé yo y lo saben ellas, porque los cinco estábamos presentes.

                También he de añadir que lo que voy a contar a continuación no es apto para los escépticos, los que reniegan de lo paranormal y fuerzas oscuras.

                Lo que os relataré a continuación es exactamente lo que pasó allí, aunque la policía se pueda acercar bastante a la realidad hay detalles que no se mencionarán, porque dichos detalles, los sé yo y lo saben ellas, porque los cinco estábamos presentes.

               ¿Quién soy yo? Pronto lo averiguarán. Paciencia.

                Clara había discutido con su marido, Raúl, hacia una semana, él se había ido a un hotel a vivir, hasta que las cosas se aclararan.  Trabajaban juntos, ambos eran profesores del instituto. Las malas lenguas hablaban de una infidelidad por parte del marido, se rumoreaba de que se había acostado con una alumna.

                  Había tres compañeras con las que se llevaba muy bien y a las cuales le había hablado de sus problemas de pareja. Una de ellas, gran conocedora de temas esotéricos le propuso hacer un ritual para recuperar a su marido. Al principio Clara estuvo reticente ante tal idea. Pero después de darle vueltas y más vueltas en su cabeza a la mañana siguiente le dijo que sí.

                  Así que lo hablaron entre las cuatro y se pusieron de acuerdo, se quedarían escondidas en el instituto hasta que éste cerrara y el sitio más adecuado para no levantar sospechas era el sótano, que lo utilizaban de almacén y casi nunca bajaba nadie allí, el único que podría hacerlo sería el conserje. Pero era más que improbable.

                   Azucena, la que se encargaría de hacer el ritual, llevó todo lo necesario para llevarlo a cabo, esa tarde al instituto. Cuando finalizaron las clases se encaminaron al sótano, esperando que el instituto cerrara. Para salir no tendrían problemas, cada una de ellas tenía una llave de la puerta de entrada.

                   Así que las tres mujeres despejaron una parte del sótano, apartando y apilando mesas, sillas viejas y otros enseres varios, para dejar espacio. Tenían que trazar un circulo de sal en el suelo, ellas permanecerían en el interior. Salir de allí podría significar el fracaso total del ritual e incluso desatar alguna fuerza oscura, dejaron claro que bajo ninguna circunstancia abandonarían el circulo trazado.

                   Encendieron unas velas blancas. Se sentaron en el suelo cruzando las piernas en posición de loto y cerraron los ojos, mientras Azucena pasaba a leer el ritual que estaba escrito en una hoja de papel. Cuando finalizó la lectura, lo dejó a su lado y se dieron las manos. Al cabo de un rato una ráfaga de aire apagó las velas e también hizo volar el papel. Una de ellas Marta, abrió los ojos asustada al notar como su pelo se movía por acción de aquel viento, estaba asustada.

                 De su garganta salió un grito aterrador que hizo que las demás mujeres también abrieran los ojos. Sara que estaba a su lado se levantó de un salto y con las prisas le dio una patada a su móvil que había colocado a su lado con la grabadora puesta. No creía mucho en esas cosas y pensó que si grababa toda aquella parafernalia que no llevaría a ningún lado, acabarían dándole la razón.

                  Entonces presa del pánico salió del circulo y se escondió debajo de una mesa. El móvil que había salido disparado a causa de la patada que le había propinado, estaba a pocos centímetros de ella, logró cogerlo y se acurrucó lo más que pudo esperando que aquella cosa no la viera.

                    Frente a ellas, apareció un ser encorvado, de gran tamaño, con garras en vez de manos, con unos dientes afilados que sobresalían de la boca, sin pelo, la tez de un color amarillento, en vez de piernas tenía patas semejantes a las de una cabra. De la boca salía una sustancia verdosa, que se deslizaba por su pecho hasta terminar en el suelo, allí donde se posaba lo quemaba.

                    Se acercó a las tres mujeres que todavía seguían allí sentadas, no podían moverse, estaban petrificadas, aquel ser se iba acercando a ellas mientras las miraba con unos ojos impregnados en sangre. De su boca, aquella sustancia verdosa salía a raudales, como si estuviera salivando ante una comida apetitosa.

                      Se abalanzó sobre ellas, a tal velocidad que aquellas mujeres ni se dieron cuenta de lo que pasaba.

                       Sara seguía escondida entre las mesas, pero ante tal visión su cerebro no lo pudo soportar y se desmayó.

                        Aquel ser les chupó toda la sangre, hasta la última gota. Lo que el móvil no grabó fue la transformación que ocurrió a continuación. Una vez bebida toda la sangre, el aspecto de aquella cosa infrahumana, cambió totalmente dando paso a un joven alto y apuesto.

                         Si señores aquel hombre apuesto soy yo. Aquellas mujeres me trajeron de vuelta del infierno. Y soy testigo de primera mano. ¿Por qué no maté a la mujer escondida? No necesitaba alimentarme más, estaba saciado, además la pobre no se enteró de mucho y lo poco que vio está relegado al fondo de su mente encerrado bajo llave.            

 

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