domingo, 2 de enero de 2022

SI ENTRAS, NO SALES

 

 

 

Era una c谩lida tarde de verano, cuando los vecinos de aquel peque帽o pueblo, vieron pasar una ranchera verde. Al llegar a una gran casa pintada de blanco, situada a las afueras, se detuvieron. Hab铆an llegado.

Del coche se apearon un hombre, una mujer y una adolescente. La muchacha con el ce帽o fruncido y semblante malhumorado, se plant贸 delante de la casa mir谩ndola de manera inquisitoria dispuesta a protestar por su aspecto. Pero no pudo hacerlo. Era m谩s bonita de lo que jam谩s se hubiera imaginado. Ten铆a dos plantas y hasta donde sus ojos pod铆an ver, un gran jard铆n en la parte trasera.

-Espera a ver su interior y la piscina –le susurr贸 su padre al o铆do, mientras cargaba con dos grandes cajas.

Su madre le pidi贸 que llevara sus maletas y procedieron a la apertura de la puerta principal. El padre, introdujo la llave en la cerradura. Al abrirla, hizo una ceremoniosa reverencia invit谩ndolas a entrar en su nuevo hogar.

Tanto la madre como la hija no pudieron menos que re铆rse. Carol hab铆a dejado atr谩s su enfado dando paso a la curiosidad propia de una chica de su edad, por ver c贸mo era por dentro.

La joven, comenz贸 a recorrer la planta de abajo. Y lo que vio le gust贸. La cocina era enorme. Ten铆a una puerta que daba al jard铆n desde la cual pod铆a ver una enorme piscina. Intent贸 abrirla, pero estaba cerrada.

Encamin贸 sus pasos hacia el sal贸n, de un tama帽o considerable. En una de las paredes hab铆a una gran chimenea que le rob贸 una sonrisa. Los muebles eran nuevos y funcionales, pero hab铆a algo que le llam贸 la atenci贸n. En las paredes, hab铆a retratos de familias enmarcados. En uno se ve铆a a una joven con un beb茅 en brazos. En otra, a un matrimonio de mediana edad con cinco ni帽os, tres ni帽as y dos ni帽os. Otra, mostraba a dos ancianos, un hombre y una mujer y en las otras dos, se ve铆a una pareja con una ni帽a de unos ocho a帽os, en una y la otra estaba vac铆a. Todos sonre铆an. A Carol le dio la impresi贸n que sus ojos se mov铆an para mirarla al pasar. Un escalofr铆o le recorri贸 el cuerpo.

Le quiso preguntar a su padre si sab铆a algo de aquello, pero prefiri贸 dejarlo para m谩s tarde y de paso sugerirle quitarlos de all铆. Tanto 茅l como su madre estaban muy atareados descargando cajas y bolsas del coche.

Al cabo de un rato, cuando por fin hubieron metido todo dentro, Carol ya hab铆a recorrido la parte de arriba y se hab铆a enamorado completamente de su habitaci贸n. Era enorme, muy soleada y daba al jard铆n trasero. Escuch贸 risas en la cocina. Baj贸 a ayudarles.

La tarde estaba cayendo y las primeras sombras de la noche ganaban terreno, a pasos agigantados, a la luz del sol. Decidieron hacer un descanso y comer algo.

Fue entonces cuando la joven le coment贸 a su padre que la puerta que daba al jard铆n estaba cerrada con llave. El hombre prob贸 cada una de las llaves que le hab铆a dado la inmobiliaria, pero ninguna abr铆a aquella puerta. Marc贸 el n煤mero de la joven que le hab铆a vendido la casa, pero el m贸vil no daba se帽al. No le dio mucha importancia y decidi贸 que por la ma帽ana se acercar铆a hasta all铆.

Pero la joven de la inmobiliaria se hab铆a dado cuenta de que no le hab铆a dado todas las llaves, en la oficina estaban la que daba al jard铆n trasero y la del s贸tano. As铆 que antes de irse a su casa decidi贸 pasarse por all铆 puesto que le quedaba de camino.

Mientras tanto en la casa se vieron que los problemas empezaban a mostrar su cara m谩s siniestra. No hab铆a electricidad. Encontraron una linterna que funcionaba, en uno de los cajones de la cocina y el hombre se encamin贸 hacia el s贸tano donde estaba el cuadro de la luz. Pero su sorpresa fue may煤scula cuando al ir a abrir la puerta se dio cuenta de que estaba cerrada con llave y 茅l no la ten铆a. Intent贸 volver a llamar a la inmobiliaria, pero segu铆a sin dar se帽al. Pens贸 en coger el coche e ir hacia all铆, pero era muy tarde y lo m谩s seguro es que hubieran cerrado. No se equivoc贸.

Decidieron que aquello no le iba a arruinar su primera noche en su nuevo hogar. Rebuscando por los cajones encontraron unas cuantas velas y se dispusieron a cenar amparados por su luz. Se acostar铆an temprano y al d铆a siguiente solucionar铆an el problema de la luz y de las llaves.

La joven de la inmobiliaria enfil贸 el coche por el sendero de grava, que daba a la casa. Estaba muy oscuro dentro. Pens贸 que tal vez hubieran retrasado su llegada hasta el d铆a siguiente. Pero vio las siluetas de una joven con un beb茅 en brazos en el sal贸n. Al ir acerc谩ndose escuch贸 m煤sica y pudo vislumbrar a una pareja de ancianos bailando. Le pareci贸 bastante extra帽o todo aquello. Por lo que le hab铆a contado el hombre al que le hab铆a vendido la casa, all铆 iban a vivir 茅l, su esposa y su hija adolescente. En ning煤n momento le habl贸 ni de un beb茅 ni de unos ancianos.

Se ape贸 del coche y se dirigi贸 a la puerta de la entrada. Timbr贸.

Dentro de la casa, poco antes de que sonara el timbre, el equipo de m煤sica que hab铆a en el sal贸n comenz贸 a sonar, dejando escapar las notas armoniosas de un vals. Aquello los dej贸 petrificados.  El padre se levant贸 y accion贸 el interruptor de la cocina, donde estaban, que no arroj贸 luz en la estancia. Linterna en mano fue hasta el sal贸n seguido de su mujer y su hija que por nada del mundo quer铆an quedarse solas en la cocina, estaban muy asustadas.

La m煤sica ces贸 cuando se escuch贸 el timbre. Estaban en el umbral de la puerta del sal贸n cuando aquello sucedi贸. Un peque帽o grito sali贸 de sus gargantas provocado por el susto que les caus贸 el timbrazo.

Lo primero que se les pas贸 por la cabeza es que eran los de la inmobiliaria y que les iban a solucionar los problemas de la luz. El padre se dirigi贸 hacia la puerta de la entrada dispuesto a abrirla, pero…. no pudo. Ten铆a la llave puesta, pero por m谩s que lo intentaba no lograba hacerla girar. Grit贸 al que estuviera al otro lado de la puerta. Pero nadie le respondi贸. Escuch贸 pasos que iban en direcci贸n al garaje. Corri贸 hacia la ventana para abrirla. No lo consigui贸. La temperatura en la casa hab铆a bajado considerablemente. Pero lo peor no era el fr铆o que sent铆an, sino la sensaci贸n de estaban siendo observados.

Fuera la joven timbr贸 un par de veces m谩s al ver que nadie acud铆a a abrir la puerta. La m煤sica hab铆a cesado.  Se acerc贸 a las ventanas por si ve铆a a los ancianos o a la mujer con el beb茅, pero parec铆a que la casa estaba vac铆a. No sab铆a qu茅 hacer. Fue hasta su coche y cogi贸 su m贸vil. Llam贸 al hombre que hab铆a comprado la casa, pero no daba se帽al. Fue hasta el garaje. Hab铆a un coche all铆. Una ranchera verde. Aquello s贸lo pod铆a significar una cosa: hab铆an llegado ese d铆a.

Volvi贸 a timbrar. Nada. Entonces una idea acudi贸 a su cabeza. Hab铆an salido a cenar al pueblo. No pod铆a haber otra explicaci贸n. Sonri贸 con alivio. Se hab铆a puesto nerviosa por nada. Se subi贸 al coche con la idea de volver al d铆a siguiente por la ma帽ana.

As铆 lo hizo. De camino al trabajo par贸 en la casa.

Se dio cuenta de que algo no iba bien a medida que se iba acercando con el coche.

Las luces de toda la casa estaban encendidas. La puerta de la casa estaba abierta de par en par. Asom贸 la cabeza mientras lanzaba una pregunta al aire: ¿hay alguien? Nadie respondi贸

Vio cajas vac铆as y otras a medio vaciar esparcidas por toda la planta baja.

Fue hasta el sal贸n. Lo recorri贸 con la mirada y algo le llam贸 la atenci贸n. Los cuadros se hab铆an ca铆do. El suelo estaba cubierto de cristales. S贸lo quedaba uno colgado en la pared. Se acerc贸. En 茅l se ve铆a a un hombre, una mujer y una adolescente. Reconoci贸 al hombre. Era el nuevo propietario de la casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 28 de diciembre de 2021

PASOS

 

 Cuando aquella ma帽ana, el despertador que descansaba sobre su mesilla de noche son贸, se levant贸 como cada d铆a, para ir a trabajar. El camino al trabajo siempre lo hac铆a a pie, apenas distaba unos veinte minutos de su casa. Al ser tan temprano, s贸lo se cruzaba con dos o tres personas por la calle, siempre las mismas, somnolientas y apretando el paso para no llegar tarde.

Llevaba poco menos de la mitad del camino recorrido cuando se percat贸 de que no estaba solo, alguien caminaba tras 茅l, muy cerca, demasiado para su gusto. Por su manera de andar y por el ruido que hac铆an aquellos pasos, dedujo que se trataba de un hombre. En un principio no le dio mayor importancia y sigui贸 su camino. El sonido de aquellos pasos lo acompa帽aron hasta llegar a un cruce. Se par贸 esperando que el sem谩foro cambiara de color. La incertidumbre lo estaba matando. Se mor铆a por saber qui茅n caminaba tras 茅l. Su imaginaci贸n hab铆a echado a volar, mostr谩ndole un abanico inmenso de posibles identidades, cada cual m谩s aterradora, de aquel individuo. Incluso se vio en las noticias de la noche como la 煤ltima v铆ctima de un asesino serial.  Con cierto disimulo, gir贸 la cabeza para ver de quien se trataba. Pero se llev贸 una gran sorpresa al comprobar que tras 茅l no hab铆a nadie. Estaba solo en la calle. Cuando la luz del sem谩foro se puso verde, el hombre cruz贸. Al llegar al otro lado algo hab铆a cambiado en 茅l. Era su semblante. Estaba p谩lido como la cera. En 茅l se ve铆a reflejado el p谩nico que lo invad铆a. Estuvo un rato parado en la acera tratando de aclarar sus pensamientos. Aquella situaci贸n en la que se ve铆a inmerso, no le gustaba. Le causaban angustia y mucho miedo. Aquellos pasos eran reales. Los hab铆a escuchado claramente. No estaba loco. No se imaginaba cosas. Los hab铆a o铆do. Estaba seguro. Entonces… ¿c贸mo pod铆a explicar que no hubiera nadie caminando tras 茅l?, es m谩s, ¿c贸mo pod铆a explicar que no hubiera nadie en toda la calle? Aquel pensamiento, aquella pregunta sin una aparente respuesta, que se repet铆a en su cabeza una y otra vez, no hac铆a m谩s que incrementar el miedo que sent铆a. Un golpe de aire, salido de la nada, hizo que sus cabellos se alborotaran y movieran su abrigo, cesando tan r谩pido como hab铆a comenzado.

Sigui贸 caminando intentando mantener la compostura. Sus pasos se hicieron m谩s r谩pidos y algo torpes, provocados por el nerviosismo que le embargaba. Su coraz贸n lat铆a desbocado en su pecho, provoc谩ndole un dolor intenso. Los apenas diez minutos que distaban de su trabajo los hizo casi corriendo. No dejaba de escuchar aquellos malditos pasos a sus espaldas cada vez m谩s y m谩s cerca.

Su mente intentando aferrarse con fuerza a su lado racional buscaba explicaciones coherentes para aquello.

Se par贸 en seco. Su respiraci贸n era entrecortada. Estaba sudando. Gotas de sudor resbalaban por su frente. Las limpi贸 con el dorso de la mano en un acto reflejo. Respir贸 hondo e hizo acopio de todo el valor que pudo reunir y se dio la vuelta, otra vez.

No hab铆a nadie. La calle estaba vac铆a.

Ech贸 a correr como alma que lleva el diablo, los apenas cinco minutos que distaban de la f谩brica. Cuando lleg贸 a la puerta met谩lica que separaba la calle del edificio la abri贸 de un tir贸n, entr贸 y la cerr贸 r谩pidamente tras de s铆. Se apoy贸 en ella para tomar aliento. Pero antes de que se cerrara completamente, se col贸 un soplo de aire, envolvi茅ndolo con su g茅lido manto. Un escalofr铆o recorri贸 todo su cuerpo. Sent铆a una presencia a su lado. Pod铆a jurar que no estaba solo. Se estaba volviendo loco.

Un enorme cansancio se apoder贸 de 茅l. Arrastrando los pies lleg贸 hasta su despacho. Se dej贸 caer en el sill贸n.  La dol铆a la cabeza. La apoy贸 sobre la mesa y cerr贸 los ojos esperando que el dolor cesara.

Poco despu茅s, cuando entr贸 su secretaria, lo encontr贸 sin vida.

 

lunes, 20 de diciembre de 2021

LA PEL脥CULA

 

Despu茅s de pagarle al repartidor, se sent贸 ante el televisor. Hab铆a un girasol dibujado en la caja que conten铆a la pizza. Le sorprendi贸 comprobar que aquel era el logotipo de la empresa y sonri贸 ante tal ocurrencia. Cogi贸 un trozo y mientras lo com铆a, se concentr贸 en la pel铆cula que estaba viendo, antes de que el timbre de la puerta lo interrumpiera.  Estaba solo, su hermana regresar铆a a casa en un par de horas, cuando saliera de trabajar. La protagonista, una adolescente, iba montada en la parte de atr谩s de la moto del “malote” del instituto, llevaba puesto un sombrero que iba sujetando con una mano, para que no volara. Se dirig铆an a casa de un amigo que hab铆a montado una fiesta, aprovechando que sus padres se hab铆an ido de viaje el fin de semana. Era la t铆pica pel铆cula de terror adolescente, donde un asesino iba matando, uno a uno, a todos los j贸venes que estaban en la casa. La hab铆a visto muchas veces, le fascinaba, se sab铆a los di谩logos de todos y cada uno de los personajes que aparec铆an en ella. Com铆a despacio, al ritmo de un caracol, concentrado al m谩ximo en las im谩genes que iban pasando ante sus ojos.  Cuando los j贸venes de la moto llegaron a la casa, el di谩logo cambi贸, mejor dicho, ten铆an que haber hablado y no lo hicieron. Le extra帽贸 mucho aquella omisi贸n. En el hall de la casa, recordaba que hab铆a una maqueta de un barco vikingo sobre una mesita. No estaba. En su lugar se ve铆a la de un molino. Al abrir la puerta de la calle, se col贸 un poco de aire, aquello provoc贸 que las aspas comenzaran a girar. Los chicos dejaron sus abrigos en el armario y encaminaron sus pasos hacia otra puerta que daba al sal贸n, donde se celebraba la fiesta. La imagen se congel贸 en el momento en que los j贸venes cruzaban el umbral, quedando en la pantalla un primer plano del molino cuyas aspas giraban y giraban sin parar. Dar铆a un pu帽ado de monedas de oro, si las tuviera, por saber qu茅 estaba pasando. Fue el 煤ltimo pensamiento que tuvo antes de que el continuo movimiento de aquellas aspas, lo hipnotizaran por completo. No vio la cara pintada de blanco de un hombre en la pantalla de su televisor mir谩ndolo, mientras esbozaba una sonrisa amenazadora y siniestra. Poco despu茅s lleg贸 su hermana a casa. En el sal贸n, sobre la mesa que hab铆a frente al televisor, encontr贸 una caja con una pizza dentro a medio comer y en la televisi贸n estaba puesta aquella pel铆cula que tanto le gustaba a su hermano. Hizo una mueca de disgusto, pensando que era enfermiza la obsesi贸n que ten铆a con ella. Grit贸 su nombre. Nadie le contest贸. Escuch贸 unos ruidos en la cocina. Pensando que era su hermano quien los hac铆a, fue hasta el ba帽o con la intenci贸n de darse una ducha. Al correr la cortina para abrir el grifo, lo encontr贸 en la ba帽era en medio de un gran charco de sangre. Grit贸 con todas sus fuerzas. Se gir贸 presa del p谩nico, para salir de all铆 y pedir ayuda, pero en el umbral de la puerta la esperaba alguien. Llevaba la cara pintada de blanco y sonre铆a. Aquella sonrisa le provoc贸 un escalofr铆o que le recorri贸 todo el cuerpo y la puso en alerta. Abri贸 la boca para volver a gritar, pero aquel hombre fue m谩s r谩pido, se coloc贸 tras ella y se la tap贸 con una mano enguantada, la que ten铆a libre, porque en la otra llevaba un cuchillo con el que le raj贸 la garganta.

 


jueves, 16 de diciembre de 2021

NAVIDAD

 

Un ambiente festivo envolv铆a las calles decoradas con luces de colores y guirnaldas, m煤sica de villancicos que se dejaba escuchar, a todas horas, por unos altavoces colocados estrat茅gicamente por todo el pueblo, cortes铆a del alcalde. Tiendas abarrotadas de gente comprando regalos, ni帽os sonriendo, otros llorando, en el regazo de Papa Noel, todo esto junto con el olor a turr贸n y mazapanes que se respiraba, era el indicativo de que la Navidad hab铆a llegado.

Un anciano, apoyado en un bast贸n con una empu帽adora de oro, en forma de drag贸n, paseaba entre la multitud. Ten铆a el pelo muy corto y completamente blanco, era alto y delgado. Vest铆a un traje caro, de color negro. Unos zapatos del mismo color aparec铆an pulcramente lustrados.  Una ni帽a peque帽a que iba de la mano de su madre, qued贸 algo rezagada mirando un oso de peluche que hab铆a en el escaparate de una tienda, al volver la mirada al frente, despu茅s de un ligero tir贸n de su madre, tropez贸 con aquel hombre mayor. Sus miradas se cruzaron durante unos segundos, tiempo suficiente para que el miedo invadiera el cuerpo de la peque帽a y se pusiera a llorar. La madre despu茅s de disculparse con el anciano, la cogi贸 en su regazo tratando de calmar a su hija que lloraba desconsoladamente. El hombre sigui贸 su camino, esbozando una sonrisa que, para cualquiera que lo estuviera observando, la tildar铆a de siniestra, malvada.

Pero nadie se fij贸 en 茅l. En medio de aquella ola de gente, era uno m谩s. Pero hab铆a una diferencia a tener en cuenta, mientras los dem谩s iban con prisas de un lado a otro, 茅l caminaba despacio, observ谩ndolo todo y a todos, intentando atrapar en sus retinas hasta el m谩s m铆nimo detalle de lo que acontec铆a a su alrededor.

Sus pasos lo llevaron hasta la reja abierta, de una gran casona, donde una mujer de mediana edad, muy maquillada y envuelta en pieles, le daba un bofet贸n a una joven porque se le hab铆a ca铆do una botella de leche en el camino de acceso, manch谩ndole sus caros zapatos. El anciano sonri贸.

Sigui贸 caminando. Sus pasos le llevaron hasta Papa Noel. Hab铆a una inmensa hilera de ni帽os que esperaban su turno para hacerle sus peticiones. En esos momentos un ni帽o de unos siete a帽os, estaba sentado en su regazo. Le estaba enumerando una lista infinita de juguetes que quer铆a. Papa Noel lo mir贸 fijamente y le dijo que ten铆a que dejar algo para los dem谩s ni帽os. El chaval, visiblemente enfadado, le respondi贸 que no le importaban los dem谩s ni帽os y que, si no le tra铆a lo que le hab铆a pedido se lo dir铆a a su padre, que era el alcalde, y lo llevar铆a al calabozo.

Sigui贸 con su paseo. Un coche se detuvo en un callej贸n oscuro, de 茅l se baj贸 un joven de unos treinta a帽os, llevaba el cuello del abrigo subido, un sombrero negro cubri茅ndole la cabeza y una bufanda le tapaba la mitad de la cara. Mir贸 a ambos lados y cuando estuvo seguro de que nadie lo ve铆a entr贸 por la puerta trasera de un famoso prost铆bulo. El anciano sab铆a qui茅n era a pesar de intentar pasar desapercibido. El padre Juan, hombre devoto donde los haya. Pero humano, al fin y al cabo. Portaba una bolsa llena de regalos. Sonri贸.

A Mart铆n no le gustaba lo que su padre le mandaba hacer, sobre todo en aquella 茅poca del a帽o, pero seg煤n 茅l era la mejor para aquel “trabajo”. La gente era m谩s generosa, los remordimientos ten铆an mucho que ver en ello, soltaban m谩s monedas que de costumbre.  Se coloc贸 en una esquina muy concurrida, vistiendo sus peores ropas, a pedir limosna. Al cabo de una hora all铆, tuvo que darle la raz贸n a su padre, la gente le lanzaba monedas como caramelos. Mejor as铆, porque si no llevaba suficiente dinero esa noche a casa, le dar铆a una paliza y lo mandar铆a a la cama sin cenar. El anciano le arroj贸 un par de monedas al ni帽o, mientras le sonre铆a.

Sigui贸 caminando. Una pareja estaba discutiendo. Ella le dec铆a a su novio, que no quer铆a ver a la hermana de 茅l, que era una arp铆a y que le ca铆a mal. 脡l le reprochaba que no quisiera cenar con su familia. Ella rompi贸 a llorar de impotencia. Una mujer se acerc贸 a ellos, era la hermana del joven. Sus 煤ltimas palabras al tel茅fono antes de acercarse a su hermano y su cu帽ada, fueron “tengo que colgar, querida, he de saludar a la imb茅cil de la novia de mi hermano, hablamos luego”. Guard贸 el m贸vil en el bolso y se acerc贸 a la mujer, le estamp贸 un par de besos en la mejilla, sin dejar de repetirle lo guapa que estaba y lo mucho que se alegraba de verla y que le hab铆a comprado un regalo que la iba a dejar sin palabras.

Le encantaba aquella 茅poca del a帽o. La Navidad era, sin duda, la festividad donde los hombres m谩s pecaban. Y 茅l se alimentaba de los pecados de los humanos.

El Demonio sonri贸 y continu贸 caminando. Estaba disfrutando much铆simo con aquel paseo.

Y la noche, no hab铆a hecho m谩s que empezar.  

 

 

 

 

 

lunes, 13 de diciembre de 2021

LA DUALIDAD DE LAS LETRAS

 

UNO


Encendiste mi cielo con tu luz 

apagaste mi infierno con ella 

En tus brazos he vuelto a nacer 

en tus brazos aprender茅 de nuevo 

el significado de la palabra Amor.



¡Maldito! 

Encendiste mi cielo con tu luz 

Sal铆 huyendo 

buscando el refugio de la oscuridad 

No quiero tu compasi贸n 

quiero que la apagues para poder morir entre tinieblas.


DOS


La esperanza como escudo para un coraz贸n que a煤n late de amor por ti.

Que a煤n espera tu regreso

Que a煤n no se rindi贸 ante tu prolongada ausencia

Que a煤n recuerda tus caricias sobre su piel

Que a煤n saborea tus besos sobre mis labios



La esperanza como escudo para un coraz贸n que a煤n sigue vivo y espera ser rescatado. 

Te lo arranqu茅 del pecho y lo he pisoteado, una y otra vez, 

¿tengo que matarte para que te olvides de m铆? 

Dime, ¿es eso lo que quieres?


TRES


Abre la ventana, mi amor

Y t煤mbate a mi lado

Dejemos entrar a las hadas con su magia

Ba帽ada con el polvo de estrellas

Ba帽ado con el polvo de estrellas

Impregn谩ndonos de amor

Tocaremos el cielo


Invoqu茅 a los demonios en la cueva fr铆a y oscura donde me encerraste.

Escucho pasos. 

Se acercan. 

Les suplico venganza. 

Tu vida como precio.

Ba帽ada con el polvo de estrellas negras y oscuras del averno, 

me libero de las ataduras. 

Te acercas confiado con una daga en la mano. 

Aprieto con fuerza tu cuello con las cadenas. 


CUATRO


Me sumerjo en tus ojos verdes como el mar

Me miras y me derrito de amor

Sonr铆es p铆caramente

Tus ojos brillan

Hay una mezcla de lujuria y pasi贸n en tu mirada

El mundo posee tu cuerpo, pero no tus ojos.

 


El mundo posee tu cuerpo

fantasean con 茅l y t煤 te deleitas con ello

Tu g茅lida mirada cargada de desprecio se posa en m铆.

El mundo posee tu cuerpo, pero no tus ojos

Ahora son m铆os

Veo tu alma desnuda a trav茅s de dos cuencas vac铆as

Donde una vez hubo arrogancia y ahora s贸lo hay oscuridad.



CINCO


La sombra del silencio

Cae sobre m铆 si no est谩s

Tu ausencia me envuelve en una espiral de melancol铆a

Mi alma llora y mi coraz贸n te a帽ora

Cuando est谩s a mi lado

irradias una luz que

disipa las sombras de mi pena


La sombra del silencio

Extendi贸 su manto

La sombra del silencio

Vino para quedarse

La sombra del silencio

Acall贸 tus llantos, tus s煤plicas, tus lamentos

La sombra del silencio

Lleg贸 con la Muerte


SEIS


Nuestras miradas se encuentran

Mis ojos est谩n llorosos

Los tuyos irradian alegr铆a

Me abrazas tiernamente

Me murmuras al o铆do

Disipando mis dudas

No te vas, te quedas, me iluminas.


Mi mirada, es el reflejo del odio que siento hacia ti

Tu mirada, refleja la ira que sientes hacia mi

Enfurecido me dices “no te vas, te quedas, me iluminas”

Tus palabras son falacias

Tus actos te delatan

No quiero quedarme

Las ataduras a la silla me obligan a hacerlo

Te reto con la mirada y te pregunto

¿Me vas a matar?

A lo que t煤 contestas

Puede ser



lunes, 6 de diciembre de 2021

PRINCIPIO

 

Sinti贸 una mano fr铆a sobre su muslo derecho. Abri贸 los ojos asustada, pero no se movi贸, ten铆a tanto miedo que, a duras penas pod铆a reprimir el grito que se hab铆a formado en su garganta. Estaba en su cama. La luz estaba apagada. Alguien se hab铆a sentado en el borde. Se estaba inclinando sobre ella. Pod铆a sentir su aliento sobre su cara. Apestaba a alcohol. Sab铆a muy bien qui茅n era. Tambi茅n sab铆a que ten铆a que hacer algo para terminar con aquello antes de que fuera demasiado tarde. Su madre trabajaba como enfermera en el hospital. Ten铆a turno de noche. Su hermano peque帽o dorm铆a en la habitaci贸n de al lado. Su padrastro hab铆a regresado del bar donde hab铆a estado bebiendo con sus amigos. Sinti贸 el contacto h煤medo de su lengua sobre su oreja. Su cuerpo se estremeci贸 de asco y repulsi贸n. No aguanto m谩s. Empuj贸 al hombre que lo cogi贸 por sorpresa. Perdi贸 el equilibrio y termin贸 de espaldas sobre el suelo. Ella salt贸 de la cama y sali贸 del cuarto hacia la puerta de la calle. La abri贸 y ech贸 a correr como alma que lleva al diablo, sin mirar atr谩s, hasta que no pudo m谩s y cay贸 rendida sobre el asfalto. Ten铆a que ir al hospital y contarle a su madre lo que hab铆a pasado. Se levant贸 despacio. Ten铆a mucho fr铆o. Sigui贸 caminando. Debido a la poca iluminaci贸n de la calle, un coche que circulaba a bastante velocidad, la arroll贸. El cuerpo de la joven yac铆a inm贸vil a pocos metros del autom贸vil. El conductor que iba ebrio, se dio a la fuga.

No pod铆a moverse. Le dol铆a todo el cuerpo y sent铆a un dolor muy intenso en el pecho. Nunca se imagin贸 que tal dolor pudiera existir, pero exist铆a, y muy a su pesar aquel dolor lejos de remitir fue en aumento. Perdi贸 el conocimiento.

Hab铆a o铆do hablar mucho sobre el tema de la muerte. Su madre, a veces, le contaba historias de gente que fallec铆a en el hospital. A ella siempre le fascinaron.  Hab铆a le铆do mucho acerca de lo que pasaba cuando te mor铆as. La luz al final del t煤nel. Familiares que vienen a buscarte. Im谩genes de tu vida como si de una pel铆cula se tratara. Pero, ahora estaba en esa situaci贸n y era muy distinto a lo que hab铆a le铆do y escuchado. Se vio en el quir贸fano, varios doctores estaban haciendo todo lo posible para salvarle la vida. Una vida que ella ya sab铆a que hab铆a perdido y que aquellos hombres y mujeres ya no podr铆an hacer nada para devolv茅rsela.

Estaba flotando, muy cerca del techo. No hab铆a t煤nel, ni familiares conocidos ni desconocidos. Estaba sola. Se observ贸 a s铆 misma, tan joven, con tantas cosas por hacer, tantas experiencias por vivir…. todo se hab铆a acabado en unos pocos y dolorosos minutos.  Una enorme ira y un odio intenso hacia aquel conductor la embarg贸. Las luces del quir贸fano se encend铆an y apagaban mientras ella luchaba por controlarse. Un grito sordo sali贸 de su garganta y las luces dejaron de iluminar quedando el lugar completamente a oscuras. Se hizo un gran revuelo en el quir贸fano. Se fueron dej谩ndola sola. Le daba igual.  Le preocupaba m谩s su madre y su hermano viviendo bajo el mismo techo con aquel monstruo. Ojal谩 pudiera avisarles. Pero c贸mo hacerlo.

Taparon su cuerpo con una s谩bana.

Ojal谩 todo hubiera sido distinto y pap谩 no hubiera muerto. Mam谩 no tendr铆a que trabajar tanto y estar铆a m谩s con ellos. Y sobre todo volver铆a a sonre铆r. Echaba mucho de menos su risa que se pod铆a escuchar por toda la casa. Cuando pap谩 estaba vivo ella era feliz.

Cerr贸 los ojos y llor贸, no se sorprendi贸 que pudiera hacerlo. Visto lo visto ya nada le sorprend铆a.

Aunque era muy peque帽a, apenas 6 a帽os, sab铆a que el infarto, que caus贸 la muerte de su padre, hab铆a sido por su culpa.

Jugando con sus pastillas, se le hab铆an ca铆do. Su padre nunca las dejaba a su alcance, pero aquella ma帽ana se hab铆a olvidado de guardarlas, debido a las prisas. Vio el franco e intent贸 abrirlo. Lo logr贸 al tercer intento, pero hab铆a hecho tal fuerza que, al quitar la tapa, salieron disparadas desparram谩ndose por el suelo del cuarto de ba帽o. Temiendo que le ri帽eran, las rellen贸 con otras que llevaba su madre en el bolso. Eran del mismo tama帽o y color as铆 que pens贸 que lo notar铆an.

Le gustar铆a volver atr谩s y reparar el da帽o causado. Pero ya era tarde.

Contempl贸 su cuerpo y se recost贸 sobre 茅l. Todav铆a estaba tibio. Lo echar铆a de menos. Le gustaba como era a pesar de su cabello rebelde, sus granos y su poco pecho.

 

-¡!!¡Carolina, lev谩ntate o llegar谩s tarde a la escuela!!!!

Abri贸 los ojos de golpe. Le hab铆a parecido escuchar la voz de su madre. Pensando que era un sue帽o se dio la vuelta en la cama para seguir durmiendo. Entonces escuch贸 otra voz. La voz de un hombre, una voz que hac铆a mucho tiempo que hab铆a dejado de o铆r. Se sent贸 en la cama y se pellizc贸 en la cara, el dolor que sinti贸 en su mejilla derecha, le hizo saber que no estaba so帽ando. Se quit贸 las mantas de encima y baj贸 de la cama. Lo hizo tan r谩pido que perdi贸 el equilibrio durante unos segundos. Profiri贸 un grito, cuando se dio cuenta de que sus piernas eran peque帽as, demasiado peque帽as para tener 16 a帽os. Corri贸 hacia el espejo que hab铆a en su armario. Lo que vio la dej贸 at贸nita. La imagen que vio reflejada era la de una ni帽a de unos seis a帽os.

- ¡Carolina! –su madre la volv铆a a llamar, esta vez con m谩s insistencia y visiblemente enfadada.

Corri贸 al ba帽o. All铆 estaban las pastillas de su padre. Las contempl贸 como si estuviera viendo un fantasma o a algo as铆. Las cogi贸 con delicadeza. Arrim贸 la banqueta al lavabo, abri贸 la puerta del armario que hab铆a colgado encima y las coloc贸 en el 煤ltimo estante junto con las otras medicinas.

Se lav贸 la cara, se visit贸 y baj贸 corriendo las escaleras deseando abrazar de nuevo a padre.

s谩bado, 4 de diciembre de 2021

FINALES



FINAL 1:

El Hombre de traje negro y con un malet铆n del mismo color en su mano derecha, entr贸 en la cafeter铆a. Una joven camarera se acerc贸 a 茅l, presurosa, para tomar nota de su pedido.

-Un caf茅 con leche, por favor –Le pidi贸 amablemente.

Mientras esperaba despleg贸 el peri贸dico que hab铆a comprado en el quiosco de la esquina y se puso a leer.

“ESTA MADRUGADA, HAN ROBADO UN OBJETO MUY VALIOSO DEL MUSEO DE HISTORIA”. Se trata de un hacha vikinga que, algunos no han dudado en mencionar que una cierta maldici贸n se cierne sobre ella, fue hallada en una excavaci贸n arqueol贸gica realizada en….

-Su caf茅 –le indic贸 la amable camarera, interrumpiendo su lectura.

Su m贸vil comenz贸 a sonar cuando estaba revolviendo el az煤car.  Era su jefe. Lo escuch贸 detenidamente mientras apuraba el contenido de su taza. Colg贸 y sali贸 de la cafeter铆a, no sin antes dejar una buena propina a la simp谩tica camarera que lo hab铆a atendido.

De camino a su despacho, vio a un hombre, llevaba algo entre las manos envuelto en una tela negra. Se propon铆a tirarlo a un contenedor de basura. Se comportaba de manera sospechosa, mirando a ambos lados a cada paso que daba. Levant贸 la tapa y lo lanz贸 a su interior, tras lo cual, ech贸 a correr como alma que lleva el diablo. El hombre del traje le grit贸, pero el hombre ya hab铆a doblado la esquina desapareciendo de su vista. Entonces se encontr贸 con el dilema de seguir adelante, como si no hubiera visto nada o levantar la tapa y ver lo que hab铆a tirado aquel hombre. Opt贸 por la segunda opci贸n, imagin谩ndose que se estaba deshaciendo de las partes de un cuerpo despu茅s de haberlo mutilado, vistas las manchas de sangre que cubr铆an su cara, sus manos y su ropa. Debido a la cantidad de basura que hab铆a acumulada en aquel contenedor, como si hubieran pasado semanas desde la 煤ltima que vez que lo hab铆an vaciado, no le result贸 dif铆cil encontrarlo. Le quit贸 la tela que lo cubr铆a y se encontr贸 con un objeto muy antiguo con forma de hacha. Le sonaba. Hab铆a visto una foto de aquello en el peri贸dico. Lo despleg贸 y sus sospechas se hicieron realidad, era el hacha vikinga que hab铆an robado.  No ten铆a tiempo de llamar a la polic铆a porque ya deber铆a estar en una reuni贸n importante que hab铆a comenzado hac铆a unos minutos. Lo har铆a al terminar. A medida que iba caminando comenz贸 a notar un hormigueo en el brazo que portaba el hacha, similar a peque帽os calambres.  No le dio importancia. Pero al llegar a su despacho e intentar dejarla sobre su mesa, se dio cuenta, con total desconcierto, que se hab铆a pegado a su piel. No pod铆a desprenderse de ella. Su jefe se estaba acercando, lo ve铆a claramente a trav茅s de la cristalera. Empez贸 a sudar por la situaci贸n tan extra帽a en la que se encontraba y porque no sab铆a c贸mo reaccionar铆a su superior, si le dec铆a lo que le estaba pasando. Su jefe segu铆a muy enfadado con 茅l porque no hab铆a logrado llegar a un acuerdo con un cliente muy importante la tarde anterior y aquella situaci贸n, en la que se encontraba, no le favorec铆a ni lo m谩s m铆nimo. Su raciocinio lo abandon贸 por completo para dar paso a una locura extrema que posey贸 su mente en cuesti贸n de segundos. Se escondi贸 tras de la puerta de su despacho. Esper贸 pacientemente, la llegada de su superior.  Sin titubear ni un segundo, descarg贸 el hacha sobre la cabeza de su jefe, parti茅ndosela a la mitad.

 

FINAL 2:

Una joven hab铆a terminado su turno de trabajo en un restaurante de comida r谩pida. En direcci贸n a casa, pens贸 en parar a comprar leche en el supermercado. Aceler贸 un poco el paso para que le diera tiempo a comprarla e ir a recoger a su hermano peque帽o a la escuela. Se levant贸 una ligera brisa que fue incrementado, poco a poco, hasta el punto de formar varios remolinos en la calle. Un sombrero, que hab铆a salido volando de la cabeza de alg煤n viandante, le dio de lleno en la cara. Mir贸 a su alrededor esperando ver el due帽o o la due帽a de dicho complemento, pero parec铆a que nadie lo echaba en falta. Entr贸 en el s煤per, compr贸 la leche y se encamin贸 con paso r谩pido hacia la escuela.

Como le estorbaba en la mano se lo coloc贸 en la cabeza. Le sentaba bien, dictamin贸 mientras se contemplaba su reflejo en el escaparate de una tienda. Era de su talla.

Su hermano peque帽o y 茅l llegaron a casa. El peque帽o alab贸 el sombrero de su hermana, ella le sonri贸, le dio las gracias y le dio un sonoro beso en la mejilla. Dej贸 la leche en la nevera, se quit贸 el abrigo e hizo lo mismo con el sombrero. Hab铆a decidido quedarse con 茅l, le encantaba. A su parecer le daba un cierto aire sofisticado, de actriz de cine, que le encantaba. Entonces sucedi贸 lo impensable. No pod铆a quitarse el sombrero de la cabeza por m谩s que tirara de 茅l. Llam贸 a su hermano para que la ayudara. Pero al hacerlo, comprobaron que con 茅l tambi茅n se desprend铆a parte del cuero cabelludo provoc谩ndole un dolor inenarrable.

Entre los gritos de su hermana y el miedo total y absoluto que le hab铆a embargado, el chaval llam贸 a su abuela y llevaron a la joven al hospital.

 

FINAL 3:

Un ni帽o y su abuela estaban en la sala de espera. La madre del chiquillo hab铆a sufrido un accidente de coche y la estaban operando de urgencia. La se帽ora le pregunt贸 si quer铆a beber algo. 脡l le pidi贸 un refresco. La abuela se levant贸 y se encamin贸 hacia las m谩quinas expendedoras que se encontraban en un rinc贸n de la sala. En la pared que hab铆a frente a las sillas donde estaban sentados, hab铆a un cuadro. En 茅l se ve铆an unas casas a lo largo de una calle, un poco deterioradas pero pintadas con colores muy alegres. Aquel cuadro le fascinaba por alg煤n motivo que no sab铆a explicar. Se levant贸 y se acerc贸 a 茅l. Entonces lo vio. Un ni帽o sal铆a de una de las casas con un bal贸n en la mano. Al llegar a la calle se puso a jugar con 茅l. El ni帽o se mov铆a. Pod铆a jurarlo. Entonces el ni帽o se gir贸, lo mir贸 y le sonri贸. Le estaba diciendo algo. Se acerc贸 todav铆a m谩s para escucharlo mejor, e incluso peg贸 la oreja al cuadro:

- ¿Quieres jugar conmigo? –oy贸 que le preguntaba.

Cuando la abuela volvi贸 con el refresco, el ni帽o no estaba en la sala. Nadie lo hab铆a visto salir de all铆.

En el cuadro se ve铆an dos ni帽os jugando con un bal贸n.

 

FINAL 4:

El conductor de la ambulancia, Carlos, hab铆a terminado su turno. El ultimo paciente que hab铆a llevado al hospital le hab铆a traumatizado bastante. Cre铆a que ya lo hab铆a visto todo en lo referido a enfermedades y situaciones extra帽as que formaban parte de su trabajo, pero lo de aquella chica que no pod铆a quitarse el sombrero, lo hab铆a dejado algo tocado.

As铆 que, junto a su compa帽ero Andy, decidieron parar a tomarse unas cervezas, de camino a casa.

El viento se hab铆a calmado por completo, dando paso a una tarde soleada y tranquila.

Se sentaron en la terraza de una cafeter铆a. Hablaban animadamente mientras esperaban sus consumiciones. Llegaron acompa帽adas de unos aperitivos, los cuales, fueron recibidos por los j贸venes, con una gran sonrisa y muy buen humor. Carlos, agarr贸 el vaso y se lo llev贸 a la boca. El semblante de Andy que estaba sentado frente de 茅l, demud贸 de color torn谩ndose blanco como la cera, al ver como en aquel vaso se mov铆an unos gusanos de aspecto asqueroso y repugnante que, al inclinar el l铆quido hacia la boca, se introduc铆an en la garganta de su amigo. Le grit贸 con desmesurada desesperaci贸n que no bebiera, pero ya era tarde. Carlos hab铆a apurado hasta la 煤ltima gota del vaso.

Al rato estaba retorci茅ndose en el suelo presa de dolor, mientras aquellos gusanos lo devoraban por dentro.

 

FINAL 5.

 

Los senderistas llevaban horas caminando por el bosque acompa帽ados de un gu铆a de la zona. Estaban cansados y los 谩nimos empezaban a decaer. Quedaban pocas horas para que la tarde llegara su fin. Les urg铆a encontrar un lugar donde acampar, para pasar la noche.

El hombre les anim贸 a seguir unos minutos m谩s, prometi茅ndoles que a escasos metros hab铆a un claro donde podr铆an colocar las tiendas.

A pesar de las dudas del grupo, el gu铆a cumpli贸 su promesa. El lugar indicado estaba m谩s cerca de lo que hab铆an pensado. Prepararon el campamento. Hab铆a un lago muy cerca y algunos decidieron darse un chapuz贸n antes de cenar y otros optaron por recoger le帽a y hacer un fuego.

Una de las chicas que formaban el grupo, hab铆a salido a explorar por su cuenta. Se subi贸 a una peque帽a colina y desde la cima les llam贸 a gritos. Se la o铆a euf贸rica y visiblemente emocionada por lo que hab铆a encontrado. No paraba de gritar, una y otra vez, que hab铆a encontrado el para铆so.

Fueron hasta all铆 para ver qu茅 era aquello tan espectacular que la hac铆a comportarse como una loca.

Todos enmudecieron ante aquella visi贸n. Al otro lado de la colina hab铆a un campo de tulipanes. Era tan extenso que se perd铆a en la lejan铆a.

Euf贸ricos decidieron bajar. Cuando llegaron al prado, caminaron entre las flores, se tumbaron entre ellas. Por un momento todos sus problemas se esfumaron y una inmensa paz y tranquilidad envolvi贸 sus corazones.

El gu铆a que hab铆a llegado a la cima de la colina, cuando todos ya hab铆an bajado, tuvo la visi贸n m谩s terror铆fica y dantesca que ni en sus peores pesadillas podr铆a imaginarse algo as铆, por lo siniestras y aterradoras que eran.

El grupo al completo, hab铆a quedado apresado por los tallos de aquellas flores. Se enredaban alrededor sus cuerpos inmoviliz谩ndolos por completo. Las flores hab铆an aumentado de tama帽o y pudo ver unos dientes afilados en los p茅talos que se clavaban en la carne de aquellos chicos y chicas, mordi茅ndolos, mientras 茅stos no dejaban de gritar, presas del dolor y el p谩nico que sent铆an. Antes de perder el conocimiento vio como una de aquellas flores le arrancaba de un mordisco un trozo de carne a una de las chicas. Los estaban comiendo.

 

 

FINAL 6

 

Un inmenso prado, bordeaba el campo de golf.

Un hombre hab铆a realizado un lanzamiento casi certero, la bola qued贸 a escasos cent铆metros del hoyo final.

No hubo ninguna aclamaci贸n, ni v铆tores, ni mucho menos aplausos. Estaba solo. Con paso lento y acompasado se dirigi贸 al lugar donde hab铆a quedado la pelota para darle el empuj贸n definitivo.

Lo ten铆a m谩s que f谩cil. Aun as铆, escenific贸, de manera exagerada la escena, con estiramientos de dedos y un par de flexiones, seguidas de unas respiraciones acompasadas como si estuviera a punto de dar a luz, la mejor jugada de la historia.

Un sonido lo alert贸. Alz贸 la mirada. Pero ante lo que se le ven铆a encima no pudo reaccionar con la suficiente rapidez y evitar as铆 una muerte segura. Un meteorito del tama帽o de un coche se acercaba a 茅l a toda velocidad. Lo sepult贸 en el hoyo final.

 

 

FINAL 7

 

Una pareja de reci茅n casados paseaba por un mercado de antig眉edades, en busca de alguna reliquia con la que aumentar su colecci贸n.

La joven vio algo que le llam贸 la atenci贸n.

Su flamante marido la sigui贸.

La mujer detuvo sus pasos delante de un tenderete donde un par de flamencos, de tama帽o natural, realizados en cer谩mica, hab铆an llamado su atenci贸n. Los observ贸 con detenimiento con una mirada fr铆a y calculadora que a 茅l no le pas贸 desapercibida porque ya la hab铆a visto con anterioridad, alguna que otra vez. Significaba la certeza, el triunfo, de que hab铆a dado con algo muy antiguo y de gran valor. Despu茅s de regatear durante treinta minutos llegaron a un acuerdo con el due帽o y cada uno tom贸 una en brazos, dispuestos a llev谩rselos al hotel.

Dejaron el barullo del mercado atr谩s para adentrarse en el ruido del tr谩fico de la gran avenida donde estaba situado su hotel. En un cruce, esperando que el sem谩foro cambiara de color, se dieron cuenta de un sonido que les hab铆a pasado por alto hasta entonces. Un tic tac que proven铆a de las figuras de cer谩mica. Pero para cuando se dieron cuenta de que aquello no presagiaba nada bueno, y antes de que pudieran reaccionar, estallaron en sus brazos.

CA脥N

  Su padre lo esperaba envuelto en oscuridad. Cuando Ca铆n regres贸 a casa se llev贸 un susto de muerte al encender la luz de la cocina y ver a...