miércoles, 1 de noviembre de 2023

NOCHE DE MUERTOS

 —¡Mamá, quería un disfraz de drácula, no de murciélago! -protestó el niño. Es de bebés. Si no lo recuerdas ya tengo ocho años.

—Pero si estás guapísimo, cariño —le respondió la madre, mientras lo abrazaba con ternura —Venga, vámonos o llegaremos tarde a la fiesta de Halloween del colegio.

El niño no muy convencido con el cambio de planes en lo referente a su disfraz, se puso el abrigo y subió al coche.

El colegio quedaba a una media hora de su casa. Harían una parada antes de llegar para recoger a Joe, un compañero de clase.

Llegaron en el momento en que se abrieron las puertas del gimnasio para dar paso a la fiesta.

La habían adornado a conciencia. Murciélagos, calabazas, brujas, escobas voladoras, zombies, calderos mágicos…. No faltaba nada.

La música comenzó y los progenitores soltaron a  sus fieras para que se divirtieran.

La mayoría de los papás y mamás se quedaron para ayudar. Uno de los organizadores del evento, Sebastián, se acercó a un grupo de padres que se habían reunido junto a la puerta para evitar que ningún niño saliera de allí sin permiso.

—Faltan cuatro profesores, Ana, Javier, María y Santiago. ¿no los habréis visto, verdad?

Los padres le dijeron que no, que no los habían visto.

Sebastián siguió preguntando con el mismo resultado: nadie los había visto.

Lo más alarmante, si cabe, es que tampoco respondían a su llamada al móvil y no eran de los que dejaban tirada a la gente y sobre todo en un día como aquel.

La fiesta transcurrió con normalidad. 

Cuando estaban a punto de decir el nombre del ganador o ganadora del disfraz más original, las luces se apagaron quedando encendidas sólo las de emergencia.

Las puertas del gimnasio se abrieron bruscamente como movidas por un gran golpe de aire.

Cuatro encapuchados aparecieron en el umbral. Cada uno llevaba un hacha en la mano.

Una madre entró corriendo en el gimnasio gritando que había encontrado los cuerpos de los cuatro profesores en el baño.

Los encapuchados sonrieron. Se escuchó un grito, luego otro y otro…

La noche de muertos trajo a los sonámbulos del infierno.


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