¡Ha sido terrible! Rezaba la
portada del periódico aquella mañana. La ciudad entera estaba conmocionada ante
los hechos acaecidos la noche anterior. No había otro tema de conversación
entre los vecinos. La policía había acordonado el instituto. Se habían retirado
los cuerpos que descansaban en la morgue donde se les haría la autopsia, con la
esperanza de obtener los datos necesarios para un total esclarecimiento de los
hechos, que todavía estaban confusos.
Había una testigo, una de las
profesoras que se había escondido debajo de una mesa. Pero estaba demasiado
asustada y confusa, por lo que el interrogatorio no iba tan bien como se
esperaba.
Las cámaras instaladas en el
instituto mostraban a las cuatro profesoras ese día. Actuaban como de
costumbre, nada de lo que se veía en las grabaciones hacía sospechar que
aquella tragedia se iba a cernir sobre ellas.
“¿Qué ocurrió aquella noche en el
instituto? Intentaremos recrear los hechos, basándonos en el informe realizado
por la policía, después de investigar durante horas el lugar de la tragedia,
basándose en lo allí encontrado y sobre todo en las grabaciones recuperadas del
móvil de la única superviviente, éstas fueron de vital importancia para
esclarecer lo que había sucedido esa fatídica noche. No se lo pierdan esta
noche a las diez en nuestro canal noticias.”
Estaba sentado en aquel bar,
viendo la tele, en todos los canales no hablaban de otra cosa. Seguramente
ellos tendrán una versión de lo que ocurrió allí.
Pero los que os voy a relatar es
exactamente lo que pasó allí, aunque la policía se pueda acercar bastante a la
realidad hay detalles que no se mencionarán, porque dichos detalles, los sé yo
y lo saben ellas, porque los cinco estábamos presentes.
También he de añadir que lo que
voy a contar a continuación no es apto para los escépticos, los que reniegan de
lo paranormal y fuerzas oscuras.
Lo que os relataré a continuación es
exactamente lo que pasó allí, aunque la policía se pueda acercar bastante a la
realidad hay detalles que no se mencionarán, porque dichos detalles, los sé yo
y lo saben ellas, porque los cinco estábamos presentes.
¿Quién soy yo? Pronto lo
averiguarán. Paciencia.
Clara había discutido con su marido, Raúl,
hacia una semana, él se había ido a un hotel a vivir, hasta que las cosas se
aclararan. Trabajaban juntos, ambos eran
profesores del instituto. Las malas lenguas hablaban de una infidelidad por
parte del marido, se rumoreaba de que se había acostado con una alumna.
Había tres compañeras con las
que se llevaba muy bien y a las cuales le había hablado de sus problemas de
pareja. Una de ellas, gran conocedora de temas esotéricos le propuso hacer un
ritual para recuperar a su marido. Al principio Clara estuvo reticente ante tal
idea. Pero después de darle vueltas y más vueltas en su cabeza a la mañana
siguiente le dijo que sí.
Así que lo hablaron entre las
cuatro y se pusieron de acuerdo, se quedarían escondidas en el instituto hasta
que éste cerrara y el sitio más adecuado para no levantar sospechas era el
sótano, que lo utilizaban de almacén y casi nunca bajaba nadie allí, el único
que podría hacerlo sería el conserje. Pero era más que improbable.
Azucena, la que se
encargaría de hacer el ritual, llevó todo lo necesario para llevarlo a cabo,
esa tarde al instituto. Cuando finalizaron las clases se encaminaron al sótano,
esperando que el instituto cerrara. Para salir no tendrían problemas, cada una
de ellas tenía una llave de la puerta de entrada.
Así que las tres mujeres
despejaron una parte del sótano, apartando y apilando mesas, sillas viejas y
otros enseres varios, para dejar espacio. Tenían que trazar un circulo de sal
en el suelo, ellas permanecerían en el interior. Salir de allí podría
significar el fracaso total del ritual e incluso desatar alguna fuerza oscura,
dejaron claro que bajo ninguna circunstancia abandonarían el circulo trazado.
Encendieron unas velas blancas. Se sentaron en
el suelo cruzando las piernas en posición de loto y cerraron los ojos, mientras
Azucena pasaba a leer el ritual que estaba escrito en una hoja de papel. Cuando
finalizó la lectura, lo dejó a su lado y se dieron las manos. Al cabo de un
rato una ráfaga de aire apagó las velas e también hizo volar el papel. Una de
ellas Marta, abrió los ojos asustada al notar como su pelo se movía por acción
de aquel viento, estaba asustada.
De su garganta salió un grito
aterrador que hizo que las demás mujeres también abrieran los ojos. Sara que
estaba a su lado se levantó de un salto y con las prisas le dio una patada a su
móvil que había colocado a su lado con la grabadora puesta. No creía mucho en
esas cosas y pensó que si grababa toda aquella parafernalia que no llevaría a
ningún lado, acabarían dándole la razón.
Entonces presa del pánico
salió del circulo y se escondió debajo de una mesa. El móvil que había salido
disparado a causa de la patada que le había propinado, estaba a pocos
centímetros de ella, logró cogerlo y se acurrucó lo más que pudo esperando que
aquella cosa no la viera.
Frente a ellas, apareció un ser encorvado,
de gran tamaño, con garras en vez de manos, con unos dientes afilados que
sobresalían de la boca, sin pelo, la tez de un color amarillento, en vez de
piernas tenía patas semejantes a las de una cabra. De la boca salía una
sustancia verdosa, que se deslizaba por su pecho hasta terminar en el suelo,
allí donde se posaba lo quemaba.
Se acercó a las tres
mujeres que todavía seguían allí sentadas, no podían moverse, estaban
petrificadas, aquel ser se iba acercando a ellas mientras las miraba con unos
ojos impregnados en sangre. De su boca, aquella sustancia verdosa salía a
raudales, como si estuviera salivando ante una comida apetitosa.
Se abalanzó sobre ellas,
a tal velocidad que aquellas mujeres ni se dieron cuenta de lo que pasaba.
Sara seguía escondida
entre las mesas, pero ante tal visión su cerebro no lo pudo soportar y se
desmayó.
Aquel ser les chupó
toda la sangre, hasta la última gota. Lo que el móvil no grabó fue la
transformación que ocurrió a continuación. Una vez bebida toda la sangre, el
aspecto de aquella cosa infrahumana, cambió totalmente dando paso a un joven
alto y apuesto.
Si señores aquel
hombre apuesto soy yo. Aquellas mujeres me trajeron de vuelta del infierno. Y
soy testigo de primera mano. ¿Por qué no maté a la mujer escondida? No
necesitaba alimentarme más, estaba saciado, además la pobre no se enteró de
mucho y lo poco que vio está relegado al fondo de su mente encerrado bajo
llave.