Despierto sonriendo al ver la destrucción del mundo. Había conseguido algo que hace unos años para mí sería impensable.
Pero a veces algo que has conseguido y que te ha llevado meses de trabajo tiene sus consecuencias, es algo así como: tú lo consigues pero eso tiene un precio y ese precio fue mi vida.
Desde que tengo uso de razón me encantaban los ordenadores, con el paso de los años me convertí en un hacker que con el tiempo se convirtió en la pesadilla de los más poderosos. Podía controlarlo todo. Cualquier banco, los servidores de cualquier institución tanto pública como privada, lanzar misiles, provocar disturbios. Pero en mi cabeza mi gran salto sería destruir el mundo y me puse a ello.
Podrían pensar que si el mundo se acababa para todos los humanos también lo haría para mí.
Así que me dediqué a adaptar un búnker del ejército a mis necesidades. Desde allí llevaría a cabo la destrucción. Saldría inmune de ese caos y encontraría otra gente viva y juntos construiremos un gobierno afín a todos. Era una utopía pero estaba dispuesto a hacerla realidad.
Lo de la destrucción lo conseguí. Me rendí al sueño apoyado en la mesa y al despertar supe que era verdad. El mundo tal y como lo conocíamos ya no existía.
Me dispuse a salir al exterior. Abrir la puerta del búnker.
Logré hacerlo pero no contaba con que a parte de destruir el mundo provoqué una serie de catástrofes naturales debido a las bombas. Así que en el momento que la abrí una fuerte ráfaga de viento la volvió a cerrar.
Como consecuencia de aquello la puerta me dio en la cabeza y caí rodando por las escaleras, cuando llegué abajo ya estaba muerto.