lunes, 13 de junio de 2022

PLATO ÚNICO: VENGANZA

 

Manuel Martínez, de unos cuarenta años, cuerpo moldeado de gimnasio, bien parecido, desprendía miradas seductoras y algún que otro suspiro cuando alguna fémina pasaba a su lado. De gran carisma y dotado de un gran don de gentes eran algunas de las cualidades que le habían llevado a ser el presentador de un programa en una conocida y renombrada cadena nacional llamado FANTASMAS Y OTROS PERSONAJES desde hace más de un año. Se presentó un día de primavera, un viernes 13 en concreto, con un espectacular currículo bajo el brazo en aquella pequeña ciudad pidiendo trabajo. El director de la cadena, conocedor de su fama en todo el país, no cuestionó que un gran locutor como aquel que había trabajado hasta entonces como presentador de las noticias del mediodía quisiera trabajar allí. No lo dudó ni un instante y le dio lo que pedía. Un programa de madrugada que hablara sobre lo sobrenatural y que los oyentes pudieran interactuar haciendo llamadas en directo.

Durante el primer año de emisión los índices de audiencia habían sobrepasado las expectativas con creces a pesar de que otra emisora emitía en la misma franja horaria un programa muy similar. Digamos que FANTASMAS Y OTROS PERSONAJES era un plagio de él en letras mayúsculas. Pero la voz acompasada, seductora, casi susurrante, tenía encandiladas a la audiencia femenina. Aunque la presentadora del otro programa no se quedaba atrás, es más, su profesionalidad era muy superior a la de Manuel, éste jugaba con los sentimientos de su audiencia, invitando a cenar a alguna que otra oyente y haciendo adulaciones que arañaban la línea de lo moralmente correcto al realizar diversas preguntas, a su audiencia femenina, basadas en la ropa que llevaban para dormir en esas cálidas noches de verano, entre otras preguntas, a cada cual más subida de tono.

Hay un dicho que dice que quien juega con fuego se acaba quemando y Manuel comprobó su veracidad en sus propias carnes. Una de aquellas citas había sido ni más ni menos que con la nieta de su jefe. Una adolescente con la mayoría de edad recién cumplida. Salieron a cenar y a bailar. Ella era muy guapa. Lucía una larga melena rubia y un cuerpazo que sacaba el hipo. Todo aquello quedaba en segundo plano cuando abría la boca. Digamos que, carecía de luces, su nivel cultural ni siquiera se acercaba al aprobado. Tenía una risa acompañada de algo parecido a un rebuzno que hacía que el que estuviera a su lado sintiera vergüenza ajena. No lo dudó ni un segundo, le dio una excusa y la acompañó a casa dándole largas de cuando se volverían a ver. Pasaron las semanas y al no tener noticias de él comenzó el calvario para Manuel.

Ella, despechada comenzó a difamarlo por las redes sociales. Tenía muchos “amigos” y pronto la audiencia comenzó a descender en picado. Su jefe sabiendo como era su nieta trató de disuadirla en lo que estaba haciendo. A los pocos días apareció muerta. La habían violado y estrangulado. Su cuerpo apareció flotando en un río.

Unos días después Manuel pidió a su jefe poder ausentarse unos días por motivos personales. Su madre estaba gravemente enferma. Cuando retomó su programa una semana después, lo hizo recitando unos versos desgarradores donde plasmaban el dolor que sentía por la muerte de la mujer que lo había traído al mundo. El teléfono comenzó a sonar, llamadas para darle el pésame colapsaban la línea. En unos días la audiencia volvió a subir. Su plan había funcionado.

Tras el entierro de su madre, invitó a su hermana pequeña a pasar unos días en su casa. Una noche cuando regresaba de la emisora la encontró despierta esperándolo. No le gustó lo que vio reflejado en su cara, era una mezcla de desconfianza, miedo y mucha rabia.

Ella lo acusó de matar a su madre. No concebía que muriera de un ataque al corazón sabiendo de la buena salud que gozaba. No creía para nada en que la causa de la muerte fuese aquella. La discusión subió de tono en un determinado momento. Él empujó a su hermana y ésta perdió el equilibrio golpeándose la cabeza contra el suelo. Perdió el conocimiento.

Una hora después él llamó a la policía. Encontraron a la mujer en la bañera con las venas cortadas.  Todo indicaba que estaban ante un suicidio.

No hace falta decir que, tras unos versos de sublime dolor, una voz entrecortada en antena y cientos de llamadas, la audiencia superó lo nunca visto en un programa de radio. A todo esto, hay que añadir que escritores reconocidos del género de terror, querían que promocionara sus obras.

Esa noche promocionaría la nueva novela de un gran escritor. Una novela llena de intrigas, humor negro y calabazas.

 

INTRIGANTE COMO PLATO ENTRANTE,

DE RAZA Y SIN MORDAZAS

¡LEAN CREMA DE CALABAZA!

 

Las cosas no le podían ir mejor. La audiencia crecía cada día. Todos los ojos de los medios de comunicación estaban posados en él.

Una noche que en un principio parecía una como otra cualquiera, aprovechó una pausa del programa en el que había puesto un par de bandas sonoras de películas muy conocidas de terror, para ir al baño.

A la vuelta se encontró sentado en su sitio a un hombre de media edad, con el pelo muy corto salpicado de canas. Vestía una camiseta donde se veían inscritas dos palabras verdad o mentira y unos vaqueros desteñidos. Sonreía.

-Hola –le saludó- veo que me recuerdas.

El pánico se había adueñado del cuerpo de Manuel. La visión de aquel hombre, que creía muerto, lo había dejado en shock.

El hombre lanzó una gran carcajada al aire. Se levantó lentamente sin apartar su mirada de la aterrada de Manuel y le hizo un ademán de que se sentara. La última canción estaba a punto de terminar. Pronto tendría que continuar con el programa. El hombre leyendo sus pensamientos le dijo que no se preocupara que la emisión del programa de esa noche se iba a poner más interesante a partir de ahora.

-No entiendo –logró decir Manuel

-Lo sé, pero no tardarás en comprenderlo todo –le respondió todavía sonriendo.

La canción se terminó. Manuel cogió entre sus manos el guion que tenía escrito para continuar la emisión donde lo había dejado hacía unos minutos. Pero para su sorpresa aquel hombre hizo una negación con la cabeza, le arrebató las hojas de sus manos, entregándole otras.

Manuel leyó los primeros renglones y su tez mudó de color, volviéndose blanca como la leche, como si hubiera visto un fantasma. Pulso el botón de silencio para no ser oído en antena. El hombre que en ese momento estaba situado a su espalda, lo volvió a encender.

-La gente tiene que saber la verdad –sentenció –comienza a leer.

- ¡No quiero! –le gritó- ¡esto es una blasfemia, no puedo leer esta sarta de mentiras!

- ¿Estás seguro? –le preguntó el hombre mostrándole una pistola que había sacado de la nada.

Visiblemente nervioso comenzó a leer lo que había escrito en aquella hoja.

-Mi nombre no es Manuel Martínez, ni tampoco Antonio García, ni Javier González, mi nombre verdadero es Jesús Martín. No soy periodista, he falsificado mi título para conseguir trabajo en distintas cadenas a lo largo de todo el país. Una tapadera para hacer lo que realmente me gusta: violar y matar a mujeres.

Llegado a este punto Manuel se levantó tirando la silla esperando tomar desprevenido a aquel hombre y poder huir. Pero no fue así. El hombre más corpulento que él y actuando con rapidez, le golpeó en la cara rompiéndole la nariz. A continuación, le gritó, le exigió, que continuara leyendo apoyando la pistola contra su cabeza.

-Bajo el nombre de Javier González he estrangulado a dos mujeres después de violarlas

Bajo el nombre de Antonio García, he matado a una mujer que se negó a entregarme el coche cuando huía de la policía después de intentar secuestrar a una chica que dio el grito de alarma.

Bajo el nombre de Manuel Martínez he matado a una chica de quince años y a su madre cuando entré en su casa, después de violarlas. Su marido entró cuando yo estaba a punto de marcharme. Forcejeamos y le disparé.

Aquella confesión lo desmoronó totalmente, comenzó a llorar suplicando que lo dejara en paz.

El hombre haciendo caso omiso a sus súplicas le dijo que siguiera leyendo.

-Lo que no sabía es que el padre de aquella chica no murió. Lo que tampoco sabía es que me estuvo siguiendo desde entonces controlando cada paso que daba. No tiene nada que perder perdió a su familia y luego a causa de la obsesión por pillarme también su trabajo. Él es el verdadero Manuel Martínez.

He matado a mi madre asfixiándola con una almohada para conseguir mayor audiencia en mi programa. También he matado a mi hermana. La drogué y la metí en la bañera donde le corté las venas para que pareciera que había sido un suicidio provocado por el dolor que la embargaba debido a la pérdida de nuestra madre.

Hay un sobre amarillo sobre la mesa donde estoy, dentro están las pruebas sacadas de unas cámaras colocadas en mi casa y en la de mi madre. Así como la llave de una caja de seguridad de un banco donde guardo los objetos personales de las chicas que he matado, así como fotos que les saqueé en el momento de su muerte. También encontrarán mis otras identidades.

Al terminar el silencio que reinaba en la sala pesaba sobre ellos como una losa. El teléfono no había sonado en todo ese tiempo.

Entonces el hombre, sin mediar palabra, le disparó en la sien derecha.

A continuación, colocó la pistola en la mano derecha de Manuel.

El teléfono comenzó a sonar.

Las sirenas de la policía sonaban cada vez más cerca.

El hombre salió del edificio perdiéndose entre las sombras de la noche.

 

 

 

 

 

 

 

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