lunes, 3 de enero de 2022

¿CÓMO COMENZAR DESDE EL DOLOR?

 


 

¿Cómo comenzar desde el dolor?

¿Cómo hacerlo después de conocer la verdad?

Seguramente esas preguntas y muchas más se le pasaron por la cabeza a aquel muchacho después de averiguar la verdadera historia de su corta vida.

Pero no nos adelantemos y vayamos al principio.

Ricardo era un joven de quince años. Vivía a las afueras de un pequeño pueblo, en una casa de dos plantas rodeada de un enorme jardín.

Desde muy pequeño estuvo al cuidado de su padre. Ellos dos solos. Éste le había contado que su madre había fallecido al poco de nacer él. Quedando sumido en una gran depresión por la pérdida de su esposa, se volcó completamente en el cuidado de su hijo recién nacido.

El padre preocupado desde siempre por la seguridad de su pequeño, le relataba historias que terminaban en moraleja. Historias sobre no hablar con extraños, obedecer a sus padres, hacer sus tareas, aplicarse en los estudios…

El tiempo fue pasando y aquellas historias dieron paso a otras más acordes a su edad. En la era de internet y los peligros que acechaban a los jóvenes eran otros y más oscuros.

Un día el padre se presentó en su habitación. El joven estaba ante el ordenador jugando online con otros usuarios.

-Hijo tengo que contarte una historia –le dijo

-Papá –protestó el muchacho- ya no tengo cinco años para tus cuentos de miedo.

-Pero éste es real, Ricardo y creo que te vendría bien escucharlo.

A lo que su hijo le respondió:

-Papá te advierto que tus historias de terror ya no me dan miedo

-Entonces escucha atentamente –le pidió el padre

“Un joven de tu edad, al igual que tú, jugaba por internet con otros usuarios. Un día se fijó en uno, se hacía llamar Inesperado66. Podría haberle pasado desapercibido sino fuera por un detalle a tener en cuenta, siempre estaba conectado, fuera cual fuese la hora del día o de la noche. Era muy bueno, estaba en la posición más alta. Un día comenzaron a chatear. Parecía simpático, incluso le había dicho que era de su misma edad. Hablaban del colegio y de trivialidades del día a día. Le enseñó técnicas del juego y en pocas semanas, había escalado posiciones situándose entre los diez mejores. El día de su cumpleaños aquel jugador le había obsequiado con una gran cantidad de monedas y vidas extras para el juego. Cosa que le halagó mucho y se sintió de alguna manera más cercano a él. Entonces pasó algo que en el fondo deseaba que ocurriera, inesperado66 le propuso conocerse, a lo que el chaval no pudo negarse, porque esa idea ya se le había pasado por la cabeza varias veces. Le dio su dirección.

Sin embargo, aquella noche cuando sus padres llegaron a casa, pensó en contarles lo que había hecho. Se sentía mal por haberle dado la dirección a aquel usuario y las advertencias que, una y otra vez, le hacían sus padres de no dar datos personales a nadie que hubiera conocido por internet, no se iban de su cabeza. Pero para cuando quiso decírselo a su padre, éste se excusó con tener que hacer una llamada importante y que hablarían más tarde. Al intentarlo con su madre le pidió que se lo contara luego porque era la hora de la cena y también la hora del baño del bebé. El joven se ofreció a bañar a Ricardo, su hermano pequeño. Al final fue el único que lo escuchó. Más tarde decidió irse a la cama sin contarlo, pensando que quizá aquel miedo que le rondaba era infundado.”

-Un momento papá –le interrumpió el muchacho- ¿el bebé se llama como yo? Nunca antes habías puesto nombre a los protagonistas de tus historias.

-Quizá porque nunca fueron tan reales como ésta, jovencito.

Aquello desconcertó al joven. Pero su padre prosiguió con su historia zanjando de aquella manera cualquier pregunta al respeto.

“En algún momento de la noche, unos ruidos provenientes de la planta baja de la casa lo despertaron. Parecía que alguien había volcado algún mueble. No se movió. Estaba asustado. Agarrando las sábanas con fuerza, se mantuvo en alerta a la espera de nuevos ruidos. Pero esta vez fueron pasos lo que escuchó. Pasos subiendo las escaleras. Pasos acercándose y el crujido de la puerta de la habitación de sus padres al abrirse. Se tapó la cabeza con las mantas a modo de escudo.

Durante un rato, reinó el silencio. En la cama de al lado dormía su hermano Ricardo. Aquellos ruidos no lo habían despertado.

Entonces escuchó pasos que se acercaban a su habitación. La puerta comenzó a abrirse lentamente con un chirrido ensordecedor que no recordaba que hiciera hasta ese momento.

En el umbral apareció un hombre vestido de negro, era muy alto y sus ropas estaban cubiertas de sangre. Llevaba algo entre las manos que arrojó sobre la cama del joven. Eran las cabezas de sus padres.

-Hola querido amigo. –le saludó.

El muchacho reconoció a aquel hombre como su amigo de internet.

Presa del pánico se levantó de la cama de un salto y fue hasta la de su hermano. Lo cogió en brazos y lo abrazó con todas sus fuerzas. El bebé comenzó a llorar.

El hombre se acercó a ellos. Llevaba un cuchillo ensangrentado en la mano y lo blandía amenazadoramente hacia ellos. El joven le gritó que los dejaran en paz. El asesino de sus padres le arrebató al bebé de sus brazos y luego le clavó el cuchillo en el abdomen.

Ricardo dejó de llorar. Miraba al hombre detenidamente mientras intentaba agarrarle la barba con sus pequeñas manos. El hombre también lo miró y entonces el bebé le sonrió. En aquel momento supo que no podría matar a ese niño, supo que criaría aquel bebé como si fuera suyo.

El padre terminó el relato bajo una mirada cargada de dolor, terror y desconcierto por parte de su hijo Ricardo.

No hizo falta hablar, Ricardo comprendió que todas aquellas historias de terror que, noche tras noche, le contaba su padre eran reales.

Se dio cuenta de que aquel bebé era él.

Supo que aquel hombre, no era su verdadero padre y que su madre no había muerto al nacer él. Él la había asesinado.

Supo que aquel hombre, era un asesino serial.

 

 

 

 

 

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