Órale, nos vemos
el lunes, dijo el viernes cuando acabamos nuestra jornada de trabajo. Pero ya
no lo volvimos a ver con vida. El día del entierro, su mujer estaba destrozada,
todavía no podía creer que su marido estaba muerto y que ya no lo volvería a ver.
A pesar de ello, se sentó con nosotros y nos contó lo que la policía le había
dicho. El coche de su marido, había perdido el control, saliéndose de la
carretera e impactando contra un árbol. Una de las ramas rompió el parabrisas
atravesándole el pecho. Logró salir del coche, pero no llegó muy lejos, la
pérdida de sangre era tal, que murió a escasos metros, desangrado. Pero ella lo
ponía en duda. El accidente se produjo en una recta, con mucha visibilidad, el
firme no estaba mojado y era de día. Uno de los sanitarios de la ambulancia, la
llamó al día siguiente, mostrándole su versión de manera confidencial. Su
marido presentaba zarpazos y mordeduras por todo el cuerpo, como si se hubiera
peleado con un animal salvaje. Recalcó que tenía que ser muy grande y con una
fuerza descomunal, prácticamente lo había descuartizado. Nos miró y continuó
hablando. Corría el rumor, de que un ser infernal rondaba por allí desde hacía
un tiempo. Mataba animales, pero... podía ir más allá, decían los más acérrimos.
Días después,
otro suceso de las mismas características, alertó todavía más, si cabe, a la
gente del pueblo. En este caso se trataba de una pareja que volvía a casa,
después de pasar el día en la ciudad. Según contó la mujer a la policía, un ser
terrorífico, como salido de la nada, se puso delante del coche. Su marido,
preso del pánico perdió el control y se salió de la carretera. La mujer no llegó
a perder el conocimiento y pudo ver todo lo que estaba pasando. Relató que
aquel ser arrastró a su marido fuera del coche ensañándose con él hasta
provocarle la muerte. La joven se pudo esconder entre unos matorrales que había
junto a la carretera. Intentó hacer una llamada de emergencia, pero había
perdido el móvil durante el impacto. Aquel ser, tras terminar con su marido,
fue a por ella, caminaba a cuatro patas y utilizaba el olfato para rastrearla,
como si fuera un animal. Estaba a escasos metros de ella, cuando escuchó el
ruido de un coche acercándose, eso hizo que aquel monstruo se internara en el
bosque, desapareciendo. Aquello le salvó la vida. Hizo una descripción a la policía
bastante detallada. Cuando se erguía a dos patas, tenía una altura de unos dos
metros. Era muy corpulento. Su espalda presentaba un enorme bulto, que se
asemejaba a una joroba. Su cara presentaba unas protuberancias de gran
consideración, sobre todo en la parte izquierda de la cara. Tenía un solo ojo,
un hocico y la boca era un agujero. No tenía pelo, ni en la cabeza ni en el resto
del cuerpo, estaba totalmente desnudo y su piel era blanca, casi translúcida.
Gracias a aquella
descripción hecha por la joven, la policía logró identificar a aquel ser y
atraparlo. Había nacido en aquel pueblo, hacia unos treinta años, con unas horribles
malformaciones. Su madre lo mantuvo escondido toda su vida. Nadie del pueblo
conocía de su existencia. Vivían en una casa apartada del pueblo, junto al
bosque. La mujer tenía mal carácter y casi no se dejaba ver por los vecinos. La
gente empezó a murmurar y a apartarse de ella, tachándola de bruja. Nadie se
acercaba a su casa, decían que por las noches escuchaban gritos aterradores,
que asustaban a niños y mayores. La mujer falleció y aquel ser, su hijo, salía
a cazar para alimentarse. Nunca había visto otro ser humano que no fuera su
madre. Tal vez, la falta de comida lo hizo llegar hasta la carretera y atacar a
los coches y a la gente que iba en ellos, o tal vez, su ira y su odio eran tal,
que le llevaba a matar a todo aquello que se asemejase a su madre.
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