sábado, 13 de abril de 2024

EL RESURGIR

 El Olimpo había sido un lugar de copas muy conocido no solo en la ciudad sino en todo el país. Allí bellas jovencitas cantaban ligeritas de ropa los viejos cuplés de los años 20.

Doña Equidna dirigía el local. Tenía tres hermosas hijas pequeñas que las dejaba a cargo de su hermana en la parte superior del local que era su vivienda.

Pero todo cambió cuando el local comenzó a decaer debido a las salas de fiestas y discotecas que comenzaban a emerger.

Tuvo que vender el Olimpo a un empresario interesado en darle un aire más moderno al lugar.

Doña Equidna cayó en una gran tristeza que la llevó a la tumba pocos meses después.

Una noche de Agosto, veinte años después, coincidiendo con las fiestas del pueblo. Tres jóvenes, Amalia, Amelia, Ámbar, entraron en el Olimpo cargando sendas metralletas. Comenzaron a disparar a todo el mundo que encontraban en su camino y que les impedía el paso.

Al gran empresario, un hombre corrupto que utilizaba el local para sus negocios oscuros e ilegales, Don Elías, le cortaron la cabeza, la colocaron en un gran palo, la pusieron en el escenario y comenzaron a cantar.

La policía no hizo nada. Respiraron con satisfacción  al saber que aquella rata inmunda no les volvería a dar trabajo.

Las hijas de Equidna resurgieron para conquistar el Olimpo.



jueves, 28 de marzo de 2024

EL HIJO

 —¿Estás verdaderamente seguro de lo que has averiguado?

—Sí, señor presidente. He estado más de un año haciendo averiguaciones y todo lo que pone en el informe que le he entregado es cierto, incluso hay pruebas de todo ello.

—Se refiere a las del adn ¿no?

—Exacto —le confirmó el detective privado— Marcos no es su hijo— El nombre de su verdadero padre aparece también en el informe.

—Muchas gracias por sus servicios. Mi secretaria tiene un cheque generoso para usted. No se olvide de que firmamos un acuerdo de confidencialidad, si revela algo de ésto lo pagará con su vida.

—Lo sé, puede confiar en mí. Es parte de mi trabajo.

—Ahora váyase, por favor, quiero estar a solas.

El detective privado se fue. En cuanto cerró la puerta a sus espaldas el presidente hizo una llamada.

—Encargaros del hombre que acaba de salir de mi despacho y de Juan Martínez. Os paso ahora la dirección. Y dile a Félix que venga a verme lo antes posible.

 

Cuando Alberto Fontán entró en su casa, su mujer estaba llorando en el salón.

—¿Qué te pasa querida? —le preguntó el hombre.

Ella se levantó del sofá y se acercó a él con paso firme y decidido. Estaba muy enfadada.

—Todo esto ha sido cosa tuya ¿verdad? —le espetó.

Con toda la tranquilidad del mundo mientras se servía un generoso vaso de whisky el marido le respondió:

—No sé a qué te refieres Sara

—Has cambiado a nuestro hijo de colegio ¿no? he recibido hoy una llamada del director.

—Cariño, ese lugar no era el mejor para Marcos. Sabes que necesita disciplina. Lo he mandado a un internado de Suiza, al mejor y al más caro. Lo veremos en verano y en navidad. Haremos de él un hombre de provecho. No te preocupes.

—Pero podrías avisarme. Nunca cuentas conmigo —sollozó ella.

Él la abrazó con ternura.

—En dos días será tu cumpleaños, haré para ti una fiesta a lo grande. Invitaremos a nuestros mejores amigos. Y te lo pasarás genial. 

—¿Y Marcos? 

—Él estará entre nosotros. No te preocupes. Sabes que todo lo que hago es por el bien de la familia.


La fiesta fue un éxito. El menú era digno de la mesa de un rey. 

Pero lo que más halagaron fue la carne. Nunca habían probado nada igual. Y aunque se morían de ganas de saber de dónde procedía, el presidente no quiso desvelar esa información.

Alberto Fontán con el plato de la carne delante pensó: llegó el momento de comer su carne, la carne de Marcos.



jueves, 21 de marzo de 2024

POSESIÓN

 —¡Laura mira lo que he encontrado en el parque!

Su amiga y compañera de piso, apartó la vista de la televisión y la miró. Sara llevaba algo entre sus manos. Algo pequeño y peludo. Sus ojos hasta ese momento somnolientos se abrieron de par en par cuando se dieron cuenta de lo que era aquello.

—¡¿Un perro?! —Exclamó.

—Lo sé, lo sé —trató de calmarla Sara— Sé que eres alérgica, pero no podía dejarlo allí solo. —Hizo una pausa para ver la reacción de su amiga y a continuación añadió— Es tan mono…

—De acuerdo, pero no quiero verlo por aquí lo tendrás en tu habitación, si no te prometo que se va a la calle. ¿Entendido?

Sara feliz se llevó al cachorro a su cuarto. Como era hembra la llamó Luna. Le dio un buen baño, la secó, le dio de comer el pienso que había comprado de camino a casa y la dejó dormir con ella en su cama.

Los días pasaron y Sara cumplió su promesa de tener a la perra en su habitación. 

Al principio la perrita lloraba un poco por las noches, pero dejó de hacerlo al cabo de una semana. Laura estaba feliz y Sara también. Las cosas iban bien.

Hasta que Sara comenzó a cambiar. Salía a altas horas de la noche. Laura pensaba que era para pasear a la perra y no le dio mayor importancia. Pero un día que su amiga no estaba en casa, entró en su cuarto. Le parecía raro no escuchar a la perra en todo el día en que Sara estaba fuera. 

No vio a la perra por ningún lado y supuso que no se la llevaría con ella a trabajar, no se lo permitirían y menos en una cafetería. 

Aquello le extrañó mucho y decidió que le preguntaría cuando llegara esa tarde a casa.

Pero Sara llegó ya entrada la madrugada. Cubierta de sangre y muy magullada.

Laura le propuso, muy asustada por el aspecto de su amiga, llevarla a urgencias. 

Sara le dijo que no y se fue a su habitación.

Había noches que no volvía hasta la madrugada.

Laura estaba muy preocupada. No sabía en lo que andaba metida su amiga pero presentía que no era nada bueno. Además estaba el tema de la perrita, no había rastro de ella.

Un día la llamó la policía para que acudiera al parque para identificar a una joven que podía ser Sara.

Había intentado matar a un joven después de seducirlo. El muchacho logró librarse de ella clavándole una navaja que llevaba en el bolsillo. 

Cuando la policía llegó y lo interrogó, él juró que cuando aquella muchacha exhaló su último aliento un cachorro salió de su boca y echó a correr entre la oscuridad adentrándose en el parque.

Cuando Sara estaba tendida en el suelo desangrándose a causa de la herida mortal que le había asestado aquel joven, supo que era su fin. 

También sintió como sus pulmones se colapsan y supo que era el momento de exhalar su último suspiro, pero cuando lo hizo, Luna, su perrita, aquella que había rescatado un día en el mismo parque donde iba a morir, salía de su interior en forma de su último aliento.

Sale de su alma la perversa Empusa en busca de otro cuerpo que poseer.




miércoles, 6 de marzo de 2024

EL ELEGIDO

 —Abuelo cuéntame una historia, por favor.

En los albores del tiempo, existía una antigua profecía. Era la profecía de la estirpe del dragón, un linaje mítico que se decía descendía de los mismos seres alados que custodiaban los tesoros más preciados.

—Papá, no le cuentes esas historia al niño que después no va dormir.

—Sigue abuelo, no le hagas caso a mamá, ya no soy un niño pequeño.

—Vale, vale, me rindo, sois tal para cual.

La madre salió de la habitación del pequeño y el abuelo continuó con la historia.

Los ancianos decían que un elegido surgiría de entre los mortales. Su sangre llevaría la esencia de los dragones, y su destino estaría entrelazado con el de estas criaturas legendarias. Se decía que este elegido poseería el poder de unir los reinos divididos y restaurar la armonía en un mundo al borde del caos.

Los siglos pasaron, y la profecía quedó relegada al olvido. Sin embargo, en una pequeña aldea al pie de las montañas, nació un niño con cabellos dorados y los ojos negros como el azabache.  Desde muy pequeño tenía visiones de antiguos pergaminos y la sensación de que algo más grande lo aguardaba.

—¡Qué pasada! —dijo el niño.

—Pues ahí no queda la cosa, espera a que te cuente más.

A medida que crecía, su conexión con los dragones se hizo más fuerte. Los aldeanos lo miraban con asombro y temor, pues sabían que él era el elegido de la profecía.

Un día, el muchacho ascendió a la cima de la montaña más alta. Allí, pronunció el juramento de la estirpe del dragón. Prometió proteger a los inocentes, preservar la sabiduría de los ancestros y buscar la verdad detrás de la profecía.

En ese momento, las nubes se abrieron, y un dragón de escamas plateadas descendió del cielo. “Eres el elegido”, dijo.  “Cumple la profecía y restaura la armonía en este mundo”.

Y así, se cumplió la profecía de la estirpe del dragón. El joven se convirtió en un puente entre dos mundos. Su historia se convirtió en leyenda.

—Que historia tan chula abuelo. Mañana me cuentas otra.

—Ahora a dormir, campeón.


jueves, 22 de febrero de 2024

TRAICIÓN

 —¡Daniela, estás aquí! 

La chica la abrazó llorando.

—Te he estado llamando e incluso fui a tu casa y no estabas.

—Cálmate Elisa. Fui al aeropuerto a buscar a mi madre. 

—¿Hiciste las paces con ella? — le preguntó sonriéndole.

—Bueno, más o menos. —le respondió la amiga. —Pero, dime ¿qué pasó?

Elisa se enjugó las lágrimas, la cogió de la mano y la llevó hasta el camerino que en esos momentos estaba vacío.

—Me ha llamado la policía. Raúl se ha fugado de la cárcel.

—¿Qué dices? 

—Sí, hace dos días y tengo miedo de que venga a por mi.

Daniela la abrazó.

—Tranquila no creo que eso vaya a suceder. Yo estaré alerta por si veo algo, pero te aseguro que es imposible que venga hasta aquí. Has construido una imagen nueva, un nuevo nombre y estás a miles de kilómetros de donde vivías antes. Así que no te preocupes que aquí no vendrá y si lo veo yo misma llamo a la policía. Venga vistámonos para la función, los otros actores están a punto de llegar.

Hizo una pausa y continuó.

—Voy a buscar mis cosas al coche ahora vuelvo.

—Muy bien. Pero no tardes. —le suplicó Elisa —no quiero estar sola.


Daniela no se había olvidado nada, lo que le dijo a su amiga era sólo una excusa para estar sola y hacer una llamada.

Al primer tono le respondió la voz de un hombre.

—Esta noche lo haremos según lo previsto.

—De acuerdo, mi amor. 

—Te abriré la puerta y te escondes en el cuarto de la limpieza. Te vistes con las ropas que te dejé allí. Y cuando te avise sales al escenario y lo haces. Estate atento a esta frase: “Don Juan conquistará a las doncellas de la muerte” al oírla sales. ¿Lo entendiste?

—De acuerdo, Daniela.

Ësta iba a colgar.

—Espera —le apremió el hombre— Te quiero.

—Yo también Raúl.


Al cabo de media hora Raúl salió de su escondite vestido como Don Juan. Se supone que se tiene que encontrar con doña Inés (Elisa) pero Raúl al verla vestida con unos hábitos blancos, al principio no la reconoció, pero al hablar supo que era ella. Sabiendo que aquella mujer que tenía delante lo había metido entre rejas, el rencor y el odio afloraron más fuertes que nunca de su interior. 

Se acercó a ella con la intención de besarla, en realidad no sabía muy bien de qué iba aquella obra en particular. Sacó el cuchillo que llevaba entre sus ropas y le asestó cinco puñaladas mortales. 

Daniela lo estaba esperando fuera con el coche en marcha.






miércoles, 14 de febrero de 2024

CONCIENCIA

 James se levantó al amanecer para correr los diez kilómetros que hacía diariamente. Bajó corriendo las escaleras que daban a la planta baja y cuando estaba llegando a la puerta de la calle escuchó un ruido en la cocina. 

Podría ser cualquier cosa, pensaba para sus adentros mientras se dirigía hacia allí, como por ejemplo, el ruido de las cañerías, aquella era una casa vieja heredara de sus padres. Pero cuanto más se acercaba más seguro estaba de que aquel ruido no provenía de las cañerías, era más bien como si alguien estuviera moviendo platos y cubiertos.

Llegó al umbral de la puerta y no pudo pasar de allí. Había alguien en su cocina. Un hombre. Alto, delgado, con el pelo muy corto y una incipiente barba, vestido con ropa de deporte… Era igual que él.

Cerró los ojos y rezó para que cuando los abriera aquella persona no estuviera allí.

Pero al abrirlos aquel hombre lo estaba mirando con una amplia sonrisa dibujada en sus labios.

—¿Pero qué haces ahí parado?  —le dijo sin dejar de sonreír—Siéntate, ya he hecho el zumo de naranja, el café y estoy con las tostadas. Siempre se nos queman, es como una maldición que llevamos encima.

James, no sabía qué hacer. Tenía dos opciones, entrar o salir corriendo.

Le pareció que en cuestión de segundos sus piernas se habían convertido en chicle y que no lograría mantenerse en pie durante mucho tiempo, pero aun así, logró llegar a la silla y sentarse.

Aquel hombre le sirvió un vaso de zumo, una humeante taza de café solo y sin azúcar como a él le gustaba y unas tostadas negras como el carbón.

—Creo que con este día tan espantoso no deberías salir de casa —le espetó su visitante.

Fuera llovía con fuerza.

Pero con días peores había salido a correr.

Se bebió el café de un golpe. Estaba templado como siempre lo tomaba. La cafeína le dio la fuerza necesaria para hablar.

—¿Quién eres?

El otro soltó una carcajada mientras echaba la cabeza hacia atrás. Algo que él también hacía. Era un clon de él. No le cabía la menor duda. Había visto una película al respecto y al recordarla no dudó de que se había convertido en el protagonista y que aquello no pintaba nada bien. Si mal no recordaba al final el personaje principal no quedaba muy bien parado.

—James, James, soy tu conciencia. Tú y yo somos uno. No podríamos existir el uno sin el otro.

—¿Qué quieres? —le preguntó cada vez más convencido de que estaba ante un loco que se hacía pasar por él.

—Lo que quiero es muy sencillo. Que termines de una vez esa novela que estás escribiendo. 

Acto seguido se levantó de la silla y comenzó a caminar por la cocina dando vueltas.

—En primer lugar tienes que cambiar unas cuantas cosas. Ya sé que yo existo por y para algo, pero ¡por el amor de Dios! es una novela, no hace falta que seas tan moralista. Haz que tus personajes realicen los actos que tu moral te tiene prohibida, que tú nunca harías porque no tendrías el valor y porque dicha moralidad te lo impide. Venga, vamos a tu despacho a trabajar un poco.

Frente al ordenador James iba escribiendo lo que su conciencia le iba dictando y poco a poco se fue sintiendo más seguro de sí mismo, la adrenalina comenzó a subir por sus venas dándole unas fuerzas que nunca tuvo.

—Fíjate en este párrafo, eres un mojigato, sabes que el protagonista quería arrancarle la ropa a la chica y tomarla allí mismo sobre la hierba del parque, Escríbelo, hazlo realidad. Cualquier chaval de dieciséis años soñaría con eso y más éste, tu personaje principal es un pringado del tres al cuarto que todo el mundo le da la espalda.

Estuvieron así buena parte de la mañana. La novela estaba casi terminada. 

—Bueno, ahora viene el final. El chaval se va a subir a un autobús con la idea de irse del pueblo, muy bien, lejos de los maltratos de su padre, de sus compañeros de clase y bla, bla, bla. Pero necesita un final apoteósico. 

—¿Cómo cual?

—Digamos que toda esa ira acumulada durante años podría servirle de algo, como por ejemplo vengarse de todos. 

—¿Una especie de superhéroe vengativo que le salgan llamas o fuego por la boca?, no me hagas reír. —Le respondió.

—Algo así. —le respondió— Date cuenta que según la historia es el verano más caluroso en años. Lleva sin llover muchos meses. Está todo seco. Cualquier chispa valdría para provocar un gran incendio. El sol parece salido del mismísimo infierno puesto en el cielo por Satanás.

—¿Y?

—Se irá en el autobús que sale al mediodía. Pero antes… La gente estará en sus casas, a salvo del sol, echándose la siesta o viendo la televisión. Un poco de gasolina aquí y allá, sobre todo en el bosque que rodea el pueblo y en poco tiempo las llamas se expandirán por todas partes y así la venganza está asegurada.

—Estás loco… pero me gusta.

—La frase final será la siguiente:

La ciudad arderá con el sol infernal.


jueves, 8 de febrero de 2024

EL NIÑO

 Tom, profesión, guardavía. Vive en una vieja cabaña habilitada por la compañía de tranvías.  No tiene familia. Recorre diariamente unos veinte kilómetros comprobando que la vía del tren esté en perfecto estado y no haya peligro alguno de descarrilamiento.

Una tarde, tras hacer su ronda diaria, encontró la puerta de su cabaña abierta. Siempre llevaba una pistola cargada encima, vivía en una extensión muy grande de bosque y nunca se sabía cuando tendría que enfrentarse a algún animal salvaje. Desde que había empezado aquel trabajo, hacía más de diez años, no se había topado con nada más peligroso que una ardilla o un ciervo pero le daba un gran seguridad llevar aquel revólver encima.

La cabaña estaba cubierta de sombras cada cual más siniestra. Con los nervios a flor de piel y con el dedo en el gatillo Tom entró muerto de miedo. Nunca fue un hombre muy valiente y nunca tuvo que enfrentarse a algo similar a lo que le estaba ocurriendo en esos momentos.

Escuchó un ruido a sus espaldas y antes de darle tiempo a girarse, algo o alguien se lanzó sobre él agarrándolo por el cuello. Notó como unos afilados dientes se clavaban en su cuello. Se sacudió y se movió frenéticamente de un lado a otro hasta que logró sacarse aquella cosa de encima y sin pensarlo dos veces hizo tres disparos. Todos dieron en el blanco.
Dejó caer la pistola. Estaba temblando. Logró encender la luz y vio a lo que le había disparado. Era un niño de no más de diez años de edad. Vestido con harapos. Presentaba un aspecto sucio, mugriento.

Se acercó, le tocó la muñeca y no vio señales de vida. Decidió enterrarlo en el bosque. 

Le llevó un par de horas la tarea. Volvió a su casa, se limpió la herida del cuello que era superficial e intentó dormir. Pero su descanso estuvo plagado de pesadillas y se despertó unas horas antes del amanecer.

Se tomó una gran taza de café y decidió comenzar antes su trabajo. Necesitaba moverse y deshacerse de los remordimientos que le atormentaban por haber matado a aquel niño.

Llevaba caminando unos cinco kilómetros cuando el tren de las cinco de la mañana descarriló. El sonido fue devastador. Los gritos de las víctimas pidiendo auxilio angustiadas se escuchaban por doquier.

Avisó por radio de lo ocurrido pidiendo ayuda. Mientras no llegaba la ayuda fue al lugar de los hechos para intentar ayudar en todo lo que pudiera.

Logró encontrar al maquinista con vida. Se había roto una pierna y gritaba de dolor pero seguía consciente. Cuando el guardavías le preguntó qué había pasado el maquinista le dijo que había visto un niño tumbado en las vías y al intentar parar para no atropellarlo provocó el accidente.

A lo lejos se escuchaba la llegada de otro tren.

El fantasma se burló del guardavía provocando otro accidente.

Tom lo pudo ver. Era el niño que había matado esa noche.
Estaba de pie en las vías, haciéndole señas al tren para que parara.

El otro tren sin tiempo a frenar chocó con el que se había descarrilado. Tom quedó sepultado en medio de un amasijo de hierros. Mientras moría el niño se situó a su lado. Abrió la boca. Dos grandes y afilados colmillos se clavaron en su garganta.


REBELIÓN

  Era una agradable noche de primavera, el duende Nils, más conocido como el Susurrador de Animales, estaba sentado sobre una gran piedra ob...