Harry se había quedado en casa. Su madre lo consideraba demasiado pequeño para ir al bosque a cazar.
Su padre, con un grupo de amigos y su hijo mayor, Bill, salieron un par de horas antes del amanecer.
Caminaron durante un rato alumbrados por linternas y en silencio hasta que salió el sol. Habían cazado unos cuantos conejos y le seguían el rastro a un ciervo.
Bill se alejó un poco del grupo persiguiendo a una ardilla que al final se había encaramado a un árbol escondiéndose entre sus ramas. En un principio no se había fijado en el árbol hasta que retrocedió unos pasos para intentar localizar a la ardilla.
Nunca había visto un árbol igual. Parecía que tenía vida. Sus ramas se movían, a pesar de que no hacía viento, como múltiples brazos que gesticulaban. Hasta le pareció escuchar susurros. Muchas voces hablando en voz baja a la vez. Sintió un pánico atroz. Decidió regresar con el grupo. Comenzó a correr durante un buen rato hasta que sus piernas se doblaron y cayó al suelo. Estaba exhausto. La idea de que se había perdido pasó por su cabeza y se echó a llorar. Escuchó la voz de su padre a lo lejos, llamándolo a gritos.
Pronto estuvo a su lado. Entonces Bill comenzó a contarle lo que había visto y lo que le había asustado aquel árbol. El hombre trató de consolarlo diciéndole que todo había sido fruto de su imaginación.
Uno de los hombres que iban con ellos escuchó lo que el pequeño le había contado a su padre y su cara se puso tensa.
Decidieron regresar.
Bill corrió hasta la casa mientras su padre y sus amigos se reunían en el granero.
Harry que los había escuchado llegar se escondió entre el heno.
Al cerrar la puerta tras ello uno de los hombres cogió a su padre por la pechera de la camisa con fuerza mientras le gritaba que su hijo lo había visto.
Tom intentó convencerlo de que su hijo no contaría nada a nadie. Era un buen chico.
A Harry no le gustó nada el giro que estaba tomando aquella conversación. Sintió frió. Miedo. Por su padre. Por su hermano.
—Tú ahora eres el señor de la oscuridad. Él te ha elegido y como tal te corresponde que nadie localice el Árbol Oscuro. Ahora eres Herumor y tienes que ser consecuente con lo que tal honor representa.
—Por favor, ¡mi hijo no! —le suplicó.
—Será sacrificado. Lo haremos al anochecer. No podemos arriesgarnos a que alguien más se entere de la existencia del árbol. —sentenció el hombre.
Harry no quiso escuchar más y colándose por un agujero que había entre las tablas corrió hasta la casa para avisar a su hermano.
Pero su madre no le dejó pasar a su habitación. En la que estuvo encerrado hasta que cayó la noche y su padre fue a buscarlo.
Lo llevó en sus brazos. Seguía dormido.
Harry vio como se lo llevaba hacia el bosque seguido de los hombres ahora vestidos con túnicas negras que le tapaban la cabeza.
Harry intentó salir de la casa pero su madre no se lo permitió. La mujer estaba muy tranquila. Demasiado pensó él. Algo no marchaba bien.
Se fue a su habitación, se metió en la cama y se tapó con las mantas.
En el bosque, los hombres encendieron unas velas y atacaron al muchacho al tronco del árbol.
Comenzaron a cantar. Herumor inició el ritual frente al Árbol Oscuro.
Al amanecer, Bill ya formaba parte del árbol.
Sólo quedaban las cuerdas como el único vestigio de que alguna vez estuvo allí.
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